Voces

Saturday 14 Sep 2024 | Actualizado a 19:36 PM

Descolonizar los monumentos

Las estatuas de los fundadores y conquistadores españoles se erigen como símbolo del pasado colonial.

/ 14 de mayo de 2019 / 00:07

Hace unos meses, el monumento de Cristóbal Colón ubicado en El Prado de la ciudad de La Paz apareció manchado con tinta roja. Ese acto fue una insurgencia simbólica. Quizás un rechazo a la presencia de ese tipo de monumentos que representan el proceso colonial. Otra estatua de Colón instalada en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada en Buenos Aires, fue reemplazada por disposición del gobierno de Cristina Fernández de Kichner por otro monumento, dedicado a Juana Azurduy de Padilla, guerrillera boliviana que en la Guerra de la Independencia asumió la comandancia de la denominada Republiqueta de la Laguna, por la que su memoria no solo es honrada en Bolivia, sino también en Argentina.

En consonancia con su discurso descolonizador, hace poco el presidente de los mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, no conforme con exhortar al Monarca español y al papa Francisco I el respectivo perdón por los “agravios” cometidos contra los pueblos originarios en el curso de la conquista ibérica de América, planteaba la posibilidad de destruir monumentos que representan a los conquistadores españoles que invadieron México.

Varias ciudades latinoamericanas están pobladas de estatuas de este tipo. Con el argumento de que muchos de esos españoles fundaron aquellas villas (hoy ciudades), se les homenajea con bustos conmemorativos. Estas estatuas, que se erigen como símbolo inequívoco del pasado colonial, son íconos imperecederos de nuestra imposibilidad de desgajarnos del pasado. Quizás sean el reflejo colectivo inconsciente de nuestra atadura a ese pasado, muchas veces condenado, pero que paradójicamente sigue presente en nuestra memoria. Probablemente, lo que aquí se reproduce es un “colonialismo interno”, como diría Silvia Rivera.

Los monumentos en las ciudades son lugares de memoria. Son espacios alegóricos que a través de un determinado lenguaje comunican —o representan— el pasado que queremos evocar, para rendir las pleitesías honoríficas correspondientes. Todavía no logramos desprendernos de esa ritualidad; al contrario, reproducimos esas imágenes que nos asocian con el pasado que queremos recordar para dar cuenta, por ejemplo, de dónde venimos; o mejor dicho, de dónde queremos venir. No debemos olvidar que cada cual tiene una percepción propia del pasado, la memoria es selectiva e incluye el olvido.

Las estatuas y los monumentos son construcciones simbólicas. Quizás ese recordatorio está asociado a los imaginarios coloniales que legitimaron una sociedad estratificada y excluyente. Ni siquiera en los últimos 15 años del proceso de cambio, en los que el discurso descolonizador sonaba con mucha persistencia, se hizo mucho al respecto.

Al igual que el idioma, en este caso el castellano, los monumentos que simbolizan la conquista ibérica evidencian la imposibilidad de desligarnos de las alegorías perversas que nos legó la Colonia y que hoy marcan la identidad de muchos.

Mientras tanto, el capitán Don Gerónimo de Osorio, quien fundó Cochabamba el 15 de agosto de 1571, está montado en su caballo dirigiendo su espada al cielo, acompañado por un sacerdote y un escudero. Quizás esta estatua reproduce simbólicamente la mentalidad colonial que persiste hoy no solo en las autoridades, sino también en los vecinos de la Plaza Osorio que aportaron voluntariamente para la construcción de estos monumentos, a fin de homenajear al fundador de la entonces Villa de Oropesa.

* Sociólogo.

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Caída de la fecundidad en Bolivia

Una posible explicación para la caída es la de nuevos patrones culturales en las mujeres

Andrés Huanca Rodrigues

/ 14 de septiembre de 2024 / 09:04

Frente a los resultados preliminares del Censo 2024, la primera reacción perniciosa fue su rechazo desde un criterio más político que analítico. Con la consistencia de la explicación a la caída del crecimiento de la población, principalmente debido a la caída de la fecundidad, se avanzó en el debate sobre las transformaciones de Bolivia en la última década. Pero ahora aparece una segunda reacción perniciosa: la normalización de la caída de la fecundidad como si se tratase de un fenómeno casi natural.

