Francisco y unas reflexiones navideñas
Los conservadores se sintieron ofendidos por el desprecio del Papa hacia los ‘codiciosos’.
Durante la Misa de Gallo, el papa Francisco afirmó que “una insaciable codicia atraviesa la historia… Unos pocos celebran banquetes espléndidamente y muchos no tienen pan”; reflexión que trajo una discusión interesante entre mis amigos. Como no quiero ser pastor, no discutiré el mensaje de Jorge Bergoglio, a quien conocí cuando era arzobispo de Buenos Aires, pero sí puedo reflexionar sobre algunas ideas.
Los conservadores se sintieron ofendidos por el desprecio del Papa hacia los “codiciosos”. Ahora “codicia”, según la Real Academia Española, es el “afán excesivo de riquezas”. No es el afán de riquezas lo que mueve a un mercado (sano) al servicio de todos los individuos. Al decir “excesivo” me gusta pensar en políticos voraces que coactivamente cobran impuestos, sin importarles que empobrecen a todos, para sus “banquetes”.
Por cierto, el egoísmo es un “exceso de amor a sí mismo”, es el odio a sí mismo. El amor propio es fundamental en la cultura occidental: “ama al prójimo como (primero) a ti mismo”. Es el amor de quién trata de mejorar primero para luego volcarse a los demás. El egoísta es el que, por ejemplo, consume drogas dañinas y se destruye a sí mismo. Otro amigo repreguntó “¿Cuánto es excesivo?, ¿es Bill Gates un voraz?”. El fundador de Microsoft consiguió una fortuna, quizás exagerada, amparándose en las leyes estatales del copyright, que no son sino un monopolio (las patentes) garantizado por los políticos.
Los derechos de autor deben ser definidos dentro del mercado por acuerdo voluntario entre las partes. Por caso, Thomas A. Edison era un astuto “patentador” con el fin de enriquecerse. La lámpara incandescente solo fue perfeccionada por él y patentada en 1879. Pero muchos lo consideran un destacado “inventor” porque patentó más de 1.000 “inventos”, sospechosamente demasiados. El alemán Heinrich Goebel fabricó lámparas tres décadas antes, mientras que el británico Joseph Swan obtuvo la primera patente de una lamparita en Gran Bretaña, un año antes de la de Edison, plagiada de Swan, quien lo llevó a las cortes británicas que le dieron la razón.
Todo ello nos llevó a otra reflexión. Estrictamente, los “genios” no existen de la manera idólatra en la que suelen ser imaginados por parte de la opinión pública, que del mismo modo imagina “líderes” mesiánicos. ¿Quién inventó por ejemplo el Smartphone? Miles de mentes creando en libertad durante años; personas todas valiosas que, en tanto se les de la libertad suficiente, tienen una capacidad creativa infinita.
Santo Tomás, por otro caso, en la Summa Theológica copió párrafos textuales de Aristóteles, y vaya a saber si el griego no repitió a otro. Un amigo cantor, en mi opinión, ha creado canciones más bonitas que muchas de las de John Lennon. Sin embargo, solo lo conocen su familia y amigos. Y como no tiene el poder suficiente para difundir su obra, desaparecerá con él.
Luego otro recordó la crítica permanente del papa Francisco respecto al capitalismo. Ahora, todas las empresas están de suyo capitalizadas, incluso las soviéticas, por las que, al ser privatizadas, se pagó buen dinero. Así, podría decirse que la URSS era un sistema de un único capitalista, el Estado, en oposición a Estados Unidos, donde, gracias a la libertad de mercado, hay muchos capitalistas además del Estado. Lo importante es la existencia de un mercado natural, libre, con ausencia de coacción, de violencia, en tanto que el “capitalismo” no define con exactitud ningún sistema.
* Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California; @alextagliavini; www.alejandrotagliavini.com