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Friday 6 Dec 2024 | Actualizado a 00:57 AM

El rostro de dos tiempos

Las urbes requieren cambios profundos, pero también nuevos conceptos de vida ciudadana.

/ 28 de marzo de 2019 / 03:43

Una ciudad es un conjunto inimaginable de espacios que guardan un pasado y muestran un presente riguroso de nuevas concepciones de acción, muchas de ellas inimaginables por la permanente transformación que exigen estos tiempos. Cambios que, desde nuestra perspectiva, pueden tener efectos contrarios y convertirse en un paradigma de un presente hasta caótico.

Si bien en esta época se busca una nueva imagen de ciudad del siglo XXI, apoyada en una arquitectura casi desafiante en sus conceptos y formas, ésta parece haber olvidado las obras relevantes del pasado, pues muchas son derruidas a sabiendas de su valor histórico, sin tomar en cuenta que con una buena restauración se puede subsanar su deterioro.

A pesar de que, por lo general, nuestros aportes han estado dirigidos a las nuevas concepciones de la urbe del siglo XXI, en ningún momento respaldamos que una ciudad no respete su pasado, porque sería negar el significado de su memoria.  Aunque el presente se muestre riguroso en imponer nuevas ideas para convertir a una urbe en única, eso no niega que ésta acoja diferentes tiempos, vale decir, las obras del pasado y del presente, que conjunta e innegablemente hacen una verdadera ciudad.

Si retrocedemos en el tiempo hasta la antigua Troya, la historia da cuenta de que esta ciudad desapareció y dio lugar a otra nueva, pero con ello también se fue la riqueza de su sentido. De ahí que las urbes requieren cambios profundos, pero también nuevos conceptos de vida ciudadana. Al respecto, en el mundo hay ciudades, como en Europa, que cuidan celosamente la arquitectura de su pasado, ya que ésta representa su evolución. De igual forma son respetuosas de los conceptos básicos de su planificación e imagen urbana, porque buscan mantener una coherencia formal entre el pasado y el presente, para que su población se sienta orgullosa de su vivir ciudadano. Un hecho que va en contraste con las ciudades asiáticas, que están rompiendo definitivamente con el pasado y, conforme a ello, planifican un futuro lleno de cambios radicales, a lo que se suma la veloz construcción de sus edificios.

Cabe preguntarse: ¿acaso esas realidades no llevan a pensar en que debieran mantenerse ciertas obras de valor arquitectónico para no perder “el aura singular” de las ciudades? En La Paz, resulta alarmante que en los últimos dos años se hayan demolido varias edificaciones del pasado, olvidando su valor y significado. Un acto que anula toda sensibilidad que conlleva comprender a una ciudad de dos rostros o tiempos, pues cada uno forma parte de una mirada coherente hacia el futuro. Si esto se entendiera, dejarían de desaparecer edificaciones antiguas para sustituirlas por edificios, muchos de los cuales no presentan una estética relevante.

Hace pocos días, caminando por la acera superior de la plaza Murillo, observamos que aún existe un número respetable de viviendas del pasado, las cuales, si bien se muestran muy deterioradas, mantienen una imagen particular. Recordemos que esta ciudad laberíntica, esencialmente en ciertos barrios, es muy distinta a la urbe planificada, la cual busca seguir edificando nuevas obras como un paradigma del presente y que contrasta con aquellos pequeños inmuebles que aún sobreviven, como en las calles Indaburo y Bolívar, y que llevan impregnadas las huellas históricas del pasado, una cualidad que debiera motivar a su conservación y restauración.

Para terminar, la comprensión de la arquitectura de ayer y de hoy nos lleva a asegurar que no es necesaria la incisión de elementos destructivos de la imagen de nuestra ciudad, amenazada por la actual esquizofrenia de la demolición desmedida de obras arquitectónicas que han contribuido a construir la historia de La Paz.

* Arquitecta.

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Los Ángeles, ciudad mosaico de culturas

Patricia Vargas

/ 22 de noviembre de 2024 / 06:00

Los Ángeles, una de las ciudades más emblemáticas de Estados Unidos, fue fundada en 1781 por colonos españoles en honor a la Virgen María. Su nombre original, Nuestra Señora la Reina de los Ángeles, terminó en convertirse en una gran metrópolis.

