Icono del sitio La Razón

Los otros puertos

Luego del revés sufrido en La Haya el 1 de octubre, cuando la Corte Internacional de Justicia (CIJ) falló señalando que Chile no tiene obligación de negociar con Bolivia una salida soberana al mar, el Estado ha vuelto a mirar con interés las alternativas de acceso al mar para las exportaciones. La Hidrovía Paraguay-Paraná es una de las más viables.

Bajo esta premisa, el miércoles anterior el Gobierno entregó la certificación internacional a los puertos Jennefer, Aguirre y Gravetal, ubicados al suroeste de Santa Cruz, entre la laguna Cáceres y el canal Tamengo, en la cabecera del sistema portuario de la Hidrovía Paraguay-Paraná, que conecta esta zona amazónica con el Atlántico.

Aunque llevan años sirviendo para la exportación de soya, aceite vegetal, clínker y hierro, se espera que estos tres puertos concentren toda la carga de granos y oleaginosas que produce Bolivia y sean una verdadera alternativa a los puertos chilenos. La presidenta de la Aduana Nacional no solo espera que en esta vía se presenten menos problemas que en Arica, sino además que habrá un manejo “digno” de la carga boliviana.

Con la señalada certificación, los puertos de la hidrovía no solo podrán operar plenamente en el ámbito mundial, sino que ya cuentan con las resoluciones que posibilitarán la instalación de oficinas de la Aduana Nacional, del Servicio Nacional de Seguridad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag), Migración y de otras entidades relacionadas con las actividades del comercio exterior.

Los responsables de las tres terminales portuarias afirman que están listas para la nueva demanda de servicios, pero que son necesarias nuevas inversiones de corto y mediano plazo para estar a la altura de la certificación internacional; pues según proyecciones del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), en los próximos dos o tres años debería exportarse por esta vía hasta el 50% de la carga que hoy sale por Arica.

Sin embargo, no todo será tan fácil. A la ausencia de instituciones públicas y privadas en los puertos (serán necesarias sucursales de bancos y de agencias despachantes de aduanas), todavía hace falta mejorar la navegabilidad del canal Tamengo, cuya profundidad es menor que en otras zonas de la hidrovía. Para ello hace falta un trabajo multilateral de los países involucrados en este proyecto y que concurren a la unión de Naciones Suramericanas (Unasur), hoy en crisis.

Todo apunta a que Bolivia se encamina a una nueva era de su comercio exterior. Con proyectos como el tren bioceánico y los puertos sobre la Hidrovía Paraguay-Paraná es posible imaginar un futuro próximo en el que Chile tenga menos importancia  de la que hoy goza para el país, y que los exportadores bolivianos disfruten de más alternativas, que sin duda redundarán en un crecimiento económico que impactará en toda la cadena de creación de valor.