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Plusvalía urbana

Una inesperada avalancha de basura ha disparado un berenjenal político. El ciudadano, entre perplejo y decepcionado, clama por la verdad de todos los entuertos. Un editorial de este matutino sugirió que la ciudad está en crisis porque nuestras construcciones se levantan a alturas irracionales. Para aliñar el debate apuntaré que la crisis tiene una causa estructural: la ciudad como mercancía.

Dejar el territorio urbano sometido a las fuerzas libres del mercado ha generado un efecto que, en la doctrina marxista, se lo conoce como los excedentes de la plusvalía urbana. El suelo en las ciudades es, simple y llanamente, dinero, o si prefieren, capital. Y su valor forja la segregación urbana; es decir, zonas diferenciadas que representan, ni más ni menos, privilegios o escaseces de servicios básicos e infraestructura urbana. Esta segregación es una lucha de clases materializada en la ciudad. Por otra parte, en el juego capitalista, las urbes son como imanes por su pujante dinámica socioeconómica que atrae a los habitantes del campo con el sueño de un futuro mejor.

Pero la concentración desmedida es más bien una pesadilla: tráfico, violencia, segregación, pobreza, polución y un interminable etcétera de problemas al parecer irresolubles. En medio de ese drama, el capital, que está concentrado en pocas manos, sigue un ritmo imparable de reproducción. Al respecto escuché a varios comentaristas (ignorantes de los efectos perniciosos del desarrollismo) quejarse de no “avanzar como en otras partes”, como si en una ciudad de estrechísima infraestructura y poco espacio urbanizable más cemento desparramado en decenas de pisos fuera desarrollo sostenible.

Conviviendo con esa pesadilla, las fuerzas libres del mercado han presionado a diferentes gestiones municipales para cambios de uso de suelo o cambios de normas de edificación y patrones de asentamiento, a fin de hacer engordar la plusvalía urbana. La angurria de este sistema ha patrocinado también el crecimiento de bandas delincuenciales de loteadores que avasallan áreas verdes, o grupos de indígenas originarios que especulan sin miramientos en las áreas periurbanas. Es decir: muchos tienen vela en este entierro.

Pero desoyendo a la agenda mediática en curso, jamás olviden de lo paradójica que es la ideología de los grupos políticos en la ciudad. La presión del capital sobre el suelo urbano tiene larga vida y continúa sin grandes cambios a pesar de las continuas consignas revolucionarias. En los últimos años se ha generado la mayor plusvalía urbana conocida en nuestra historia al construir en exceso en zonas urbanas estratégicas; ergo: el capital sigue reinando sobre el ser humano.

* Arquitecto.