Revise: La justicia boliviana, ¿un nuevo actor político?

Es cierto que existe a nivel global una caída de la fecundidad. Sin embargo, las curvas de aumento y descenso de la fecundidad en los últimos 40 años varían entre contextos. En Bolivia y Portugal se observa una caída de la fecundidad, similarmente lineal, pasando de 5.47 y 2.25 hijos por mujer en 1980, a 3.22 y 1.55 en el 2010, respectivamente. Mientras que en países como Suecia se pasó de 1.68 hijos por mujer en 1980 a 1.98 en 2010, pasando por un pico de crecimiento en 1990 con 2.13. Es decir, en Suecia se observó subidas y bajadas en la curva de fecundidad, contrariando la “ley natural” a la caída de hijos por mujer. A este contra-ejemplo también se le pueden sumar otros que mantienen estable su tasa de fecundidad a lo largo de las décadas como Cuba o Noruega.

Pero ¿por qué? Una posible explicación para la caída es la de nuevos patrones culturales en las mujeres. Siendo factible, su problema radica en que infiere que la caída de la fecundidad se debe principalmente a cambios en las aspiraciones de la mujer. Procesos de movilidad social (mayor formación y urbanización) la llevaría a ya no querer ser madre. De este modo, a mayor movilidad social, caída lineal e inevitable de fecundidad. Sin embargo, esto no es necesariamente así. También pueden existir razones estructurales y transformables.

Hablando específicamente de la mujer de la llamada “nueva clase media”. Si vivió procesos de movilidad social, pero tiene que lidiar con largas jornadas de trabajo sin el apoyo de su estructura familiar; si tiene trabajo poco remunerado en el sector informal; si aunque trabaje en el sector formal no tiene garantías para la sana maternidad; si ser madre se vuelve un riesgo para su carrera profesional, etc.; tendrá fuertes incentivos para que “decida” no tener hijos o esperar hasta después de los 30 cuando se “estabilice”.

Allí entran explicaciones sobre el aumento o estabilidad de la fecundidad en países donde las mujeres también vivieron procesos de movilidad social. Entre estas está el papel de las políticas públicas a favor de la mujer trabajadora. El sociólogo Esping-Andersen, al referirse a países socialistas y socialdemócratas del siglo XX, explica que la garantía de plenos derechos laborales para la maternidad y empleo logran disminuir los factores que hacen que la mujer tenga que “decidir” si trabajar o ser madre. Posiblemente ocasionando que se pueda hablar un poco más de una decisión y no una “decisión”.

Si este razonamiento aplica en Bolivia es algo que se sabrá con los resultados completos del Censo. El tema es complejo, pero exige nuestro mayor esfuerzo para analizar la nueva Bolivia que emergió de una década de importantes transformaciones sociales. El Censo 2024, en ese sentido, tiene particular importancia: dar cuenta, con detalle inusitado, de la superación de viejas contradicciones y, por ende, inauguración de nuevas a ser superadas. Los grandes desafíos que aún enfrenta nuestra gente nos exigen su preciso entendimiento.

(*) Andrés Huanca Rodrigues es antropólogo

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Resultados de las empresas públicas

/ 14 de septiembre de 2024 / 08:53

Como siempre las empresas públicas son objeto de una tupida controversia; sin embargo, es necesario revisar el rol que cumplen dentro la economía nacional, en la diversificación de la producción y la industrialización, insertados en sectores estratégicos para promover el dinamismo económico del país; aportando a la estabilización de precios de la canasta familiar, el acceso a la energía de uso doméstico, hidrocarburos (diésel y gasolina), generación de empleo, apoyo a políticas sociales y como polo de desarrollo en las diferentes áreas del territorio boliviano.

