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Retrato político

Con la presentación, por parte de los partidos políticos, de las candidaturas para la elección de binomios presidenciales, se cumplió un hito determinante en los inéditos comicios convocados para el 27 de enero. Fue un hito variopinto, con reafirmaciones, sorpresas y encontronazos. Como sea, estos binomios son el retrato del sistema de representación política en el país.

Cumplido el plazo previsto, nueve organizaciones políticas presentaron binomios para las primarias de 2019. Todos son binomios únicos, es decir, no habrá competencia interna en ningún caso. Así, antes que ejercicio de elección, las urnas esta vez serán solo fuente de aval. Claro que no todos los binomios que concurran a las primarias de enero llegarán necesariamente a las elecciones generales de octubre. Pero en esta fase son relevantes para medir fortalezas (y en especial debilidades) partidarias.

En el oficialismo no hubo sorpresa, sino reafirmación. Como había sido largamente anunciado, el MAS-IPSP registró al binomio presidencial con el que gobierna desde 2006 con arreglo a tres sucesivas victorias electorales. Esta vez, empero, la repostulación se realiza en medio de la disputa irresuelta por el carácter vinculante del referéndum constitucional de 2016. Y constituye, sin duda, el siguiente hito decisorio del proceso, cuando el 8 de diciembre el Tribunal Supremo Electoral (TSE) publique la lista de binomios habilitados.

En el campo de la oposición la tónica es de desencuentro y, por tanto, de dispersión. Contra las voces que clamaban por una fórmula de unidad o al menos de frente amplio, hoy tenemos ocho binomios opositores. Cierto que hay diferencias entre ellos: unos son relevantes electoralmente, otros tienen carácter más bien residual, y algunos son francamente marginales. Con el añadido de que de las dos alianzas registradas una naufragó precozmente, y la otra apenas incorpora una agrupación local.

De los dos binomios de oposición “que cuentan”, las señales son reveladoras. En Comunidad Ciudadana el candidato presidencial pareciera haber elegido a su acompañante mirándose en el espejo: hay mensaje regional, pero no de inclusión. Y en el fracasado pacto Bolivia Dice No primaron los encontronazos: unos vetaron la candidatura del jefe de los otros, y éste prefirió inmolarse políticamente. El resultado es un binomio con camiseta exclusivamente rojo-verde. La batalla electoral entre ambos será intensa.

Más allá de los binomios en sí mismos y lo que implican para las inéditas elecciones primarias, lo más relevante es que reflejan el estado de salud (o dolencia) del actual sistema de partidos políticos en Bolivia. Existen muchos binomios, pero falta renovación de liderazgos. Se agitan diferentes banderas, pero no hay debate ideológico ni programático. Persiste la ritualidad representativa, pero está ausente la diversidad democrática. Serán necesarias otras señales de renovación y fortalecimiento.