La historia relata que esa ciudad fue una llanura semiárida dependiente de un recurso vital: el agua. En 1913, la construcción de un acueducto —transportador de aguas desde el río Owens— permitió el crecimiento acelerado de la ciudad. Los antiguos senderos indígenas se transformaron primero en cañadas ganaderas y luego en tierras de cultivo de frijoles, para luego ser urbanizados en su totalidad.

Aunque originalmente no contaba con un puerto, explosiones en Dead Man’s Island permitieron la creación del puerto de aguas profundas de Wilmington-San Pedro, ubicado en una llanura semiárida con un nivel freático reducido, el cual fue la clave para su desarrollo.

Durante los primeros años del siglo XX, el crecimiento de la ciudad se aceleró gracias al tranvía eléctrico que facilitó la expansión urbana. Una etapa fundamental en la evolución de Los Ángeles, que, en la tercera década del siglo XX, ya contaba con una población de tres millones de habitantes.

Entre 1930 y 1941, la ciudad vivió su “época de oro”, marcada por la creación de los estudios de Hollywood, que internacionalizaron a Los Ángeles y cambiaron su rostro. Tiempo en el que, arquitectos pioneros adoptaron el estilo moderno y con ello moldearon el paisaje e imaginario de esa ciudad. Un hecho que colaboró en convertirla en atractiva para la vida urbana efervescente.

Pero no se debe omitir que fueron tiempos que aparecieron los letreros de neón, que comenzaron a proliferar en las calles, dotando a la ciudad de una originalidad inconfundible. Esto último, considerado por muchos como el símbolo de esa gran ciudad.

A lo largo de los años 30, Los Ángeles se transformó de una tierra de campos de frijoles al famoso Beverly Hills de Hollywood. Un centro neurálgico del entretenimiento y de la cultura popular, que consolidó a la ciudad como una verdadera “fábrica de sueños”. Lo singular es que su población fue parte protagonista de innumerables películas. Una realidad que la integró en el imaginario del cine.

De esa manera, Los Ángeles se estableció como la ciudad de Norteamérica donde la realidad y la fantasía se entrelazaban, pero también como el lugar que albergaba tanto corrupción como inocencia.

Durante la Segunda Guerra Mundial, esa urbe experimentó un crecimiento económico acelerado, gracias a la consolidación de la industria aeronáutica y al suministro inagotable de electricidad.

A mediados del siglo XX, Los Ángeles comenzó a experimentar un crecimiento exponencial de su población, caracterizada por una notable diversidad de identidades —anglosajona, mexicana, asiática, entre otras—. Esto, gracias a las reformas de Inmigración y Nacionalidad que, en 1965 puso fin a las cuotas basadas en la nacionalidad, lo cual permitió un mayor flujo de inmigrantes de diversas partes del mundo.

De esa manera esa metrópolis, se convirtió así en un mosaico de culturas, con un crecimiento poblacional tan dinámico que comenzó a ser conocida como la ciudad de las múltiples nacionalidades. Hoy, Los Ángeles es una urbe global, con más de 80 idiomas hablados en sus calles y una representación de las culturas más importantes del mundo.

Debido a esa característica, Los Ángeles fue apodada como la ciudad de Oz por lo centelleante de su entorno y las decenas de razas e identidades que allí conviven.

Patricia Vargas es arquitecta.

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Lo híbrido en la ciudad

Patricia Vargas

/ 7 de noviembre de 2024 / 06:02

Hoy, las ciudades son los escenarios donde convergen diversas realidades, no solo en el contexto urbano formal, sino también en su rica y variada morfología. Esta pluralidad se sostiene en las múltiples formas de vida urbana.

Las imágenes cambiantes, que revelan la hibridación de culturas que habitan en estos espacios, generan una nueva representación de la sociedad contemporánea. Esta última, dentro de singularidades sorprendentes.

Pero no se debe omitir que la tecnología informacional también interviene en la configuración urbana de las ciudades modernas.

Esta realidad muestra que las imágenes urbanas contemporáneas no solo sorprenden, sino que, en algunos casos, están saturadas de una diversidad de expresiones formales. Allí donde coexisten sociedades de diversas culturas, la profusión de costumbres se convierte en el nuevo significado de la vida urbana, enriquecida por la efervescente y dinámica cotidianidad de las metrópolis.

