Niñas científicas
Alrededor del 30% de las estudiantes escogen estudios superiores dentro del campo de las ciencias.
En tiempos en que los avances científicos y tecnológicos se producen a una velocidad vertiginosa y el acceso de las mujeres a los centros de estudios medios y superiores es cada vez mayor, resulta una ironía que la participación femenina en la ciencia sea todavía tan escasa. Para cambiar esa situación, ayer se ha conmemorado el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
En efecto, fruto de una resolución adoptada por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 2015, cada 11 de febrero se celebra este día con el objetivo de promover la participación plena y en condiciones de igualdad de las mujeres y las niñas en la educación, la capacitación, el empleo y los procesos de adopción de decisiones en la ciencia; la eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer, incluso en las esferas de la educación y el empleo; y la superación de las barreras jurídicas, económicas, sociales y culturales al respecto.
Para el efecto, se propone “la promoción del establecimiento de políticas y planes de estudio en el campo de la ciencia, incluidos programas escolares, según corresponda, para alentar una mayor participación de las mujeres y las niñas, promover las perspectivas de carrera de las mujeres en la ciencia y reconocer los logros de las mujeres en la ciencia”.
La tarea no es meno considerando que, según datos de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), “solo alrededor del 30% de todas las estudiantes escogen estudios superiores dentro del campo de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y matemáticas (STEM). A nivel mundial, la matrícula de estudiantes femeninas es particularmente baja en tecnología de la información y las comunicaciones (TIC), con un 3%; ciencias naturales, matemáticas y estadísticas, con un 5%, y en ingeniería, manufactura y construcción, con un 8%”.
ONU-Mujeres sostiene que “desmontar el mito que a las chicas no les gustan las ciencias y otros, y los estereotipos de género, junto con la inversión en la capacitación de maestros, la tecnología sensible al género y la innovación pueden revertir estas tendencias”. El Estado puede, en este contexto, ayudar, y mucho, en la tarea, reforzando y mejorando las políticas públicas que alientan la mayor participación femenina en la vida académica y científica.
Toca, pues, que la sociedad toda se comprometa con el presente y el futuro de la humanidad, estimulando a las niñas de hoy a convertirse en las científicas del mañana, así como reconociendo y valorando apropiadamente el aporte de las mujeres que hoy trabajan en las distintas áreas de la ciencia. El resultado solo puede ser una mejor sociedad, en la que nadie se sienta relegado y el aporte de cada persona sea reconocido en su justa dimensión, sin importar su género ni su origen.