Lea: Por la senda del crecimiento económico

En ese sentido, es importante conocer que las empresas públicas —según sus estados financieros de la gestión 2023— registran resultados positivos y reportan haber generado recursos por la venta de bienes y servicios, con ingresos operativos y otros ingresos que rondan los Bs 70.000 millones, presentando un incremento en sus ingresos operativos respecto al año 2022. No obstante, YPFB muestra una disminución del 17% respecto al 2022, lo que responde a la reducción de los precios internacionales de los productos derivados de hidrocarburos; disminución que, combinada con la declinación de la producción, tiene impacto directo en los ingresos.

Respecto al resultado de la utilidad neta, los estados financieros evidencian que en promedio hay un crecimiento del 37%, el que se explica a través del incremento de la participación de las empresas públicas en el mercado nacional, y la reducción en sus costos operativos. Entre las empresas públicas más relevantes en crecimiento de sus utilidades netas se encuentran ENDE con Bs 1.000 millones, Comibol con Bs 350 millones, Ecebol con Bs 70 millones, Emapa Bs 250 millones y la Gestora con Bs 97 millones aproximadamente.

Ahora bien, en medio de todo esto es necesario hacer un alto para ver que nuestras empresas públicas tienen una data que sobrepasa a la de este gobierno, como es el caso de la electricidad e hidrocarburos, que fueron objeto del afamado proceso de “capitalización”, proceso que en su momento provocó la indignación del pueblo boliviano con la consiguiente convulsión social que atrajo el consecuente ejercicio de la fuerza represora del Estado, para hacer entrega de estas empresas estratégicas y rentables a manos privados con el pago de la mitad del precio de ellas, entregándoles el control de esas empresas, secuestrando la participación del Estado en manos de la Administradoras de Fondos de Pensiones y que, en todos los casos, incumplieron sus compromisos de inversión.

En síntesis, si bien no deja de ser necesaria la revisión y ajuste de la gestión de todas nuestras empresas, los resultados del 2023 son favorables para el pueblo boliviano, y se reflejan a nivel cualitativo en la democratización de los servicios, mejorando exponencialmente su acceso, en el cobro de tarifas justas y razonables en función a factores de orden económico y social, pero además responden a políticas sociales como el aporte para el pago del Bono Juancito Pinto, que ha beneficiado a más de 2 millones de estudiantes de Primaria, Secundaria y Educación Especial de las unidades educativas fiscales y de convenio de los nueve departamentos del país.

(*) Anahí M. Chuquimia Vargas es analista económico

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Intervenciones urbanas

No todas las urbes deben seguir el modelo de las ciudades globales, ya que cada una alberga sociedades diferentes

Patricia Vargas

/ 13 de septiembre de 2024 / 08:24

La mayoría de las ciudades del planeta cuentan con diversas culturas, las cuales han influido en su planificación bajo una visión de la modernidad.

Evidentemente, no todas las urbes deben seguir el modelo de las ciudades globales, ya que cada una alberga sociedades diferentes. Por ello, sus culturas deberían ser concebidas y plasmadas mediante intervenciones urbanas con cualidades únicas.

Revise: El juego de los límites en una ciudad

Lo interesante es que esto deja claro que lo fundamental en la conceptualización es incorporar las particularidades culturales, pues así se ofrecería una respuesta adecuada a la vida urbana actual.

Es importante recordar que en los años 70 la arquitectura en algunos países empezó a establecer una relación más estrecha con el urbanismo. De ahí que algunos estudiosos sostienen que fue en ese periodo cuando la separación entre las disciplinas del urbanismo y el diseño arquitectónico se hizo realidad. Esto se debió a la efervescencia de la vida urbana en ciertas ciudades, que llevó a la arquitectura a mantener, en algunos casos, una conexión significativa con una cotidianidad citadina fuertemente interactiva.

