Ciertamente no podemos decir que la democracia es una sola, pero lo que sí podemos afirmar es que la democracia, sea cual fuere, genera alusión y tiene que ver con la participación de los pueblos. La democracia que hoy se impone en la mayoría de los países del planeta fue creada por la burguesía para garantizar y legitimar la acumulación política y económica capitalista; para que con el trabajo de la mayoría se beneficie a pocas familias en el mundo. La democracia nació para dejarnos sin palabra y sin decisiones. No podemos, por eso mismo, confiar en que este instrumento burgués sea neutral e imparcial.

En el continente, los pueblos y los movimientos sociales aprendieron a utilizar a su favor este instrumento, aprendieron el teje meneje, y dieron sorpresas políticas increíbles e históricas para toda una región, como es la elección de un hermano indígena como presidente de Bolivia. Estos procesos políticos permitieron la conformación de gobiernos populares y populistas, garantizando a los pueblos una mayor participación en las decisiones y en los beneficios de la riqueza del trabajo, y los beneficios que proporcionan los recursos naturales, como el gas y el petróleo.

Eso es lo que enfurece a los capitalistas y neoliberales, acostumbrados a manejar y engañar a los pueblos, manipulando la voluntad popular. Estaban furibundos y maquinaron formas de torcer el brazo de los pueblos. A través de las redes sociales han logrado recuperar algunos “gobiernos perdidos” como los de Argentina y Brasil, cuyos pueblos, desorientados, hoy están angustiados por su futuro. Ciertamente fueron los propios pueblos los que eligieron a autoridades fascistas y neoliberales, eligieron a sus verdugos y a los verdugos de sus hijas e hijos. Algunos ya se dieron cuenta de éstos; otros todavía creen en los cantos de sirena, me refiero a Brasil.

Otros países y sus pueblos resistimos, y aquí en Bolivia nos preparamos para enfrentar las manipulaciones electorales. Venezuela hizo sus elecciones, y opínese lo que se opine, a través de éstas la mayoría eligió a Nicolás Maduro como presidente. Y en esas mismas elecciones Juan Guaidó fue elegido diputado; léase bien por favor, diputado, no presidente.

Este último personaje, por orden del Presidente de Estados Unidos, se ha autonombrado presidente de Venezuela. Y como los medios de comunicación lo relatan, es en serio, no es un chiste. Guaidó se subió a un banquito, levantó su mano y juró como presidente de Venezuela. Es realmente absurdo, y este absurdo constituye una excusa para que el Ejército norteamericano se prepare a invadir calles, plazas y hogares de hermanas y hermanos venezolanos.

El asedio y la guerra psicológica son permanentes. Hace muchos años que Venezuela no duerme tranquila, las amenazas son constantes. Me solidarizo con Venezuela, aquella que además fue solidaria con Bolivia cuando los neoliberales fascistas y neonazis de Santa Cruz convocaron a fragmentar el país con la llamada “media luna”. ¡Fuerza, hermana Venezuela!