Voces

Thursday 28 Mar 2024 | Actualizado a 09:27 AM

¡Cuidar nuestros bosques!

/ 13 de noviembre de 2018 / 04:38

El agua dulce es esencial para la vida. A su vez, los bosques son esenciales para la producción de agua dulce. De hecho, un gran porcentaje de este vital elemento proviene de zonas boscosas, y millones de personas dependen del agua dulce de buena calidad que fluyen de estos espacios naturales. Por ejemplo, las áreas protegidas como el Parque Nacional Amboró son las que nos proporcionan ese vital elemento a la ciudad de Santa Cruz y a otros centros urbanos del oriente. Además, otras áreas protegidas de carácter municipal (como el Curichi la Madre) y los parques urbanos distribuidos por toda la ciudad también contribuyen en la provisión de agua y la regulación del clima.

En resumidas cuentas, los bosques desempeñan funciones fundamentales dentro de nuestro ecosistema, como la amortiguación, filtración y limpieza del agua, entre otras. Por caso, los doseles de los bosques interceptan una gran parte de la lluvia que cae sobre ellos. De no ser así, las precipitaciones caerían directamente sobre el suelo, erosionándolo gradualmente. El bosque evita que suceda esta erosión. Posteriormente, el agua se filtra en las capas subterráneas del suelo, donde son retenidas. De esta manera se crean los bolsones de agua, las cuales mantienen el nivel de los ríos en épocas de sequía. El resto del agua que no es infiltrada, transporta nutrientes disueltos y los distribuye por todo el suelo. De esta manera los bosques actúan como “esponjas”, capaces de recoger y almacenar grandes cantidades del agua de lluvia.

Asimismo, el agua circula a través del árbol, lo que contribuye en la fotosíntesis; luego se evapora desde las hojas. En este ciclo, los árboles también son una “fuentes de agua” viviente, que redistribuye este vital elemento: la humedad, que se quedaría atrapada en forma subterránea si no fuera por los árboles, es liberada a través de sus hojas hacia el aire, donde luego se condensa formando nubes y cae de nuevo en forma de lluvia.

Sin árboles que distribuyan el agua, el clima en muchas regiones sería mucho más seco. Esta reserva subterránea y constante de agua es liberada lenta y gradualmente por los árboles según la necesidad de nuestro ecosistema, ayudando a evitar las inundaciones y sequías estacionales. Por ello, resulta fundamental que protejamos nuestros bosques, evitando que gente inescrupulosa tale y degrade los árboles en las reservas forestales principalmente. La calidad de vida y el futuro de las ciudades pasa por cuidar nuestras áreas protegidas nacionales, departamentales y municipales; espacios naturales que cumplen funciones muy importantes para la vida en el planeta.

* Bióloga, trabaja en la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).

Comparte y opina:

Sobre llovido mojado

La aparición de la pandemia de COVID-19 expone a la población de la Chiquitanía con riesgo alto de contraer la enfermedad.

/ 10 de junio de 2020 / 06:36

Entre los meses de julio y noviembre de 2019, las comunidades y municipios de la Chiquitanía sufrieron uno de los eventos más extremos de incendios a nivel nacional, con una pérdida de casi 2 millones de hectáreas de bosque, 4,1 millones a nivel departamental y 6,4 millones de hectáreas a nivel nacional, datos publicados por la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).

Estos eventos extremos dejaron a las comunidades y municipios de la Chiquitanía inmersos en una crisis económica, social y ambiental. Sumado a ello, a finales de octubre los problemas políticos y de convulsión social surgidos a raíz de las elecciones nacionales donde se denunciaba actividades fraudulentas ocasionaron que todo el país se declarara en paro cívico por más de 20 días, lo cual perjudicó las actividades de reconstrucción y recuperación de esta zona en ese momento.

