El título del presente artículo (Fridays for the future, Viernes para el futuro) es el nombre que asumió el inspirador movimiento para la conservación del planeta iniciado por Greta Thunberg, una valiente y contestataria estudiante sueca de tan solo 16 años. Esta iniciativa, que está sumando adeptos por toda Europa, ha generado un vergonzoso y merecido remezón entre las autoridades del mundo, particularmente de los parlamentarios de la Unión Europea, que no están tomando las decisiones que hacen falta para contrarrestar la destrucción de la biodiversidad y el calentamiento del planeta.

Se trata de problemáticas que deberían ser encaradas con premura y diligencia, prohibiendo o al menos limitando los emprendimientos industriales y las explotaciones altamente contaminantes, cuyos daños contra el planeta son irreversibles. Sin embargo, ya sea por intereses particulares, indolencia o pasividad, esta responsabilidad no está siendo asumida por las autoridades de turno.

El movimiento Fridays for the future ha crecido vertiginosamente en las principales ciudades de Europa, e incluso han comenzado a surgir iniciativas similares en otros continentes. Sin exagerar, en este momento en que se lee el presente artículo, miles de jóvenes despliegan huelgas en los ingresos de los parlamentos europeos. Este movimiento también pone en relieve que la juventud es el motor que hoy impulsa la búsqueda de la justicia social en el mundo, y evidencia la necesidad de derogar leyes obsoletas, a tiempo de impulsar normas que respondan a las necesidades actuales de la población para garantizar su supervivencia y bienestar.

¿Qué es lo que propugna esta inteligente decisión de la juventud? Fundamentalmente propone destronar a los líderes de las potencias, sobre todo económicas, que hoy deciden por el mundo y que desatinadamente priorizan los intereses económicos por encima de la preservación del medio ambiente. ¿Por qué es tan importante su conservación? Porque el planeta le pertenece no solo a los seres humanos que hoy lo habitamos, sino también a las futuras generaciones y al resto de los seres vivos. De allí que la exagerada industrialización y sobreexplotación de los recursos naturales esté vulnerando el derecho de las futuras generaciones de vivir en un medio ambiente sano, a tiempo de poner en riesgo la supervivencia de la propia humanidad.

Es en verdad admirable la percepción de la juventud y su determinación de actuar ante grandes problemas como el cambio climático y la destrucción de la biodiversidad que están poniendo en riesgo al mundo entero. La juventud históricamente ha demostrado que es capaz de forzar cambios substanciales en todo orden de una manera mucho más efectiva que los adultos. Pues si bien los jóvenes disponen de menos recursos, conocimientos y experiencia que los adultos, están libres de la desidia, de la angurria y de la molicie que suelen entorpecer la desestructuración de la rutina y del statu quo. 

* Abogado, con estudios de posgrado en Interculturalidad y educación superior, alta gerencia para abogados, arbitraje y conciliación, derecho aeronáutico, filosofía y ciencia política.