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La biodiversidad importa

Una evaluación de la ONU presentada días atrás advierte que cerca de 1 millón de especies, entre plantas y animales, están en peligro de extinción. Estamos transformando los paisajes naturales de la Tierra de manera tan drástica que los ecosistemas de los que dependemos para sobrevivir están gravemente amenazados.

Se trata de datos alarmantes tanto para los que vivimos en las ciudades como para quienes viven en el área rural, por cuanto la diversidad de plantas y animales resulta esencial para cada aspecto de nuestras vidas. Por ejemplo, tres de cada cuatro cultivos de frutos o semillas para consumo humano dependen de los animales polinizadores. Los ecosistemas diversos también ayudan a capturar el agua y a filtrarla, proporcionando el 75% de los recursos mundiales de agua dulce. Cerca del 70% de los medicamentos contra el cáncer son naturales o son productos sintéticos inspirados por la naturaleza.

Además de alertarnos que la respuesta global para conservar la biodiversidad resulta insuficiente, este informe también propone soluciones. Algunas de éstas son proteger paisajes clave, conservar la agrobiodiversidad y reducir el consumo en general.

En Bolivia hemos estado avanzando por décadas en varios de estos temas. Se han declarado casi 15 millones de hectáreas (ha) como humedales de importancia internacional (sitios Ramsar), los cuales suministran agua potable y suelos fértiles para la agricultura familiar. Están establecidas por ley y reconocidas por la CPE más de 17 millones ha de áreas protegidas nacionales, cuya gestión protege la biodiversidad. Se han titulado 12,7 millones de ha a favor de los pueblos indígenas de tierras bajas. Su conocimiento, cultivado y transmitido por generaciones, es un medio reconocido mundialmente para contribuir a la conservación de manera más efectiva y menos costosa. Se están haciendo esfuerzos para preservar y usar la agrobiodiversidad sosteniblemente. Por ejemplo, existen 55 variedades de quinua en el altiplano y más de 80 especies de frutos comestibles silvestres en la Chiquitanía.

Aunque estos y otros avances nos dan una base para tener esperanza, es importante consolidarlos y seguir abordando las acciones pendientes que atentan contra la biodiversidad como la tala ilegal, la caza furtiva, la sobrepesca y, en general, vivir por encima de la capacidad del planeta. Queda mucho por hacer para los gobiernos alrededor del mundo, pero también para nosotros como ciudadanos. Desde nuestro día a día podemos contribuir ahorrando agua y energía, evitando comprar lo que no es necesario y reutilizando aquello que ya tenemos. Por separado parece poco, pero unidos representamos millones de cambios que contribuyen a la conservación de nuestro patrimonio natural.

* Gerente de proyecto de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).