Lo que La Paz vive
Ya es hora de que toda obra por construirse en La Paz esté acompañada de un estudio geológico de suelos.
Este artículo no pretende ser una crítica destructiva a quienes gobiernan o dirigen la construcción de la ciudad de La Paz; al contrario, busca que los paceños y sus autoridades se pregunten si en los últimos años se han realizado estudios geológicos en los territorios en los que se han impulsado proyectos de desarrollo urbano.
En el caso del barrio San Jorge Kantutani, que se deslizó días atrás, al ser un exbotadero de basura, corría todo tipo de riesgos, especialmente con la construcción de edificaciones de cuatro o más pisos de altura. Esto porque los suelos de aquel sector nunca tuvieron la resistencia suficiente para soportar semejante peso.
¿Acaso se olvidó que hace poco tiempo hubo desastres en otros barrios de La Paz? Estos hechos debieron prender la alerta sobre la necesidad de hacer un estudio geológico global para determinar qué áreas podrían estar aún en riesgo, ya que no cabe duda que el problema más álgido de esta ciudad son sus suelos. Hay historias de hechos trágicos similares, como el hundimiento del pueblo de Hanco Hanco en 1582, que pertenecía a la encomienda de don Juan de Ribas. Esa región se ubicaba en Llojeta y en pocos minutos desapareció junto con sus habitantes, que fueron “tragados” por la tierra sin dejar más vestigio que una nube de polvo. Según los relatos, el cura y el sacristán fueron los únicos sobrevivientes debido a que se hallaban casualmente fuera del lugar.
Parece más que necesaria la tarea de concientizar a la población no solo respecto a la prohibición de asentamientos en los exbotaderos de basura (como puede ser el caso de Alpacoma, después del cierre del relleno sanitario), sino también en ciertos bordes de los cerros. Otro ejemplo es el Teatro al Aire Libre, que debiera ser estudiado antes de que ocurra otro desastre.
Evidentemente, todas las ciudades guardan el recuerdo de hechos lamentables y no han dejado de vivir momentos dramáticos a lo largo de su historia. Realidades dolorosas y distintas a la nuestra, pero que no deben quedar en el olvido, sino más bien deberían impulsar a estudiar soluciones.
Los acontecimientos de estos días son una expresión viva de dolor para las familias que han perdido su techo, pero también son una alerta para todos los que radicamos en esta ciudad y que azorados vimos el deslizamiento de otro fragmento de la urbe y, peor aún, que más de 100 familias quedaran en la calle. Corresponde, por tanto, aprobar proyectos y planos de construcción previa revisión de las características geológicas del lugar donde se pretende edificar, especialmente en los inmuebles de más de cinco pisos; y exigir además estudios paralelos de propuestas estructurales necesarias para una construcción normal, pero estable y sólida.
La Paz tiene una densificación tan alta de construcciones que ya es hora de que toda obra por construirse esté acompañada de un estudio geológico de suelos (por lo menos dos pozos) y respaldada por un proyecto estructural serio. De igual manera, urge que la municipalidad revise el tipo de estructura de cimentación de las obras normales. Aquello no es algo complicado y colaboraría sobremanera en la revisión de las características del lugar donde se piensa edificar un inmueble.
En cuanto a los asentamientos clandestinos, éstos debieran ser más controlados, aunque también sabemos que, en la mayoría de los casos, detectar las edificaciones precarias no es una tarea fácil. Lamentablemente, las familias que quedaron sin techo perdieron el trabajo de toda su vida, y al desplomarse sus viviendas también se desplomaron sus sueños.
* Arquitecta.