No debe olvidarse que esas metrópolis están pobladas por individuos de múltiples razas, de cuyas interacciones surgen distintas historias que allí se inscriben. Este fenómeno contribuye a definirlas como constructoras de un nuevo significado del espacio urbano.

Esta realidad ha enriquecido y transformado a sus sociedades, donde el mestizaje cultural les confiere una notable riqueza y diversidad. Todas estas culturas conviven en una nueva sociedad, en la cual lo híbrido se presenta como su rasgo más relevante.

Esto es aún más evidente en barrios que no responden a imágenes de catálogo. Por el contrario, la diversidad social que compone la ciudadanía busca construir un espacio nuevo con expresiones culturales propias. Vale decir, una realidad genuina, no fabricada ni forzada en su concepción.

Así, lo híbrido explora nuevas maneras de entender la vida contemporánea. Esto se refleja en imágenes que expresan la singularidad de ciertos hábitos y costumbres de las diversas sociedades que conviven en estos espacios. Todo esto se ha convertido en una potencialidad social que podría hasta adquirir, progresivamente, un carácter universal.

Es evidente que se están construyendo sociedades en las que convergen múltiples razas, lo que ofrece nuevas y variadas potencialidades urbanas, gracias a la diversidad de culturas que albergan.

Así, el encuentro entre diferentes sociedades permite afirmar que lo híbrido se manifiesta en lo indeterminado. Una realidad que está transformando a las sociedades en los países desarrollados donde se brinda la oportunidad de reinventar lo establecido.

Este fenómeno también favorece la integración de los distintos universos de la vida urbana, concebidos como cruces culturales.

La Paz es una ciudad que relata su historia a cada paso. Sus múltiples realidades, forjadas a lo largo del tiempo, podrían enriquecerse al proyectarlas hacia el futuro con enfoques contemporáneos.

Estas manifestaciones también reflejan la sociedad y los hábitos de sus habitantes. Este marco muestra que la sociedad actual está en transformación, inspirando una visión de futuro que respeta sus singularidades.

No obstante, será necesaria una integración entre identidad y visión de futuro para construir un marco de comprensión de la vida ciudadana en la actualidad. Este proceso deberá ir acompañado de los valores que representan el habitar citadino.

Ambos criterios se deben desarrollar bajo principios de evolución acordes a los nuevos tiempos, inspirando a La Paz a transformarse en una ciudad del futuro que respeta su identidad.

Es evidente que vivimos tiempos, donde lo particular de lo híbrido en la sociedad juega un papel importante en la configuración de la ciudad.

*Patricia Vargas es arquitecta

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La ciudad mágica

/ 25 de octubre de 2024 / 06:00

Praga es históricamente considerada un tesoro de la arquitectura gótica, sin dejar de lado las importantes obras de arte que albergan sus museos. Su arquitectura, que combina estilos gótico y barroco, incluye edificaciones que permanecieron abandonadas hasta tiempos recientes. Situada a orillas del río Moldava, Praga ha sido reconocida como una de las ciudades más bellas de Europa.

Denominada también ciudad dorada, es la ciudad medieval que presenta una muestra casi enciclopédica de obras de arquitectura. Una imagen arquitectónica que se ha convertido en una de las más bellas de Europa, esencialmente por sus obras de estilo gótico,

Algunos escritos afirman que la riqueza de ciertas obras de arquitectura en Praga, reflejan la gran sensibilidad con que fueron concebidas. Sin embargo, el paso del tiempo y los cambios políticos provocaron el deterioro de muchas de estas construcciones debido a su abandono. A pesar de ello, hoy la mayoría de estas edificaciones fueron restauradas.

Lo singular de la historia de Praga es el papel fundamental de su río, que contribuyó a su desarrollo y subsistencia. Además, el escritor Václav Havel, quien en 1989 se convirtió en presidente de la República Checa, fue clave en la conquista de la libertad de la ciudad.

Al valor arquitectónico de sus edificaciones y su arte gótico, se añade el hecho de que el renacimiento intelectual, durante el reinado de Rodolfo II (finales del siglo XVI y principios del XVII), heredó importantes obras que hoy se constituyen en una parte fundamental de la riqueza cultural de Praga. Ese emperador era un ávido coleccionista de arte, objetos antiguos y curiosidades. Su colección incluía obras de arte de toda Europa, instrumentos científicos y objetos relacionados con la alquimia.