Como si no fuera suficiente, la aparición de la pandemia de COVID-19 expone a la población de la Chiquitanía con riesgo alto de contraer la enfermedad y, para evitar mayor contagio, deben acatar las medidas de cuarentena, lo cual repercute en las actividades socioeconómicas y productivas que se estaban implementando.

El panorama en la Chiquitanía no es favorable, ya que los gobiernos municipales de la región se encuentran débiles institucional y económicamente hablando, pues los pocos fondos que manejan están siendo destinados a atender las emergencias de salud por la pandemia del coronavirus. A nivel ecorregional, la Chiquitanía también se verá nuevamente afectada este año por eventos de quemas e incendios, según los reportes de focos de calor que se han dado a conocer por FAN para el primer cuatrimestre del año, donde se indica que habrá un incremento del 35% de los focos de calor más que los reportados para la misma época, el año pasado.

Las comunidades y municipios de la Chiquitanía se encuentran muy frágiles y vulnerables a cualquier otro evento ambiental que pudiera suceder, es imperante tomar medidas de prevención, apoyada por políticas que contribuyan a reconstruirla social, económica y ambientalmente para un futuro resistente y sostenible. No podemos seguir con las mismas actividades extractivistas de siempre. Debemos trabajar amigablemente con la naturaleza y no en contra de ella.

Teresa Gutiérrez es parte de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).

Comparte y opina:

¡Cuidar nuestros bosques!

/ 13 de noviembre de 2018 / 04:38

El agua dulce es esencial para la vida. A su vez, los bosques son esenciales para la producción de agua dulce. De hecho, un gran porcentaje de este vital elemento proviene de zonas boscosas, y millones de personas dependen del agua dulce de buena calidad que fluyen de estos espacios naturales. Por ejemplo, las áreas protegidas como el Parque Nacional Amboró son las que nos proporcionan ese vital elemento a la ciudad de Santa Cruz y a otros centros urbanos del oriente. Además, otras áreas protegidas de carácter municipal (como el Curichi la Madre) y los parques urbanos distribuidos por toda la ciudad también contribuyen en la provisión de agua y la regulación del clima.

En resumidas cuentas, los bosques desempeñan funciones fundamentales dentro de nuestro ecosistema, como la amortiguación, filtración y limpieza del agua, entre otras. Por caso, los doseles de los bosques interceptan una gran parte de la lluvia que cae sobre ellos. De no ser así, las precipitaciones caerían directamente sobre el suelo, erosionándolo gradualmente. El bosque evita que suceda esta erosión. Posteriormente, el agua se filtra en las capas subterráneas del suelo, donde son retenidas. De esta manera se crean los bolsones de agua, las cuales mantienen el nivel de los ríos en épocas de sequía. El resto del agua que no es infiltrada, transporta nutrientes disueltos y los distribuye por todo el suelo. De esta manera los bosques actúan como “esponjas”, capaces de recoger y almacenar grandes cantidades del agua de lluvia.

Asimismo, el agua circula a través del árbol, lo que contribuye en la fotosíntesis; luego se evapora desde las hojas. En este ciclo, los árboles también son una “fuentes de agua” viviente, que redistribuye este vital elemento: la humedad, que se quedaría atrapada en forma subterránea si no fuera por los árboles, es liberada a través de sus hojas hacia el aire, donde luego se condensa formando nubes y cae de nuevo en forma de lluvia.

Sin árboles que distribuyan el agua, el clima en muchas regiones sería mucho más seco. Esta reserva subterránea y constante de agua es liberada lenta y gradualmente por los árboles según la necesidad de nuestro ecosistema, ayudando a evitar las inundaciones y sequías estacionales. Por ello, resulta fundamental que protejamos nuestros bosques, evitando que gente inescrupulosa tale y degrade los árboles en las reservas forestales principalmente. La calidad de vida y el futuro de las ciudades pasa por cuidar nuestras áreas protegidas nacionales, departamentales y municipales; espacios naturales que cumplen funciones muy importantes para la vida en el planeta.

* Bióloga, trabaja en la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).

