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Democracia deliberativa

El primer espacio público es la palabra, es el lenguaje. Para el biólogo chileno Humberto Maturana, el hombre vive en el lenguaje y disfruta del “lenguajear”, también entendido como el vivir en el lenguaje. El lenguaje supone comunicarse y ser entendido. A esto Maturana llama coordinación de coordinaciones conductuales. Este juego de coordinaciones de coordinaciones conductuales crea una red de conversaciones y el ambiente del conversar. Lenguajear es algo que uno aprende, y al aprenderlo, se entrelazan nuestras emociones, porque las demostramos al comunicarnos. Las emociones hacen que se produzca intimidad, que es la única forma en la que nace y se desarrolla el lenguaje.

Entre las emociones Maturana destaca el amor, como la emoción fundamental. Esta emoción es la que hace nacer no solo al lenguaje, sino también lo que llamamos “lo social”. Pero el amor solo es posible cuando aceptamos al otro como un otro válido y legítimo; es decir, situamos al otro como a uno mismo, pero con la diferencia que supone su alteridad.

Ahora bien, la democracia surge en el momento en que se configura un espacio público; es decir, un lugar y un lenguaje accesible a todos. Para que se pueda vivir en democracia debe existir un espacio en común, donde se pueda reflexionar, pensar, conversar, lenguajear. El espacio público también es un tema que interesa a todos los miembros de una comunidad. Este espacio público es transformado por el ser humano en un espacio político, del cual nace la democracia deliberativa, pública y contradictoria.

Para Maturana, la democracia es una creación humana, nacida de la cosa pública. Es un proyecto sustentado por la emoción que da lugar a la acción, es un proyecto de vida en colectividad; es decir, un proyecto común, en tanto nos involucra a todos como seres humanos legítimos. La democracia no es perfecta, requiere un compromiso frente a la vida y frente a uno mismo, por eso la democracia, en términos de Maturana, es una obra de arte.

Los espacios públicos y políticos necesarios para la deliberación son básicamente construidos en la interacción de los seres humanos. Los seres humanos precisan información, comprensión y lenguaje común para la deliberación. Todo espacio público y político es un espacio que nace en la cooperación de los seres humanos. Estos espacios son básicamente las asambleas, los cabildos, las juntas, las rondas, los consejos, las reuniones espontáneas y hoy en día, los espacios de las redes sociales. 

Estos espacios públicos y políticos deben ser auspiciados e impulsados por la política democrática, la cual no solo debe generar las condiciones físicas e institucionales de posibilidad del debate, sino también garantizar el fluir de la información como materia misma del debate.