López Obrador, las guerras y las armas
La guerra contra el narcotráfico provocó que las importaciones de armas en México aumentaran en 40%.
Días atrás, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cumplió 100 días de gobierno en México, siendo el presidente mejor valorado de los últimos 30 años, con un 78% de aprobación, según Mitofsky; en tanto que el Índice de Confianza del Consumidor ha logrado su mayor nivel desde 2001. Y, con mayoría en las dos cámaras legislativas, “gobernar” le resulta extraordinariamente fácil.
Pero al mismo tiempo, organismos multinacionales han reducido sus pronósticos de crecimiento del PBI mexicano. Por caso, el FMI y la OCDE auguran un 0,5% menos que su pronóstico anterior, dejándolo en 2% y 2,3% para el 2019 y 2020, respectivamente. Más preocupante es que Standard & Poor’s haya bajado su perspectiva de calificación de estable a negativa de México, sobre todo debido a que AMLO decidió cancelar la reforma energética iniciada por su antecesor, reduciendo la participación privada y generando una caída en la inversión y la confianza.
López Obrador quiere fortalecer a la empresa petrolera estatal Pemex (un ejemplo de ineficiencia y corrupción), al mismo tiempo que impulsa medidas “contra la corrupción”. También busca combatir los precios elevados, producto del desabastecimiento, los impuestos, la corrupción en la petrolera estatal y el huachicoleo (robo de combustible que se lleva alrededor del 20% de la producción).
Por otro lado, AMLO ha aprobado simbólicas pero loables medidas de austeridad, como renunciar al coche y al avión presidenciales, reducir en 40% su sueldo, retirar la pensión vitalicia de los exgobernantes, limitar el número de asesores políticos y los viajes al extranjero, cancelar los bonos y los coches oficiales, reducir a la mitad el presupuesto publicitario y limitar la renovación de equipos en las oficinas públicas. Pero todo este ahorro lo va a dilapidar en asistencialismo, limosnas que no van al fondo del problema de desocupación y pobreza.
También es loable que para combatir la inseguridad haya cambiado el paradigma, y haya anunciado que la guerra contra el narcotráfico “se ha terminado”. Para ello prevé legalizar el consumo de la marihuana y la amapola, e impulsar una polémica amnistía en favor de los líderes de los cárteles. Se trata de “una estrategia que no se base exclusivamente en el uso de las fuerzas públicas, sino también en programas sociales”.
Pero este plan contempla la creación de una nueva fuerza, la Guardia Nacional, lo que ha sido duramente criticado por organismos internacionales que denuncian que servirá para perpetuar a los militares en las calles.
Según estimaciones del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), entre 2014 y 2018 la guerra contra el narcotráfico (iniciada en 2006) provocó que las importaciones de armas en México aumentaran en un 40%, situando al país como el primer comprador latinoamericano y el 34º a escala mundial. Aunque el aumento más notable fue el de Nicaragua, que multiplicó sus compras —a Rusia— por ocho durante ese mismo periodo. En tanto que Venezuela cortó totalmente en 2017 y en 2018 las importaciones, a raíz de la severa crisis económica que atraviesa.
Ahora, hablando de armas, Arabia Saudí es el principal comprador global (gasta el 10% de su PIB en defensa, el mayor porcentaje a nivel mundial), lo que podría explicar por qué la condena a sus autoridades por el crimen del periodista Khashoggi nunca se concretó. El país árabe, con el 0,4% de la población mundial, recibió casi la octava parte —el 12%— de todas las importaciones globales de armas durante el último lustro, siendo su el principal proveedor Estados Unidos, el mayor exportador de armamento en el mundo, responsable del 36% del tráfico global..