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Latinoamérica: una integración que no avanza

Latinoamérica, una región de países que tienen mucho en común, no puede materializar su integración pese a varios intentos fallidos. Esta parte del mundo, que ocupa casi la mitad del continente americano, agrupa a 20 países en sus casi 20 millones de kilómetros cuadrados, los cuales tienen una historia y una cultura muy similares, e idiomáticamente pueden entenderse sin problemas, pues hablan lenguas romances, como son el español y portugués.

Desde mediados del siglo pasado se intenta impulsar la integración de la región con miras a fortalecer el comercio intrarregional. Como ejemplo de ello se puede mencionar a la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), creada en 1960, al Pacto Andino (ahora Comunidad Andina de Naciones) de 1969; a la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) de 1980, o a al Mercado Común del Sur (Mercosur), creado en 1991.

La historia de estos y otros intentos pasó de la euforia fundacional, en la que se comprometen todos los esfuerzos y el apoyo político necesarios, para luego encontrar tropiezos como las renuncias de algunos fundadores, el retaceo de aportes económicos y dedicación cuando los miembros piensan que no se los trata como se merecen. Tampoco han faltado razones políticas. Todo esto ha evitado el éxito de los intentos integracionistas.

Lamentablemente es cierta la afirmación de que la integración en América Latina es una asignatura pendiente. Como ocurrió antes, los resultados posteriores a la creación del Mercosur no acompañaron el júbilo provocado en su creación. A esto añadimos que no se han potenciado las cadenas globales de valor. Clara muestra de ello son las estadísticas de comercio en este bloque. Como lo señaló el consultor internacional especializado en ciencia, tecnología e innovación Andrey M. Elizondo, “para tener un parámetro de dónde estamos parados basta indicar que Chile tiene acuerdos de libre comercio con el 85% de la economía global; México, con el 50% y el Mercosur, con apenas el 5%”. Esa es la realidad del bloque de integración.

Recordemos que al finalizar la Segunda Guerra Mundial se vio la necesidad de establecer el libre comercio como una forma de recuperar el intercambio internacional, y así contribuir en el desarrollo económico y social de los países. Para tal efecto en 1947 se creó el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés). Desde entonces, el comercio internacional fue creciendo de manera exponencial. Pero hoy los proyectos de integración puestos en marcha en la Europa de la posguerra no pasan por buen momento. Algunos gobernantes y gente de peso se encargan de debilitar la sólida experiencia de más de seis décadas que demuestra los beneficios de la integración y el libre comercio.

Bolivia está a punto de concretar su ingreso como miembro pleno en el Mercosur. Para ello se requiere la aprobación parlamentaria del protocolo por parte de todos los Estados miembros del Mercosur. Los parlamentos de Paraguay (2016), Uruguay (2016) y Argentina (2014) cumplieron; solo falta la aprobación de Brasil. Bolivia busca ser miembro pleno de este bloque con todos los beneficios para plantear una agenda de complementariedad económica. La adhesión del país al Mercosur en calidad de miembro pleno se inició en 2012.

El Mercosur es uno de los mayores socios comerciales de Bolivia, pues absorbe el 55% de sus exportaciones y es origen del 29% de las importaciones. En el período 2006-2015, las exportaciones de Bolivia al Mercosur sumaron $us 38.314 millones, mientras que las compras provenientes de ese bloque alcanzaron los $us 19.783 millones, dejando un saldo positivo de $us 18.531 millones. En este intercambio comercial están incluidas las ventas de gas natural.

Debemos acelerar la internacionalización del país a través de instituciones como la Cámara Nacional de Comercio. Debemos mirar a economías como la India, Colombia, Brasil, Paraguay o China, donde el sector privado genera crecimiento y desarrollo. El sector privado nacional necesita de los esfuerzos estatales para lograr un entorno amigable y adecuado para invertir, pero también la diplomacia empresarial puede abrirnos puertas con nuestros pares de otros países, negociando acceso al comercio internacional, puertos e integración económica, como en el Mercosur, la CAN, la Comunidad Económica Europea y otras regiones.

* Economista, doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador de Argentina y Académico de Número de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.