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Solo mujeres

En este Domingo de Resurrección quiero soplar a los altos cielos para que resuciten las energías de lucha consecuente, principalmente de las mujeres. Para que haya esperanzas de vida en nuestros territorios y en el planeta, es imprescindible que las mujeres de los pueblos tomemos nuestros cuerpos y nuestras vidas y las dignifiquemos. Es necesario que tomemos nuestros sueños y no los vendamos por monedas de plata traicionándonos a nosotras mismas. Porque si hacemos eso, nuestro viacrucis será interminable y acabaremos asesinadas o arrinconadas, clavadas en cruces de miedo. Somos la mitad de cada pueblo, somos la mitad de las esperanzas, sin nosotras no habrá revoluciones posibles.

Las mujeres no solo somos Marías Magdalenas, somos por sobre todo Bartolinas Sisas, indias aymaras visionarias que se calzan las abarcas en sus pies de siglos y toman el mando de las indias y los indios revolucionarios en las colinas de Pampahasi, para anunciar al mundo que jamás pararemos de luchar hasta acabar con todos los abusos y opresiones en este mundo. Que tiemblen ante nuestra digna rabia los chapetones, los imperialistas burgueses, los racistas, los golpeadores, los femicidas y violadores. Que tiemblen los y las traidoras de las luchas de las mujeres y hombres que sueñan con el Vivir bien de la humanidad y del planeta. Que cambien de vida los explotadores y explotadoras, porque aquí en la Bolivia de procesos de cambio no tendrán lugar.

Debemos cuidar nuestras vidas, hermanas. Debemos cuidar nuestros cuerpos y nuestros sentimientos, mujeres. Este proceso de cambio es también para nosotras. Somos nosotras las que llevamos la energía suficiente para acabar con el sistema de dominio patriarcal. Creamos en nosotras. ¡Qué resuciten las esperanzas!

Amamos nuestros pueblos, pero escuchamos de nuestros hermanos y compañeros del proceso decir: “¡Son solo mujeres!”. Con esta afirmación, los hombres que están en los gobiernos históricamente han minimizado la importancia de la mitad de cada pueblo, a nosotras. Son las palabras con las que descartan la importancia de asignación de presupuestos para nuestros cuerpos y nuestras vidas. Las mujeres pueden esperar, dicen nuestros compañeros machistas.

Indudablemente, en este periodo de gobierno, del hermano Evo Morales, las condiciones para las mujeres en Bolivia han mejorado respecto a toda una herencia de opresión sistemática; pero es muy poco para lo que se necesita como inicio, y es casi nada para lo que soñamos construir. Tenemos, como mujeres, espacios y medidas de segunda en la voluntad política del Gobierno, pues tienen presupuestos mínimos y no cuentan para el imaginario político en Bolivia.

¡No es así, hermanos y compañeros, no es así el proceso de cambio! No es lo que queremos, este proceso de cambio es con nosotras de igual a igual con todos ustedes. Por eso estamos organizadas, resucitando las energías revolucionarias de la Pachamama.

Es feminista comunitaria.