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Con el pueblo en la piel

En las últimas semanas hemos atravesado varios ataques que han tocado nuestras vidas: el desastre de Bajo Llojeta, un intento de golpe a la hermana República de Venezuela, el Acampamento Tierra Libre de nuestras y nuestros hermanos indígenas en Brasil… Las derechas fascistas atacan a movimientos sociales y a líderes, hombres y mujeres, comprometidos con sus pueblos. Matan a balazos a una niña en una escuela en México como parte de violencias y feminicidios que no terminan. Tampoco se encuentran los caminos —reales— para acabar con este flagelo de la humanidad.

Sentimos las formas en las que somos mundo y humanidad más allá de nuestras cuatro paredes. Todos estos momentos, sobresaltos y angustias nos duelen, nos conmueven. Tenemos muchos más conflictos por los cuales dolernos, pero los mencionados son los más cercanos a Bolivia y al Feminismo comunitario, que es un tejido de movimientos en todo el continente.

En lo que respecta a Llojeta, toca ejercer la solidaridad, sentir junto con las familias que perdieron todo, cobijarlas y apoyarlas. También es muy importante entender y señalar las responsabilidades, que por supuesto tienen que ver con la municipalidad de La Paz y sus autoridades. Pero también tienen relación con la forma en la que se ha encarado la política pública sobre la basura. Ni las municipalidades ni el gobierno del proceso de cambios han planteado una propuesta clara al respecto.

No tenemos soluciones. No se trata de trasladar los botaderos de basura de un terreno a otro; se trata de reciclar la mayor cantidad posible de basura. Y por favor, la solución no pasa solamente por instalar contenedores diferenciados para separar la basura orgánica. Eso es una parte, se trata de construir grandes plantas de reciclaje para así dejar de enterrar la gran cantidad de basura que generamos, con lo cual estamos creando territorios de contaminación que dañan a la Madre y a la hermana tierra y dañan nuestra salud.

No podemos seguir enunciando solo discursos en favor de los derechos de la Madre Tierra sin adoptar medidas para cuidarla. No podemos tratarla como una interminable teta y chuparla hasta secarla y matarla. La tierra es madre, es hermana y también es wawa y debemos cuidarla. Debemos exigir una política pública nacional de tratamiento de la basura y de las aguas servidas.

Hemos logrado revertir los ataques a nuestros pueblos y a nuestros movimientos sociales, pero necesitamos reflexionar sobre la urgente necesidad de construir movimientos internacionales articulados y coordinados. No se trata solo de comentar en las redes; esto es una política neoliberal que busca articular individualismos, oportunismos y protagonismos egocéntricos y machistas.

Estoy hablando de tejer estrategias que tengan en igualdad y equilibrio a mujeres y a hombres, a grandes y a pequeños territorios, a pueblos que tienen mucha población y a los que tienen poca. Se trata de reconstituir el mundo y el planeta. Se trata de disponerse a escuchar y entendernos. Se trata de querernos para poder defendernos. Se trata de no romper confianzas por causa de las noticias falsas (fake news), de las mentiras y calumnias. Se trata de recuperar las utopías y de que es posible hacer revoluciones que acaben con todas las opresiones.