México y Brasil
Sin duda, lo que Bolsonaro y Obrador hagan o dejen de hacer tendrá un impacto significativo en el continente.
La influencia política, social y económica de México y Brasil en América Latina es evidente. Aunque de signos ideológicos contrarios, en ambos países se iniciará muy pronto un nuevo ciclo político, que está generando grandes expectativas e incertidumbres. Parte del futuro de la región dependerá de lo que decidan Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Jair Bolsonaro.
El 1 de diciembre, AMLO asumirá la presidencia de México. Este evento se produce después de una apabullante victoria electoral, en la que logró el 53% de los votos y una mayoría sólida en el Congreso mexicano. El líder de la izquierda social de ese país llega al poder al frente de una amplia coalición de fuerzas progresistas, las cuales estuvieron prácticamente excluidas del Gobierno desde el fin de la presidencia de Lázaro Cárdenas, en 1940. Tal es la dimensión histórica de este cambio. En este contexto las expectativas son, pues, inmensas, especialmente en una sociedad atribulada por la corrupción, la desigualdad social y la violencia. Y que justamente por esas razones decidió dar un vuelco político de gran calado.
Cuatro semanas después, el 1 de enero de 2019, Bolsonaro se posesionará como nuevo presidente de Brasil, la otra gran potencia latinoamericana, poniendo fin a un ciclo político de larga duración en el que gobernaron el Partido Social-Demócrata (PSD) de Fernando Henrique Cardoso, y el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula da Silva. La elección de este personaje extremo, por sus ideas y carácter, cristaliza el agotamiento del viejo sistema de partidos brasileño y jubila a toda una generación de políticos; todo ello en un contexto de gran angustia y desconfianza social.
Casi no hay antecedentes sobre la manera en la que ambos gobernarán y enfrentarán los complejos problemas de sus megapaíses. Por su perfil y sus mensajes durante la campaña electoral, se intuye que buscarán romper esquemas y refundar la política y el marco institucional. Además, los dos se instalan al mando en un contexto muy polarizado en el que casi no tienen rivales, y cuyos adversarios políticos recién iniciarán un largo y complejo proceso de recomposición.
Por estas razones, tanto Bolsonaro como López Obrador han generado grandes expectativas en sus partidarios, pero también temores e incertidumbres en el resto de la sociedad. Su posición respecto a la política exterior tampoco está aún clara. Pero es evidente que se trata de líderes rupturistas, y sin duda lo que hagan o dejen de hacer tendrá un impacto significativo en todo el continente.
Se inicia, pues, un nuevo gran juego en la región, donde surgen dos grandes personajes que probablemente definan el perfil futuro de las nuevas izquierdas y derechas latinoamericanas, para bien o para mal. Ojalá todos sepamos movernos con inteligencia y prudencia en este extraño mundo.