Hoy, resulta llamativa la afirmación de ciertos pensadores contemporáneos en sentido de que la arquitectura supo comprender a la ciudad, no solo para las nuevas producciones arquitectónicas, sino también para aprovechar la realidad de la vida urbana contemporánea y, a partir de ello, proyectar obras singulares de arquitectura conectada a la ciudad.

De este modo, las obras valiosas de las metrópolis aportarían un carácter singular al espacio público. Un criterio que posiblemente lleve a los urbanistas a cuestionarse si el vínculo entre lo urbano y la arquitectura debería ser verdaderamente interactivo.

La Paz debe dejar de centrarse únicamente en obras arquitectónicas atractivas, ya que fuera de ellas existe una ciudad que anhela una cotidianidad urbana verdaderamente dinámica. Este desafío invita a proyectar determinados puntos como lugares cualificados para la vida efervescente de la ciudadanía.

Por otra parte, tampoco se puede ignorar que para otros expertos en urbanismo, la separación entre las disciplinas urbanas y el diseño arquitectónico es un error, ya que, según su perspectiva, ambas deberían mantener una relación interactiva.

Actualmente, en las grandes ciudades, la arquitectura es un componente esencial del diseño urbano. De ahí que conviene recordar que fue la impulsora de la vibrante vida de la ciudad contemporánea, especialmente en las metrópolis del primer mundo.

Desde esta óptica, resulta evidente que la ciudad debe comprender a su sociedad y diseñar intervenciones urbanas que sean relevantes y ajustadas al contexto local, de manera que respondan adecuadamente a las demandas expresadas por la comunidad.

Dado que la ciudad contemporánea está en constante transformación, es necesario intervenirla de manera parcial. La historia muestra que incluso en el movimiento moderno se pensaba que la urbe podía ser organizada dentro de un orden estructurado. No obstante, está claro que toda urbe moderna experimenta cambios continuos, que pueden originarse tanto en los espacios libres como en el paisaje.

Esto último se ha convertido en otro criterio que ha llevado a algunas ciudades contemporáneas, como en China, a proyectar unidades urbanas, cuya respuesta creativa es obtenida a través de ciertas intervenciones de paisaje.

(*) Patricia Vargas es arquitecta

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Revistas, tinta, papel

Peter Coy

Por Peter Coy

/ 13 de septiembre de 2024 / 08:18

Pasé casi 32 años escribiendo para BusinessWeek y su revista sucesora, Bloomberg Businessweek, antes de unirme a The Times en 2021. Así que la semana pasada me sorprendió saber que el semanario que amo ya no será semanal. En un memorándum a los empleados, Bloomberg anunció que la revista impresa se reintroducirá el próximo año como un «producto mensual premium». La buena noticia es que el equipo detrás de la revista permanecerá prácticamente intacto. El memorándum decía que el personal intensificará su producción de audio, video y eventos y continuará enfatizando el “periodismo ambicioso de larga duración”; “larga duración” es un término artístico para “largo”. No se han anunciado despidos.

Entrevisté a Joel Weber, mi exjefe, que ha sido el editor de la revista durante los últimos seis años. Como prueba de que el producto tiene una gran demanda, señaló un nuevo programa de televisión y podcast de la marca Businessweek, así como un gran número de lectores de historias de Businessweek en el sitio web de Bloomberg y Apple News+.

Lea también: La economía de Israel no es invencible

Es un pensamiento alentador. Aún así, el comienzo de una nueva era significa el fin de una antigua y atesorada. El primer número de lo que entonces se llamaba The Business Week apareció el 7 de septiembre de 1929, apenas siete semanas antes de la caída del mercado de valores que marcó el comienzo de la Gran Depresión. Desde entonces ha sido semanal. La economía estuvo desde el principio en el centro de la cobertura del semanario. The New Yorker, The Economist, People, The Week y algunos otros todavía están intentando publicarse como semanarios impresos, pero la lista de publicaciones independientes que aparecen cada semana se está reduciendo.

