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La agenda del Lamborghini

La precarización de la vida en esta época de “modernidad líquida”, de la que hablaba Zygmunt Bauman, está presente en la política.  La pérdida del hábito de la lectura, del razonamiento crítico, de la capacidad del pensamiento abstracto, nos ha llevado al pensamiento binario (si/no), (blanco/negro) y ha contribuido no solo a la desideologización, sino también al primitivismo político. La sustitución de los medios tradicionales de comunicación por las redes sociales han contribuido a que cualquier mentira se convierta en verdad fácilmente. Por otra parte, en las redes no existe espacio para desarrollar las ideas, por lo que predomina la imagen y los sentimientos. Por estos medios se transmiten sensaciones, se agitan instintos primitivos y conocimientos básicos y elementales, sin mayor nivel de complejidad. El público no solo está bombardeado por noticias falsas y/o manipuladas, sino que tiene a su vez el libertinaje de insultar o decir lo que quiera sin filtro alguno o un umbral ético que la información requiere. (Esto también lo denunció Humberto Eco)

La “memecracia”, o la política construida en las redes sociales, ha sido una de las más efectivas herramientas dentro de la guerra psicológica de la que habla Gene Sharp en su libro sobre los “golpes blandos” contra regímenes contrarios al poder imperial. Así como en su momento la radio fue importante en el ascenso al poder de personajes como Hitler o Mussolini, hoy no se podrían explicar las victorias del brexit, en Gran Bretaña, la oposición a los acuerdos de paz en Colombia, o la victoria del No en Bolivia, sin los bulos o fake news que se asumen como verdades. Tampoco se podría explicar que políticos como Duke o Bolsonaro hayan llegado al gobierno sin estas prácticas.

El último caso de bulo es el del Lamborghini, automóvil de lujo que supuestamente tenía como destino el Chapare. Sin ningún indicio, sin ningún sustento, los terroristas digitales de la oposición inventaron la noticia del “Lamborghini para el Chapare”.  Los periódicos funcionales a la oposición inmediatamente se hicieron eco de tamaña estupidez y también los canales de televisión y radios.  Bajo el estereotipo que en el Chapare se fabrica droga y no se cultiva la tierra, se dio por sentado que el Lamborghini era para algún cocalero. Y para hacer más impactante la mentira, dijeron que era propiedad de Leonardo Loza, dirigente que se transporta en flotas y truffis. Tal fue de irracional la mentira, que la propia Aduana Nacional, violando la confidencialidad legal a la que está obligada, tuvo que informar a quién pertenecía el Lamborghini: un consorcio empresarial de la ciudad de Cochabamba. Mientras en Santa Cruz, los miembros de la logia “Caballeros del Oriente” se robaban nada menos que Bs 54 millones de la cooperativa Cotas, la prensa al servicio de la oposición se dedicaba a hacer escarnio con el Lamborghini. Esto no es nuevo, recordemos las noticias que daban por vivo al hijo del presidente en el caso Zapata; que daban por cierto que Zapata era gerente de CAMC, o que se habría beneficiado con Bs 500 millones a costa del Estado. A tales extremos llegó la oposición que alquiló un niño para hacerlo pasar como hijo del presidente Morales, acto inmoral que por supuesto la prensa cipaya jamás cuestionó.

En esta época de modernidad líquida, de precariedad de la comunicación social, de la política, no se salva ni la música, que desde Beethoven ha descendido hasta Maluma, en un grado de involución impresionante. Como el tiempo se desenvuelve en círculo,  de aquí a poco, volveremos al inicio de este arte, cuando la música era solo el tam, tam de los tambores.

* Abogado.