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Sunday 8 Sep 2024 | Actualizado a 05:32 AM

Investigaciones financieras

/ 26 de febrero de 2019 / 04:02

La legitimación de ganancias ilícitas es un delito que se encuentra tipificado en el Código Penal y es sancionado con hasta 10 años de cárcel. En el país, la Unidad de Investigaciones Financieras (UIF), dependiente del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, logró 29 sentencias en el periodo 2016-2018, que involucran a exautoridades gubernamentales, departamentales, municipales y judiciales, y personas particulares, de acuerdo con un reportaje publicado el fin de semana por La Razón.

Según la página web del Ministerio Público, la Fiscalía Especializada contra el Crimen Organizado, Legitimación de Ganancias Ilícitas y Financiamiento al Terrorismo señala que en la pesquisa de este ilícito, que tiene un impacto económico y social, se “busca sancionar a toda persona que transforme o convierta recursos, bienes o derechos provenientes de delitos de narcotráfico, corrupción, contrabando, trata y tráfico de personas, extorsiones, secuestros, asesinatos, entre otros”.

La directora General de la UIF, Teresa Morales, indica que las principales fuentes para la investigación financiera son los bancos, Derechos Reales, el Registro Único para la Administración Tributaria Municipal (RUAT) y Fundempresa (Concesionaria del Registro de Comercio de Bolivia). Sin duda, el trabajo de esta entidad es clave para la indagación de casos de difícil rastreo, por lo cual se requieren informes de inteligencia financiera y patrimonial, siendo así un aliado importante para la lucha contra actividades ilegales y,   sobre todo, contra la corrupción.

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El éxito no se analiza

/ 7 de septiembre de 2024 / 07:20

Decía César Luis Menotti, entre las tantísimas cosas inteligentes que lo distinguían acerca de su capacidad para leer-escribir el fútbol, que el éxito no se analiza. Eso significaría que el éxito puede derivar en exitismo que consiste en el exceso de celebración luego de conseguido un objetivo. No analizar en el contexto de un resultado feliz lo acontecido en un campo de juego significa que se impone la hora de tirar cohetes y descorchar botellas y que no cabe otra cosa que danzar y saltar, que gritar vivas hasta secar gargantas.

Para el lenguaje empresarial, lo acontecido en el estadio de Villa Ingenio de El Alto es un Caso de Éxito, basado en el modelo aplicado por Fernando Costas, Presidente de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) en su club, el Always Ready de La Paz, que terminó convirtiendo en equipo alteño con el propósito, finalmente conseguido, de ascenderlo a la división profesional . El pasado 20 de febrero, el llamado equipo de la banda roja le propinó una histórica goleada al Sporting Cristal del Perú (6-1) en su casa a un poco más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar, por Copa Libertadores de América. El entrenador de ese equipo era Oscar Villegas, el mismo que hace cuarenta y ocho horas debutó como seleccionador en las clasificatorias o eliminatorias que conducen hacia la Copa del Mundo a jugarse en 2026 en canchas de México, Estados Unidos y Canadá.

Contradigamos por esta vez a Menotti para diseccionar los componentes que dieron lugar a ese rotundo 4-0 con el que la verde boliviana se impuso incuestionablemente a la vinotinto venezolana. En esta misma columna, hace catorce días, se dijo que Bolivia había decidido jugar en el cielo, que subir del histórico Hernando Siles de La Paz al estadio alteño era una apuesta, en primer lugar, por maximizar la ventaja que supone desempeñarse en la altura. Pues bien, este primer argumento puesto en práctica por la FBF ha funcionado a la perfección, en tanto Venezuela decidió no ser ni la sombra de lo que había expuesto en sus partidos de Copa América y de esta misma etapa mundialista que la sitúa en el cuarto lugar de la tabla de posiciones y que hasta el partido con Bolivia estaba invicta con dos triunfos y tres empates.

