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Caravana de migrantes

Miles de centroamericanos, principalmente hondureños, se encuentran en México caminando rumbo a EEUU, a fin de cruzar al norte del Río Bravo en busca del sueño americano. Pese a que movimientos migratorios de este tipo han acompañado a la humanidad desde sus albores, hoy están siendo peligrosamente injuriados bajo el influjo de discursos xenófobos, con consecuencias impredecibles.

En efecto, huelga recordar que desde hace una década diferentes organizaciones y activistas en favor de los derechos humanos decidieron reunir a la mayor cantidad posible de centroamericanos que habían decidido dejar sus hogares para migrar a México y/o a EEUU a fin de poder brindarles un mejor apoyo. Además, al estar juntos, les resulta más sencillo cuidarse entre ellos y repeler los frecuentes ataques que sufren de parte de pandilleros y criminales que se organizan para asaltarlos, violar a las mujeres o secuestrarlos con fines de trata de personas.

Desde su inicio, este movimiento migratorio tuvo bastante éxito. Sin embargo, tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha empezado a sufrir no solo mayores trabas burocráticas y amenazas de corte militar, sino también furibundos ataques verbales de parte del Mandatario estadounidense, quien en reiteradas oportunidades se ha referido a esta caravana como una “invasión” protagonizada por “pandilleros” y “gente muy mala”. Retórica incendiaria que a su vez se está traduciendo en acciones de intolerancia y discriminación contra los migrantes.

Adicionalmente, el magnate inmobiliario ha arremetido contra México por no detener la caravana y ha amenazado a Guatemala, Honduras y El Salvador con recortar “sustancialmente” la ayuda económica que Estados Unidos les otorga como represalia por el avance de los migrantes. Es decir que su estrategia para apagar este “incendio” pasa por echarle gasolina, pues se supone que la ayuda estadounidense está orientada a combatir la inseguridad y desarrollar alternativas laborales para contrarrestar la migración.   

En suma, se trata de una execrable reacción que pone en relieve no solo la falta de empatía del Presidente norteamericano ante los problemas humanitarios, sino también un notable desconocimiento frente a temas sociales de trascendencia como la importancia de los migrantes para el desarrollo de los países. Y es que cuando una persona deja su país en busca de mejores oportunidades no le queda más opción que la de esforzarse para salir adelante, contribuyendo a la riqueza cultural, económica, científica y tecnológica de la sociedad que lo acoge. A pesar de ello, su aporte en favor de las sociedades donde se enraízan no suele ser reconocido. Al contrario, muchas veces son blanco de ataques violentos e injustificados, tal y como está ocurriendo con la caravana que suscita este comentario.