En esta era de comunicación casi instantánea, resulta ligeramente ridículo que la gente siga cultivando árboles, talándolos, fabricando papel, etc., etc. Los costos de impresión y envío por correo se han disparado en los últimos años. Y muchos lectores más jóvenes no han desarrollado el hábito de leer revistas impresas. (La circulación semanal auditada de Businessweek se redujo a 229.000 en el segundo trimestre, desde alrededor de 1 millón en su punto máximo).

El dilema para los editores de revistas impresas es que reducir costos al pasar a internet también reduce profundamente los ingresos, ya que los anuncios en línea son más baratos que los impresos. También es difícil cobrar tanto por las suscripciones digitales como por las impresas, me dijo Rick Edmonds, analista de negocios de medios del Instituto Poynter. Además, es más difícil destacar en la cacofonía de internet que cuando su publicación está en la mesa de café.

Dicho esto, el cambio de Businessweek a una frecuencia mensual es parte del amplio cambio en el periodismo hacia la publicación exclusivamente electrónica. Como me dijo Weber sobre Businessweek, «tenía más sentido invertir digitalmente que invertir en el producto impreso».

Bloomberg no ha dicho todavía si Businessweek cambiará su nombre una vez que se convierta en un nombre inapropiado. Shepard me dijo que cree que debería seguir siendo Businessweek en honor a sus raíces. Tiene razón: 20th Century Fox no cambió su nombre cuando cambió el siglo, ni tampoco 7-Eleven cuando sus tiendas comenzaron a permanecer abiertas toda la noche, y las tiendas de un dólar ahora cobran más de un dólar.

(*) Peter Coy es columnista de The New York Times

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La Cumbre del Futuro

Los vencedores de la Segunda Guerra Mundial siguen primando en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas

António Guterres

/ 12 de septiembre de 2024 / 09:10

En estos momentos están teniendo lugar en Nueva York las últimas negociaciones para la Cumbre del Futuro, que se celebrará este mes y en la que Jefes y Jefas de Estado acordarán reformas de los elementos constitutivos de la cooperación mundial.

Las Naciones Unidas han convocado esta singular Cumbre en vista de la cruda realidad: los problemas mundiales avanzan más rápido que las instituciones diseñadas para resolverlos.

Lea: Jefe de ONU compara a la humanidad con meteorito que extinguió a dinosaurios

Lo podemos apreciar allá donde miremos: los conflictos y actos de violencia atroces infligen un sufrimiento terrible, las divisiones geopolíticas abundan y la desigualdad y la injusticia están en todas partes, corroyendo la confianza, agravando el resentimiento y avivando el populismo y el extremismo. Los tradicionales problemas de la pobreza, el hambre, la discriminación, la misoginia y el racismo están adoptando formas nuevas.

En este contexto afrontamos amenazas nuevas y existenciales, desde un caos climático y una degradación ambiental galopantes hasta el desarrollo de tecnologías como la inteligencia artificial en un vacío ético y jurídico. 

La Cumbre del Futuro reconoce que está en nuestras manos solucionar todos estos problemas. No obstante, solamente las y los líderes mundiales pueden llevar a cabo la modernización sistémica que necesitamos para ello.

La toma de decisiones en el plano internacional es anacrónica. Muchas instituciones y herramientas de la esfera internacional son producto de los años cuarenta, anteriores a la globalización, a la descolonización, al reconocimiento generalizado de los derechos humanos universales y la igualdad de género y también a los viajes al espacio, por no hablar ya del ciberespacio.

Los vencedores de la Segunda Guerra Mundial siguen primando en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, mientras que ningún país de África tiene un asiento permanente. Por otro lado, la arquitectura financiera mundial es sumamente desfavorable para los países en desarrollo, ya que, al no proporcionarles una red de protección cuando afrontan dificultades, los hunde en la deuda y, así, los obliga a dejar de invertir en su gente.

Además, las instituciones mundiales ofrecen un espacio limitado a muchos de las y los principales actores del mundo actual, desde la sociedad civil hasta el sector privado. La juventud que heredará el futuro es prácticamente invisible, y los intereses de las generaciones futuras tampoco están representados. 