La recuperación de la ventaja de jugar a cuatro miles de metros sobre el nivel del mar, por lo tanto, funcionó sin fisuras. El argentino Fernando Baptista, seleccionador de Venezuela, se mantuvo invariable, antes y después del partido, en su posición de no referirse al argumento-pretexto de la altura, exhibiendo una ética deportiva infrecuente en el mundillo futbolero caracterizado por las excusas para justificar malos resultados. Queda claro entonces: La altura juega cuando el equipo nacional sabe que hacer en la cancha haciendo valer su condición de anfitrión y en esa medida, así como Villegas supo sacarle ventaja a la ciudad y al estadio en el que jugaba cuando dirigía Always Ready, puso en evidencia su oficio, experiencia y algo que hacía muchísimo tiempo les faltaba a quienes se hacían cargo de la selección boliviana y que pasa por la actitud y el inicio de la construcción de una mística, aspectos claramente expuestos por el joven equipo por el que apostó el seleccionador.

Para completar el análisis, pensemos a continuación lo que sucede con la selección boliviana cuando queda obligada en su condición de visitante a prescindir de la ventaja de la altura. La verde debe jugar en 72 horas contra Chile en Santiago, ciudad que se encuentra al nivel del mar. Nuestra selección llega a ese partido con un abrumador antecedente: La última vez que Bolivia ganó fuera de casa fue el 18 de julio de 1993 precisamente contra Venezuela en Puerto Ordaz (7-1!!!), lo que quiere decir que su último triunfo se produjo hace 67 partidos y 31 años.

A partir de las cinco de la tarde del martes 10 de septiembre, Bolivia estará obligada solamente a pensar en el juego, en su propuesta exclusivamente futbolística frente a una selección chilena que acaba de ser pasada por encima (0-3) en Buenos Aires, por ese equipo de autor como definiera Marcelo Bielsa a la selección argentina campeona del mundo dirigida por Lionel Scaloni.

Villegas tiene clarísimo el guión de su emprendimiento. Dice que en la lista de sus prioridades figura el trabajo que demandará una década con las juveniles, pero que eso no signfica que vaya a descuidar a la selección mayor en la que finalmente, después de tanto debate reiterativo, se ha decidido apostar por una nueva generación de futbolistas que han comenzado esta nueva etapa desatando una celebración que los alteños y las alteñas se merecen. Bolivia ha sabido jugar con la altura a su favor frente a Venezuela. Ahora contra Chile debe dedicar sus esfuerzos nada más que a jugar al fútbol. Los futboleros tan proclives al exitismo, saben que esto recién comienza y que la paciencia es clave para permitir que un trabajo pensado a mediano y largo plazo pueda generar algún fruto.

Julio Peñaloza Bretel
es periodista.

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Creencias demográficas

/ 7 de septiembre de 2024 / 07:17

Estamos en un tiempo en que se tiende a creer solo en lo que ratifica nuestros deseos. Lo que los contradice es sospechoso o producto de alguna conspiración. Por tanto, nuestros esfuerzos no se concentran en analizar razones basadas en datos y menos aún en dejarnos sorprender por lo imprevisto, aunque esté sustentado, sino en seleccionar e insistir en argumentos que ratifican nuestras creencias.

Así avanza el debate sobre los resultados del censo, distrayéndonos de las cuestiones reales que esas estadísticas describen. Guerras al cohete que se sostienen porque hay intereses políticos. Resulta grotesco pensar en sus desenlaces, ¿“abrir todas las cajas” contando manualmente cada boleta censal con testigos de partidos y “cívicos”? ¿“anular el censo” para hacer otro hasta que sus resultados satisfagan a los que se sienten agraviados, que son prácticamente todos?

El corazón del conflicto es una política descompuesta que vive exclusivamente en función de la batalla electoral del 2025. El censo es para ellos únicamente un instrumento más para sacarse la mugre, como los incendios, los dólares y un largo etcétera.

Por lo pronto, intentemos alentar un debate sensato y prudente sobre los datos, por el momento parciales, pues, como ya se sabía, el resto de variables del censo estarán recién disponibles el próximo año. Los especialistas saben que será ahí donde se podrá verificar con gran precisión su consistencia técnica definitiva.

Tendríamos que estar reflexionando sobre la transformación sociodemográfica que esas cifras nos sugieren: el tránsito a un país con menor natalidad y mortalidad, por tanto con menor crecimiento de población, la desaparición de las clásicas fronteras urbano-rurales y la emergencia de conurbaciones con diversos estilos de urbanización, las nuevas practicas culturales de las clases medias o el protagonismo de las mujeres en la economía y los avances en sus autonomías.