Comparte y opina:

¡Cuidar nuestros bosques!

/ 13 de noviembre de 2018 / 04:38

El agua dulce es esencial para la vida. A su vez, los bosques son esenciales para la producción de agua dulce. De hecho, un gran porcentaje de este vital elemento proviene de zonas boscosas, y millones de personas dependen del agua dulce de buena calidad que fluyen de estos espacios naturales. Por ejemplo, las áreas protegidas como el Parque Nacional Amboró son las que nos proporcionan ese vital elemento a la ciudad de Santa Cruz y a otros centros urbanos del oriente. Además, otras áreas protegidas de carácter municipal (como el Curichi la Madre) y los parques urbanos distribuidos por toda la ciudad también contribuyen en la provisión de agua y la regulación del clima.

En resumidas cuentas, los bosques desempeñan funciones fundamentales dentro de nuestro ecosistema, como la amortiguación, filtración y limpieza del agua, entre otras. Por caso, los doseles de los bosques interceptan una gran parte de la lluvia que cae sobre ellos. De no ser así, las precipitaciones caerían directamente sobre el suelo, erosionándolo gradualmente. El bosque evita que suceda esta erosión. Posteriormente, el agua se filtra en las capas subterráneas del suelo, donde son retenidas. De esta manera se crean los bolsones de agua, las cuales mantienen el nivel de los ríos en épocas de sequía. El resto del agua que no es infiltrada, transporta nutrientes disueltos y los distribuye por todo el suelo. De esta manera los bosques actúan como “esponjas”, capaces de recoger y almacenar grandes cantidades del agua de lluvia.

Asimismo, el agua circula a través del árbol, lo que contribuye en la fotosíntesis; luego se evapora desde las hojas. En este ciclo, los árboles también son una “fuentes de agua” viviente, que redistribuye este vital elemento: la humedad, que se quedaría atrapada en forma subterránea si no fuera por los árboles, es liberada a través de sus hojas hacia el aire, donde luego se condensa formando nubes y cae de nuevo en forma de lluvia.

Sin árboles que distribuyan el agua, el clima en muchas regiones sería mucho más seco. Esta reserva subterránea y constante de agua es liberada lenta y gradualmente por los árboles según la necesidad de nuestro ecosistema, ayudando a evitar las inundaciones y sequías estacionales. Por ello, resulta fundamental que protejamos nuestros bosques, evitando que gente inescrupulosa tale y degrade los árboles en las reservas forestales principalmente. La calidad de vida y el futuro de las ciudades pasa por cuidar nuestras áreas protegidas nacionales, departamentales y municipales; espacios naturales que cumplen funciones muy importantes para la vida en el planeta.

* Bióloga, trabaja en la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).

Comparte y opina:

Normandía y su basura

/ 10 de julio de 2018 / 04:00

En los últimos días ha salido a la luz pública un conflicto suscitado por el vertedero municipal de Normandía de la ciudad de Santa Cruz y el reclamo de los barrios aledaños, cuyos vecinos ya no quieren que los carros basureros ingresen y vacíen los desperdicios que genera la población de la capital cruceña. Por un lado, es evidente que la capacidad de carga de ese vertedero ya ha llegado a su máximo volumen; y por otro, que las autoridades responsables de este tema no le han dado la importancia debida a esta problemática ambiental.

Recientemente se decidió ampliar el uso del vertedero municipal hasta junio de 2019, hasta encontrar soluciones estructurales. Esperemos que hasta esa fecha se logre acondicionar efectivamente un nuevo lugar con los requerimientos técnicos, administrativos y logísticos necesarios para que no afecte social ni ambientalmente a otros barrios, municipios ni poblaciones aledañas.

Lo cierto es que producir basura cuesta dinero. Por cada kilogramo de basura que desechamos, estamos desperdiciando dinero, ya que actualmente no seleccionamos los residuos, ni los depositamos en centros de reciclaje o clasificación. Por otra parte, recoger, trasladar y tratar la basura es aún más costoso. Pero no hacemos nada al respecto, estamos a años luz de poder educarnos en este tema de generación, clasificación y tratamiento de la basura respecto a otras naciones.

