La zafra de castaña
La economía de la Amazonía boliviana tiene una larga historia basada en el aprovechamiento de productos forestales no maderables: primero la quina, luego la goma y hoy la castaña. Al menos 6.000 hogares campesinos o indígenas dependen de este recurso. Se estima también que la actividad es capaz de generar más de 20.000 empleos directos o indirectos, y que las empresas beneficiadoras de Riberalta y Cobija proporcionan empleo temporal a cerca de 8.500 personas. Además, miles de trabajadores migrantes se trasladarán a diferentes regiones castañeras para trabajar en la zafra.
Los frutos maduros o “cocos de castaña” empiezan a caer en noviembre, y para enero la mayor parte de los frutos ya se encuentran en el suelo. Cada fruto contiene entre 15-25 semillas de castaña. La recolección (“zafra”) se inicia en diciembre y, dependiendo de la zona, finaliza entre abril y mayo. Las prácticas de recolección no han variado con el tiempo. Los frutos maduros son recolectados y almacenados en el suelo del bosque hasta tener una cantidad suficiente para iniciar su quebrado, sacar las semillas, almacenarlas en bolsas y trasladarlas hasta los “payoles”, pequeños galpones utilizados para el secado o el almacenamiento de la castaña.
Se necesitan entre 500 y 600 frutos para llenar una bolsa o barrica de 69 kg. Una barrica equivale a tres cajas de 23 kg cada una. Tanto las cajas como las barricas son las unidades utilizadas por los recolectores para la venta de castaña. Estas medidas son una herencia del sistema inglés de uso aún común en el país. Una barrica de 69 kg equivale a 1,5 quintales; una caja de 23 kg, a dos arrobas de 11,5 kg; y una arroba, a cerca de 25 libras. Estas equivalencias cobran sentido si recordamos que el precio anual de mercado, y por tanto el de exportación de la castaña, se determina en libras. Además, por cada tres libras de castaña en cáscara las empresas beneficiadoras obtienen cerca de una libra de castaña beneficiada o sin cáscara para su exportación.
Todos los actores del sector castañero (recolectores, intermediarios y empresas beneficiadoras, entre otros) dependen de la productividad natural de los árboles, la cual varía de año en año, generando diferencias en los ingresos que perciben. El conocimiento de la dinámica (antes, durante y después de la zafra) y la geografía de los precios de compra y venta de castaña (precios en centros castañeros o ciudades intermedias) son clave. Esta información permitiría promover y fortalecer redes y contactos comerciales que vinculen compradores con recolectores, y podría sentar las bases para establecer alianzas comerciales directas entre recolectores y empresas beneficiadoras de castaña.
* Doctor en Ecología Tropical, miembro de la Asociación para la Conservación de Ecosistemas Andino-Amazónicos (ACEAA).