Cambios, varios de ellos positivos y expresiones de una sociedad dinámica, que está avanzando, en la que se vive mejor que hace treinta años pese a todo, más integrada social, regional y étnicamente de lo que quisieran los que apuestan a su fractura.

Un país que tampoco es una excepción o una anomalía, que está experimentando a su modo procesos que ya pasaron en la región hace más de dos décadas. Es decir, lo extraño habría sido seguir creciendo en población a las mismas tasas del anterior siglo, como si nada hubiera pasado: la tasa de crecimiento anual intercensal entre 1992 y 2001 fue de 2,7%, de 1,7% entre 2001 y 2012 y de alrededor del 1% entre 2012-2022. La tendencia es clara.

Era previsible que la dinámica demográfica tenía que reducirse en las zonas urbanas centrales, pobladas mayoritariamente por clases medias y personas de mayor edad, mantenerse elevada o acelerarse en los conurbados urbano-rurales aledaños a los centros, donde hay aún mayor movilidad y migración interna, y reducirse en las zonas rurales más alejadas. Los datos lo ratifican.

Por ejemplo, la ciudad de La Paz ya evidenció esa tendencia en 2012 y se ratificó en este año, su población se reduce, lo cual se verifica con información de otras fuentes: en 2000, los establecimientos escolares de la ciudad albergaban a 234.000 estudiantes, en 2023 ese número se redujo a 185.000 según el Ministerio de Educación. Las mismas estadísticas muestran una desaceleración del crecimiento de la matricula desde 2016 en El Alto después de un gran salto y en Santa Cruz de la Sierra a partir de 2019.

Otro ejemplo: el padrón electoral, que ratifica grosso modo tendencias que algunas personas insisten en no creer: ya no somos una sociedad con gran número de niños y niñas, la población en edad activa y que puede votar está aumentando, como lo sugiere el dato censal de población contrastado preliminarmente con el padrón. En Perú y Ecuador, por tomar dos casos, la población mayor a 18 años representa el 70%, como ahora en Bolivia, y en Argentina 74%.

A todos esos fenómenos, los demógrafos le llaman transición demográfica. Por supuesto, esos razonamientos precisan ser confirmados, evaluados y contextualizados en los diversos escenarios socioterritoriales del país. Hay que hacerlo, si las discrepancias se refieren a esas preguntas, todos ganaremos, lo otro es instrumentalización política y pérdida de tiempo.

Armando Ortuño Yáñez
es investigador social.

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El terreno baldío de internet

/ 7 de septiembre de 2024 / 07:13

En enero, tuve la extraña experiencia de asentir junto con el senador Lindsey Graham, de quien generalmente se puede confiar en que está equivocado, mientras reprendía al supervillano Mark Zuckerberg, director de la empresa matriz de Facebook, Meta, sobre el efecto que sus productos tienen en los niños. «Tienes sangre en las manos», dijo Graham.

Esa noche, moderé un panel sobre la regulación de las redes sociales entre cuyos participantes se encontraba la fiscal general de Nueva York, Letitia James, una cruzada progresista y quizás la antagonista más efectiva de Donald Trump. Su posición no era tan diferente de la de Graham, un republicano de Carolina del Sur. Existe una correlación, señaló, entre la proliferación de algoritmos adictivos en las redes sociales y el colapso de la salud mental de los jóvenes, incluidas tasas crecientes de depresión, pensamientos suicidas y autolesiones.

Debido a que la alarma sobre lo que las redes sociales les están haciendo a los niños es amplia y bipartidista, el psicólogo social Jonathan Haidt está abriendo puertas con su nuevo e importante libro, La generación ansiosa: cómo el gran recableado de la infancia está provocando una epidemia de enfermedades mentales. El cambio en la energía y la atención de los niños del mundo físico al virtual, muestra Haidt, ha sido catastrófico, especialmente para las niñas.