La idea está clara: no podemos crear un futuro apto para nuestros nietos y nietas con un sistema construido para nuestros abuelos y abuelas. La Cumbre del Futuro será una buena oportunidad de replantear la colaboración multilateral para que se adapte al siglo XXI.

Una de las soluciones que hemos propuesto es la Nueva Agenda de Paz, que pretende modernizar las instituciones y las herramientas internacionales encargadas de prevenir y hacer cesar los conflictos, incluido el Consejo de Seguridad. En ella se aboga por renovar los esfuerzos encaminados a librar al mundo de las armas nucleares y otras armas de destrucción masiva y por ampliar la definición de seguridad para que englobe también la violencia de género y la violencia de bandas. La Nueva Agenda de Paz tiene en cuenta asimismo las amenazas para la seguridad que puedan surgir en el futuro, en reconocimiento de que los métodos de guerra van evolucionando y de que corremos el riesgo de que las nuevas tecnologías se utilicen como arma. Por ejemplo, necesitamos un acuerdo mundial para proscribir los sistemas de armas autónomos letales que pueden tomar decisiones de vida o muerte sin ninguna forma de participación humana.

Las instituciones financieras mundiales deben ser un espejo del mundo actual y estar habilitadas para encabezar una mejor respuesta a los desafíos que estamos afrontando, por ejemplo, en cuanto a la deuda, el desarrollo sostenible y la acción climática. Ello supone tomar medidas concretas para afrontar el endeudamiento insostenible, aumentar la capacidad de préstamo de los bancos multilaterales de desarrollo y modificar su modelo de negocio para que los países en desarrollo tengan un acceso mucho mayor a financiación privada a tipos de interés asequibles.

Sin esa financiación, los países en desarrollo no podrán afrontar la mayor amenaza para nuestro futuro: la crisis climática. Necesitan recursos con urgencia para dejar de utilizar combustibles fósiles, que están destruyendo el planeta, y pasarse a la energía limpia y renovable.

Por otro lado, como las y los líderes mundiales destacaron el año pasado, para acometer los avances que se necesitan desesperadamente a fin de lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, también es clave reformar la arquitectura financiera mundial.

La Cumbre se centrará asimismo en las nuevas tecnologías que tienen repercusiones a escala mundial con miras a buscar maneras de cerrar la brecha digital y establecer principios compartidos en pos de un futuro digital abierto, libre y seguro para todas las personas.

La inteligencia artificial es una tecnología revolucionaria con aplicaciones y riesgos que apenas estamos empezando a comprender. Hemos presentado propuestas concretas para que los gobiernos, junto con las empresas tecnológicas, el mundo académico y la sociedad civil, trabajen en marcos de gestión del riesgo de la inteligencia artificial y en la vigilancia y la mitigación de sus efectos nocivos y el reparto de sus beneficios. La gobernanza de la inteligencia artificial no puede dejarse en manos de los más ricos, sino que todos los países deben participar en ella, y las Naciones Unidas están resueltas a ser el foro que aúne los esfuerzos de todo el mundo.

Los derechos humanos y la igualdad de género son el hilo común que vincula todas estas propuestas. La toma de decisiones en el plano mundial no puede reformarse si no se respetan todos los derechos humanos y la diversidad cultural de manera que se garanticen la plena participación y el liderazgo de las mujeres y las niñas. Exigimos que se renueven los esfuerzos por eliminar las barreras históricas —jurídicas, sociales y económicas— que excluyen a las mujeres del poder.

Los constructores de la paz de los años cuarenta crearon instituciones que ayudaron a evitar la Tercera Guerra Mundial y llevaron a muchos países de la colonización a la independencia, pero no reconocerían el panorama mundial de hoy en día.

La Cumbre del Futuro es una oportunidad de construir instituciones y herramientas de cooperación mundial más eficaces e inclusivas, acordes con el siglo XXI y el mundo multipolar en que vivimos.

Insto a las y los líderes mundiales a que la aprovechen. 

(*) António Guterres es Secretario General de la ONU

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