En esa época, Praga se convirtió en un imán para artistas e intelectuales de toda Europa, en gran parte debido a las obras adquiridas por Rodolfo II. Él encargó grandes pinturas de artistas italianos, que fueron transportadas a través de los Alpes. Entre estas obras destaca un retrato suyo, una singular pintura del siglo XVI creada por el artista surrealista Giuseppe Arcimboldo, quien representó el rostro del emperador a través de una composición de frutas y verduras.

La historia relata que, para Rodolfo II, el arte era su mayor pasión, aunque también se interesaba por otras prácticas, como diversas formas de magia. Esto último le dio a Praga un sentido esotérico. Un ejemplo de ello es el Callejón Dorado, una callejuela que transmite un ambiente mágico con sus casas de colores, su historia y su ubicación dentro del Castillo de Praga.

Por todo esto, Rodolfo II —un personaje complejo, cuya figura sigue despertando interés en la actualidad— es recordado por haber legado a Praga una era de gran atractivo en toda Europa, la cual perdura hasta nuestros días y ha contribuido a dotar a la ciudad de un singular valor político y cultural.

Praga es considerada hoy una ciudad mágica, que cuenta con un centro urbano impregnado de historias de valor singular del pasado. Lo singular de todo ello es que allí se haya estrenado la ópera Don Giovanni, del compositor Wolfgang Amadeus Mozart.

Para terminar, Praga es una ciudad que destaca por sus valiosos atributos urbanos y su oferta de importantes exposiciones de arte, lo que le ha otorgado un gran prestigio y la ha posicionado como una de las ciudades más visitadas, especialmente por su rica historia relacionada con el arte y la magia. Asimismo, porque actualmente, es reconocida como el centro del desarrollo del urbanismo.

Patricia Vargas es arquitecta.

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La Plaza del Bicentenario II

/ 11 de octubre de 2024 / 06:00

Las plazas son parte de la esfera pública de las ciudades, sin embargo, en los últimos años parecieran estar en el olvido, también en las ciudades desarrolladas. Una situación que debería llevarnos a cuestionar dónde se concentra la población o a dónde se ha trasladado la vida efervescente de las urbes. La respuesta parece estar: en los espacios abiertos de callejuelas en las que se desarrollan diversas actividades culturales.

En estos sitios, la población exhibe sus particularidades a través de eventos artísticos y culturales que tienen lugar por corto tiempo. Estas exposiciones itinerantes le dotan de gran valor al espacio público.

Evidentemente, las sociedades han desarrollado una vida urbana que refleja una creciente necesidad de contacto con las áreas públicas abiertas. Esto se debe a que la población, esencialmente citadina, ha comenzado a convertirse en asidua a los nuevos espacios urbanos. Una realidad que invita a las ciudades a crear más de ellos, para que allí las manifestaciones culturales enriquezcan a la comunidad con diversas formas de arte.

De esta manera, esos espacios públicos se han convertido en parte integral de las prácticas sociales contemporáneas.

La Plaza del Bicentenario, que articula la columna vertebral de La Paz, que baja desde El Prado hasta la Av. Arce, inspiró la idea de proyectar una plataforma como espacio abierto para acoger actividades expositivas temporales, con una duración de dos o tres días, dada su idoneidad para albergar este tipo de eventos. Así, tendría lugar su conversión en un espacio cultural abierto.

Este interesante entorno urbano debiera invitar a una nueva forma de vida urbana, en contacto con los espacios abiertos, y en particular con el arte expositivo. De este modo, llevar al transeúnte a un encuentro con la cultura y el paisaje urbano de su entorno.

La Paz contaría con un espacio atractivo adicional, que permitiría a la población sensibilizarse a través de las diversas muestras que allí se desarrollen. Un lugar abierto donde se desplieguen las diferentes manifestaciones artísticas que ofrece la ciudad, a partir de un carácter flotante y transitorio.

De esta manera, ese espacio sería aprovechado —por su ubicación y entorno— para una serie de presentaciones. Podría, por ejemplo, exhibir ejemplares de libros históricos por solo 24 horas; presentar algunos ejemplares de los bellos bordados de la calle Sagárnaga; exponer pinturas singulares; obras de teatro al aire libre, conciertos nocturnos y mucho más.