La adolescencia femenina ya era una pesadilla antes de los teléfonos inteligentes, pero aplicaciones como Instagram y TikTok han acelerado los concursos de popularidad y los estándares de belleza poco realistas. (Los niños, por el contrario, tienen más problemas relacionados con el uso excesivo de videojuegos y pornografía). Los estudios que cita Haidt, así como los que desacredita, deberían acabar con la idea de que la preocupación por los niños y los teléfonos es solo un pánico moral moderno, similar al lamento de generaciones anteriores por la radio, los cómics y la televisión.

Pero sospecho que muchos lectores no necesitarán ser convencidos. La cuestión en nuestra política no es tanto si estas nuevas tecnologías omnipresentes están causando un daño psicológico generalizado como qué se puede hacer al respecto.

Hasta ahora, la respuesta ha sido no mucho. La ley federal de seguridad infantil en línea, que fue revisada recientemente para disipar al menos algunas preocupaciones sobre la censura, tiene los votos para ser aprobada en el Senado, pero ni siquiera ha sido presentada en la Cámara. Pero aunque parece probable que la ley se apruebe, nadie sabe si los tribunales la ratificarán.

Sin embargo, hay medidas pequeñas pero potencialmente significativas que los gobiernos locales pueden tomar ahora mismo para lograr que los niños pasen menos tiempo en línea, medidas que no plantean ningún problema constitucional. Las escuelas sin teléfono son un comienzo obvio, aunque, en un perverso giro estadounidense, algunos padres se oponen a ellas porque quieren poder comunicarse con sus hijos si hay un tiroteo masivo. Más que eso, necesitamos muchos más lugares (parques, patios de comidas, salas de cine e incluso salas de videojuegos) donde los niños puedan interactuar en persona.

Si queremos empezar a desconectar a los niños, debemos ofrecerles mejores lugares adonde ir.

Michelle Goldberg
es columnista de The New York Times.

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Bolivia celebra dos hitos educativos

/ 7 de septiembre de 2024 / 07:08

El 8 de septiembre es una fecha relevante para Bolivia, pues conmemoramos dos hitos que reflejan el avance de nuestro país en materia educativa: el Día Internacional de la Alfabetización, promovido por la UNESCO desde 1967, y el Día Nacional de la Educación Alternativa. Estas celebraciones nos invitan a reflexionar sobre los desafíos que aún persisten en la lucha por garantizar una educación inclusiva y de calidad para el país.

En 2008, Bolivia fue declarada “Libre de Analfabetismo” por la UNESCO, un logro importante que fue posible gracias a programas “Yo Sí Puedo” y “Yo Sí Puedo Seguir”, implementados desde 2006. Estos esfuerzos permitieron reducir la tasa de analfabetismo del 13,3% en 2001 al 2,16% en 2021, alfabetizando a más de un millón de personas. Este avance coloca a Bolivia entre los países con las tasas de analfabetismo más bajas de Sudamérica, cumpliendo con los compromisos internacionales y demostrando el poder transformador de la educación.

La alfabetización no solo fue para la lectura y escritura de personas, sino que también ha contribuido a la igualdad de género, la erradicación de la pobreza extrema, el fortalecimiento de las capacidades productivas y el ejercicio pleno de los derechos de los sectores vulnerables, incluidos los pueblos indígenas.

Desde 1914, líderes indígenas como Marcelino Llanque, Leandro Nina y Rufino Willca dirigieron escuelas clandestinas e indígenas, con el propósito de liberar al “indio” de la opresión. Estas iniciativas dieron lugar a la emblemática Escuela Ayllu de Warisata en 1931, una experiencia educativa que trascendió las fronteras de Bolivia.

El primer Congreso Indigenal de 1945, bajo el lema “Tierra, Libertad y Educación”, sentó las bases para la Revolución de 1952, misma que dio origen al Código de Educación Boliviana en 1955, donde se reconoció formalmente la Educación de Adultos. En 1969, se dio un paso más con la creación de los Centros de Educación Media Acelerada (CEMA) y el Instituto Boliviano de Aprendizaje (IBA), que brindaron oportunidades educativas en busca de superación personal y profesional.

