Sostenibilidad de las ciudades intermedias
Las ciudades intermedias pueden gestionar su crecimiento para ser sostenibles y estar preparadas para el futuro.
Cerca del 66% de los bolivianos vive actualmente en áreas urbanas, y según estimaciones de las Naciones Unidas, este índice ascenderá a 75% en 2025. Tal panorama ofrece una oportunidad única para aprovechar los beneficios de la urbanización.
Trinidad, Tarija, Cobija o Riberalta son ciudades pequeñas cuando se comparan con ciudades como Santa Cruz o La Paz, pero con un crecimiento poblacional acelerado. ¿Cómo pueden estas ciudades intermedias gestionar este crecimiento para ser sostenibles y estar preparadas para el futuro? El Banco Mundial ha identificado cinco temas estratégicos para reflexionar.
Ante la extensión masiva de la superficie urbana, construir ciudades compactas es vital. Las familias de menores ingresos a menudo viven en áreas informales que se ubican en los márgenes citadinos (donde el terreno es más asequible) y deben viajar largas distancias asumiendo altos costos, sacrificando su tiempo productivo y personal.
Mediante el uso de herramientas de planificación territorial, como la zonificación y los catastros, las ciudades pueden orientar su crecimiento de tal manera que la provisión de servicios sea más eficiente y la población esté mejor conectada a oportunidades de empleo y servicios básicos y sociales. Experiencias de otros países muestran que es más costoso proveer servicios y ejecutar tareas de mejoramiento urbano cuando las casas, calles y veredas ya están construidas.
Fortalecer la resiliencia ante desastres es otro aspecto fundamental. Involucra la evaluación de los riesgos actuales y futuros, la planificación territorial coherente y mejoras estructurales. Además, es crucial desarrollar mecanismos institucionales que se activen inmediatamente en caso de ocurrir un desastre y que establezcan claramente las responsabilidades entre los actores para no desperdiciar tiempo crítico al brindar ayuda a la población afectada.
La tercera prioridad es generar indicadores medibles y establecer la línea base para evaluar el impacto de los proyectos futuros. Los datos relevantes como movilidad, pobreza o acceso a servicios básicos a menudo se pueden recopilar con una extensión del censo de población. Sin embargo, la metodología debe ser consistente en todo el país y alinearse a las recomendaciones internacionales como las de Hábitat III. Es esencial incluir asentamientos formales e informales dentro del análisis y establecer un sistema de catastro que registre todos los lotes y habitantes a nivel de la municipalidad. Es una forma de simplificar el análisis de datos, y al mismo tiempo, una oportunidad para brindar mejores servicios a los ciudadanos.
Otro tema importante es el fortalecimiento de capacidades de administración e implementación de proyectos con una clara visión de desarrollo territorial. Resulta esencial contar con personal calificado en planificación urbana y territorial y gestión municipal.
Finalmente, es crucial aprovechar las economías locales. Cada ciudad intermedia tiene sus propias características geográficas y económicas y un papel en la red nacional de ciudades. Las estrategias para aprovechar las economías locales van desde promover alianzas entre empresas establecidas y emergentes, hasta emparejar las habilidades que se aprenden en las escuelas con las necesidades de las empresas locales.
Las cinco estrategias están interrelacionadas. Enfocarse en una de ellas aumenta la posibilidad de lograr las demás. Es decir, no hay espacio equivocado para comenzar y las ciudades intermedias de Bolivia pueden enfrentar los desafíos de su rápido crecimiento urbano, paso a paso, para proporcionar a los nuevos residentes urbanos una mayor calidad de vida.
* Especialista senior en desarrollo urbano del Banco Mundial.