Existen ciertas normas que indican que por educación no se debería arrojar desperdicios de ningún tipo en la calle. Al menos eso nos enseñan en las escuelas y en nuestras casas. Por civismo se debe respetar los espacios públicos no tirando basura en lugares indebidos; por ello se debería facilitar el desecho de la basura, o en su defecto debemos buscar basureros.

Asimismo, por respeto al medio ambiente no deberíamos inundar las calles ni canales de basura, ya que esto repercute negativamente en la comunidad. Además cuando llueve, el agua arrastra los residuos y tapa las bocas de tormenta (rejillas gigantes instaladas en las esquinas, bajo del cordón de la vereda) o en los canales por donde se va el agua de lluvia, haciendo que la calle se transforme en lagunas y/o que los canales rebalsen e inunden los barrios con basura.

Todos estamos llamados a colaborar con este tema. No solo nuestras autoridades y los vecinos de los barrios asentados en torno al vertedero de Normandía deben preocuparse por adoptar medidas o reclamar por los residuos. Cada uno de nosotros debe poner su grano de arena. Es hora de reciclar y reutilizar todo lo que se pueda; no tiremos la basura donde sea, eduquemos a nuestros hijos, vecinos y familiares en este tema.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

No son mascotas

/ 15 de mayo de 2018 / 04:25

Existen muchas personas que les gusta tener en sus hogares a animales silvestres como mascotas, ya sea en jaulas o en condiciones de semicautiverio. Antes de incurrir en esta práctica, sería deseable reflexionar acerca del significado de los términos “mascota” y “animal silvestre”, con el propósito último de esta costumbre

La palabra mascota procede del francés “mascotte” y se utiliza para nombrar a un animal de compañía. Por lo tanto, se supone que las mascotas acompañan a los seres humanos en su vida cotidiana, por lo que no deberían ser utilizados para realizar trabajos, ni tampoco ser sacrificados para convertirse en alimento.

A su vez los animales silvestres nacen, crecen y se reproducen en un medio natural, (bosque, selva, desierto, etc.), libres de la intromisión del hombre dentro su hábitat. Allí cumplen importantes funciones biológicas como dispersar las semillas, controlar plagas y enfermedades, procrear nuevos individuos de su misma especie, entre otras funciones.

Todos los animales silvestres que son comercializados en mercados o en tiendas de mascotas en las ciudades, para llegar a este punto han sufrido una serie de maltratos, restricciones e incomodidades. Para empezar, fueron extraídos de manera violenta de su medio natural. Por ejemplo, muchas veces los padres de estos animales han sido capturados para ser utilizados como alimento, entretanto las crías son extraídas a fin de ser vendidas como mascotas.

Luego de su captura, son hacinadas en jaulas, tubos o cajas pequeñas junto con otros animales de otras especies antes de ser trasladados a las ciudades.
Tomando en cuenta estos antecedentes, cabe preguntarse ¿por qué las personas, muchas de las cuales incluso se autocalifican como amantes de la naturaleza, compran o reciben en sus hogares animales silvestres que han sufrido tantos maltratos y estrés?, ¿por qué fomentar el tráfico de animales silvestres?, ¿qué nos impulsa a conservar estos animales en jaulas pequeñas?, ¿o a cortarles las alas, en el caso de las aves, para que puedan estar “semilibres” sobre algunos árboles?

El tráfico de especies silvestres es el tercer negocio ilegal más grande del mundo, después del tráfico de armas y el de drogas. No contribuyamos a ello, evitemos ser parte de este delito. El lugar de las especies silvestres es su hábitat natural. Por ello, no aceptes ni compres animales silvestres, y si observas vendedores de animales, ¡denuncia! Ellos no tienen por qué ser animales de compañía, no son mascotas.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Últimas Noticias