Desde 2003, la educación alternativa se institucionaliza como un ámbito principal dentro del Sistema Educativo Plurinacional (SEP), y con la Ley de Educación 070 “Avelino Siñani – Elizardo Pérez” se consolidó como una educación transformadora, liberadora y productiva. Este enfoque abarca la alfabetización, la educación técnica y tecnológica, la educación permanente, la educación a distancia para migrantes bolivianos y la certificación de competencias de organizaciones productivas.

Con miras al Bicentenario de Bolivia en 2025 y a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030, es fundamental fortalecer los Centros de Educación Alternativa (CEA) a través de la Educación de Personas Jóvenes y Adultas y la Educación Permanente. Este esfuerzo requiere una profundización en la implementación de programas dirigidos a productores, organizaciones sociales, pueblos indígenas, migrantes y sectores vulnerables, mediante modalidades educativas flexibles y no escolarizadas. Es necesario responder a nuevas demandas, como la alfabetización digital y financiera, la capacitación para el trabajo, el emprendimiento y el liderazgo comunitario, entre otros desafíos que deberán abordarse en el próximo Congreso Plurinacional de Educación de este año.

En el Día Internacional de la Alfabetización y Día Nacional de la Educación Alternativa, Bolivia celebra sus logros y reafirma su compromiso con una educación a lo largo de la vida y se tiene la tarea de seguir construyendo un futuro mejor hacia la consolidación del Estado Plurinacional de Bolivia.

Reynaldo Yujra Quispe es investigador y exdirector General de Educación Alternativa de Bolivia.

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Somos cuatro gatos

/ 6 de septiembre de 2024 / 08:33

La presentación de los resultados del Censo 2024 desató otra discordia nacional por las cifras que se presentaron. Como no soy técnico ni político, no entraré en juicios técnicos de algo que no sé. Pero me atreveré a reflexionar sobre dos temas emergentes de esas cifras, aunque estas varíen en mayor o menor medida.

Primero. Desde algunas décadas la ciudad de La Paz está decreciendo en su población. Somos menos habitantes, aunque crezca la mancha urbana o se sigan construyendo más edificios. No es un dato nuevo. Pero ¿porqué? Una explicación es la tendencia mundial del decrecimiento poblacional. Pero, ¿porqué otras ciudades bolivianas crecen y nosotros no? Va mi respuesta: Muchos se van de La Paz por ser la sede de gobierno de una sociedad de mentalidad binaria (indios vs. blancos, izquierda vs. derecha, campo vs. ciudad, etc.) con escasa cultura ciudadana, política y social. Nadie quiere vivir en un campo de batalla con interminables manifestaciones de odio y frustración todos los días. Las otras ciudades capitales del eje troncal se libraron de la sede de gobierno.

Segundo. Somos en Bolivia apenas doce millones de habitantes, amontonados en cuatro ciudades, sobre un enorme territorio con extraordinarias riquezas.  Somos cuatro gatos incapaces de administrar razonablemente nuestro desarrollo porque la relación población/territorio es absurda.  Ya son doscientos años de incapacidad manifiesta y, nuestro estado (de izquierda o de derecha, de blancos o de indios), nunca pudo trazar un futuro. Y, aparte de incompetentes, somos cuatro gatos con odios centenarios.

Por eso, la gran tarea de las próximas generaciones es: construir un estado apropiado y resiliente para el siglo XXI. Para ello, se debe abrir un debate tecno/político para redefinir algunos artículos de la nueva CPE que inducen al pensamiento binario; y se debe reestructurar la tercera parte de la constitución transformando la territorialidad existente hacia un reordenamiento socio/espacial forjador de una nueva sociedad; pero con pensamientos académicos, ya no más con los mecanismos de la política criolla. Sin duda, una monumental tarea para la sociedad civil. Ello implicaría abrir el debate sobre migraciones, sobre centralismo o federalismo, sobre los poderes globales de la droga y la tecnología, sobre apertura económica y cultural, sobre si queremos ser ciudadanos globales o simples parias locales, etc.

Mi lectura del Censo 2024 no se pierde en conteos miserables. Esas cifras gritan que ya es hora de superar las taras de una Bolivia atrasada por obtusas prácticas coloniales, antes de ver todo nuestro territorio chamuscado y nuestra población diezmada por los enconos de siempre.

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