Esto lo llevaría a convertirse en un lugar en constante transformación, que atraiga e invite a la participación. Más aún, sería una oportunidad para conocer la vida productiva de Bolivia en sus casi 200 años de vida.

La Plaza del Bicentenario se convertiría así en un espacio urbano vivo y dinámico, que podría convocar a la ciudadanía, especialmente a los jóvenes universitarios, quienes hoy, lamentablemente, parecen haber optado por usar la puerta trasera del Monoblock debido a la intransitabilidad del acceso principal.

Esta plaza debería formar parte de la planificación urbanística contemporánea de la ciudad de La Paz. Su función tendría que ser facilitar el contacto social y el intercambio cultural, pero, en absoluto, ser un mercado más de la urbe.

La Paz está cansada de tanto comercio y tiene el derecho de contar con un espacio para el caminante; un lugar de los tiempos contemporáneos, que relate, por ejemplo, la historia de un siglo de esta ciudad, la capital política de Bolivia.

Patricia Vargas es arquitecta.

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Ciudad escrita II

/ 27 de septiembre de 2024 / 00:11

A lo largo de la historia, la ciudad ha inspirado a escribir sobre ella no solo por sus valores históricos, sino también por los aspectos únicos de su identidad y vida cotidiana. Diferentes caminos que reflejan tanto los relatos de su historia como las observaciones de su cotidianidad urbana.

Criterios que parecen describir a una ciudad como La Paz, donde sus cualidades y realidades emergen a flor de piel, fruto de su dinámica diaria. También de las huellas del pasado que, al evolucionar, se convirtieron en verdades, algunas de ellas lamentables. Aun así, estas verdades forman parte de las características vivas y únicas de La Paz.

Sin embargo, no se pueden ignorar las diversas perspectivas y relatos que surgen del acontecer de su vida urbana. En medio de su caos, la ciudad narra miles de historias que se entrelazan en los espacios públicos, donde la población lucha por sobrevivir, comercializando lo que sea necesario. Son lugares donde las diferentes realidades no deberían estar excluidas de nuevas ideas de solución.

La Paz es una ciudad esencialmente practicada por sus habitantes, donde el paisaje arquitectónico del centro urbano vibra al ritmo de la existencia cotidiana y su constante movimiento. Esto abarca no solo el trabajo, sino también los momentos de ocio de sus habitantes.

De esa manera, la compleja trama del quehacer diario en esta ciudad pareciera asemejarse a una partitura musical que busca dar voz a una urbe que requiere de cambios, tanto en su concepción como en su construcción. A pesar de esa característica, la efervescencia de la vida urbana es una realidad vinculada con aspectos tanto positivos como negativos. Una situación que seguramente se repite en otras ciudades del mundo, a diferentes escalas y singularidades.

Esta es una ciudad vibrante, donde una infinidad de actividades se entretejen día a día y son capaces de construir relatos únicos para cada uno de sus habitantes.

Hoy, La Paz se presenta con un rostro caótico, sumamente politizado y conflictivo. De esa forma, la agitación de su vida urbana parece ahogar cualquier pensamiento crítico. Una ciudad con vida propia y no creada por sus pensadores.

Independientemente de aquello, La Paz parece desafiar todo lo que significa equilibrio y uniformidad. Aquí, el paisaje de la modernidad deja sentado que el espacio sin secretos no existe, mucho menos los lugares que conservan un trazo urbano original.

La mayoría de los espacios y algunas edificaciones del pasado, dentro de un ritmo irreverente de formas, colores y estructuras, parecen preservar secretos e historias hasta clandestinas.

La Paz es una ciudad que vive un presente que no requiere trasplantes, sino soluciones y propuestas propias, acordes a las cualidades y significados de sus lugares. Esto es fundamental para destacar y valorar sus características innatas, que la hagan única y no una réplica de otras ciudades, mucho menos de ideales externos que aquí no funcionarían.

En definitiva, toda esa realidad nos obliga a repensar el sector urbano. Particularmente, se hace necesario recuperar la vida vital del ayer del kilómetro cero. Y la razón tiene que ver con el hecho de que desde que se reubicaron los accesos principales a los palacios de Gobierno y Legislativo, la plaza Murillo parece haber perdido su vitalidad. Esto en tiempos normales.

Patricia Vargas es arquitecta.

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