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Un año particular

Como muchos lo aseguran, una sociedad que evoluciona tiene cada vez manifestaciones más complejas. Así, las expresiones que tendrán lugar el 27 de enero generarán una red inmensa, indeterminada y quizá hasta contradictoria de hechos que, aunque efímeros, harán visibles las direcciones por las que transitan las metas políticas del país. Mucho más hoy que toda transformación merece postulantes idóneos, ya que la nación requiere, por una parte, grandes cambios, y por otra, que aquellos estén pensados para todos los sectores sociales.

Lo singular son las estratagemas que se usarán en las elecciones primarias y, por ende (y mucho más), en los comicios generales de octubre. Sin embargo, ambos debieran estar relacionados con las necesidades de los habitantes de esta tierra, lo que exige que los candidatos planteen propuestas serias que conquisten la confianza de la ciudadanía.

Es indudable que se precisan estrategias transformadoras que lleven a Bolivia a un mejor futuro, con soluciones a los grandes problemas que todavía persisten. Todo con la esperanza, además, de que esos planes tengan configuraciones fijas y no permeables. Esto para lograr la recuperación de la confianza de la ciudadanía y llevar adelante elecciones limpias y transparentes.

Empero, no cabe duda de que esos procesos estarán llenos de sorpresas, porque el ciudadano empieza a tomar preferencia por expresiones abiertas y hasta desconocidas que rompen con las formas tradicionales (votaciones poco claras). En definitiva, que sea el pueblo el que exprese su deseo y elija a quien considere que llena sus expectativas como primera autoridad del país.

Por todo ello, la reflexión es una necesidad vital de los futuros candidatos, pues hoy existe un electorado bastante informado que no admite la división del país, menos grandes discursos y ofertas irreales; o que solapadamente se busque que acepte propuestas sin opinar. Por eso, resulta también prudente evitar la exageración de ciertos ideales de grupo y ampliar el horizonte de las ofertas, en el que la práctica permita abrir oportunidades para todos los ciudadanos que trabajan por su patria.

Ahora bien, para una práctica más eficaz hace falta una teoría más abierta. En esa dimensión se podría, por ejemplo, abordar el tema de la educación, el cual, después de la búsqueda de la descolonización, no genera opinión, quizá porque aún se lo desconoce o posiblemente no está concluido. Otra temática afín es la construcción de obras de infraestructura educativa, que no se basa en programas elaborados a partir de principios conceptuales, y menos aún dentro de una visión de extensión del conocimiento para una juventud que quiere acercarse al futuro. Nos referimos, por tanto, a que las propuestas “caminen” a partir de programas educativos útiles y acordes a nuestros tiempos.

Sin duda, este año, a pesar de las urdimbres que podremos ver dentro de la política, no será fácil convencer a la población con propuestas idealistas. La ciudad de La Paz, por ejemplo, ya vivió realidades extremas y, por tanto, cuidará el ejercicio y la vigencia de la democracia por lo duro que le fue obtenerla. Un derecho fundamental que tiene toda sociedad en estos tiempos y seguramente en el futuro.

* Arquitecta