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Libertad hay una sola

Los humanos no creemos en la libertad; decimos que sí, pero con límites que, por cierto, son los que a cada uno se le antojan y justifica con argumentos “razonables”, siendo el más utilizado aquel que señala que “la libertad no puede ser absoluta”. Discusión bizantina.

En los hechos, efectivamente la libertad no es absoluta. Nadie puede hacer todo lo que quisiera; no puede, por caso, lanzarse desde un edificio y pretender volar como un pájaro. Pero que la libertad no sea absoluta no da derecho a que cada uno le ponga límites “razonables” y los fuerce con violencia, ya sea personal, policial o militar.

Dos periodistas de Reuters, Wa Lone y Kyaw Soe Oo, pasaron un año y medio en la cárcel en Birmania por violar la Ley de Secretos Oficiales cuando investigaban una matanza militar de rohingyas en aquel país asiático; investigación que les valió el premio Pulitzer. Condenados a siete años por este reportaje, salieron de prisión gracias a una amnistía que benefició a 6.520 presos.

Todo muy “legal”, a criterio de los mandantes del momento, tanto que el Tribunal Supremo rechazó el último recurso de apelación de los reporteros. Irónicamente, desde que la “muy respetable” Aung San Suu Kyi (premio Nobel de la Paz por defender los derechos humanos) accedió a la dirección política de Birmania tras ganar los comicios de 2016, el número de periodistas detenidos creció hasta 43, según Human Rights Watch.

Sucede que la información es la mejor solución contra la violencia. Si nos “defendemos” con armas, corremos el riesgo de salir heridos o herir a inocentes. En cambio, con información suficiente podemos adelantar al agresor y resguardarnos. De modo que los violadores necesitan controlar la información, porque la violencia solo es posible con desinformación. Por caso, nada puede el Ejército más poderoso contra un niño solo si éste puede anticiparlo y escapar.

Según un informe de la organización Reporteros sin Fronteras, que ideológicamente podría ser ubicada en la centroizquierda, el número de países seguros para los periodistas disminuyó en 2019. Muchos gobiernos autoritarios están fortaleciendo su control sobre los medios de comunicación. Noruega, Finlandia y Suecia encabezan este ranking de Libertad de Prensa, que incluye a 180 países. Luego, entre los que mejoraron figuran Uruguay (hoy en el puesto 19), España (29), Gran Bretaña (33), Dominicana (55), Panamá (79), Perú (83), Colombia (129), México (144), Eritrea (178) y Corea del Norte (179).

Entre los que no variaron figuran Costa Rica (en el puesto 10) y Guatemala, en el 116. Finalmente, entre los países que cayeron en el ranking están Chile (en el puesto 46), Estados Unidos (48), Argentina (57), Ecuador (97), Brasil (105), Bolivia (113), Nicaragua (114), Honduras (146), Venezuela (148), China (177) y, el último de la lista, Turkmenistán (180).

Ahora, al comparar esta lista con la de Libertad Económica elaborada por la institución conservadora The Heritage Foundation comprobamos que, considerando las diferencias ideológicas, ambas tienen un destacado grado de coincidencia: en general, los países con mayor “libertad económica” gozan de más “libertad de prensa”. Lo que resulta lógico, ya que “ambas libertades” están íntimamente relacionadas (de hecho, es la misma libertad) ya que para coartar ambas hace falta la misma fuerza de la violencia estatal directa, o indirecta como en los países donde algunas drogas muy dañinas están prohibidas por el Estado, y surgen bandas de narcos que asesinan periodistas, en México por caso.

Es miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, 

California. Twitter: @alextagliavini; www.alejandrotagliavini.com.