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Los nuevos súbditos

La nota enviada por el presidente de México al rey de España en sentido de que su país debería pedir disculpas por los horrores de la conquista y posterior colonización de América generó, de forma insólita, comentarios, críticas y hasta mofas en las redes sociales en Latinoamérica. Se pretendió ridiculizar un pedido bastante serio, que no hace otra cosa que solicitar al menos la reparación simbólica de la destrucción de civilizaciones como la azteca o la inca, la esclavización de millones de personas, la muerte por el abuso y la sobreexplotación laboral de los indígenas, y la posterior sumisión a la calidad de personas sub júdice a los verdaderos dueños del continente.

En 1550, el sacerdote Bartolomé de las Casas denunció en un célebre debate de Valladolid los excesos y abusos cometidos por los encomenderos españoles contra los indígenas americanos. Enfrentado en dicho debate a Juan Ginés Sepúlveda, teólogo y escolástico que defendía la guerra contra los americanos y el despojo de sus tierras, logró con su apasionada defensa la promulgación de nuevas leyes que en algo atenuaron la terrible explotación a la que estaban sometidos los americanos.

En su libro Brevísima relación de la destrucción de las Indias (que de breve no tiene nada), de 1552, describe con detalle el saqueo, la muerte y la brutalidad cometida por los españoles. También relata el incendio de los templos aztecas, el asesinato en la hoguera de los sacerdotes y ancianos, la violación de las mujeres y la destrucción de la organización social que en el caso de algunos pueblos había llegado a la civilización. Bartolomé de las Casas es hoy considerado uno de los precursores de los derechos humanos, y con justicia el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Carlos III de Madrid lleva su nombre.

En la misma España, varios líderes de opinión se han pronunciado favorablemente sobre el pedido de Manuel López Obrador. Lo paradójico e indignante es escuchar lacayos como Mario Vargas Llosa defendiendo lo indefendible y renegando de sus orígenes. Los millennials, cuya única fuente de información son los memes, como era de esperar viralizaron las mofas contra un legítimo pedido de uno de los pocos presidentes dignos que quedan en América Latina.

La intención de los alienados, íntimos aliados de las fuerzas reaccionarias que hoy se regodean por el continente, es descalificar por el ridículo la solicitud de disculpas. Sin embargo, no hay nada más ridículo que en pleno siglo XXI haya imbéciles que defiendan la monarquía, que ni siquiera es suya. En esta época de modernidad líquida y de opinadores “light” ya nada debe sorprendernos. Lo único novedoso de esta polémica es descubrir la gran cantidad de súbditos que tiene el rey Felipe en América Latina.

* Abogado.