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La noticia de un feminicidio

En lo que va del año, 43 feminicidios han ocurrido en el país, según datos del Ministerio Público y un recuento de La Razón. La cifra, lamentable y alarmante, fue reflejada con historias periodísticas que se contaron de muchas formas, incluidos eufemismos que matizan la cultura machista que llega a justificar la violencia y, por ese camino, a estos crímenes.

“Fue por celos”; “era un bebedor”, o esos pedestres “motivos pasionales” exculpan al agresor. Además, frases como “porque usaba minifalda”, “era guapa” o “salía con amigos” condenan a la mujer, pues terminan mellando su dignidad. Para evitar prejuicios, que afectan al entorno familiar de las víctimas, organizaciones especializadas recomiendan evitar expresiones encubridoras.

La violencia contra la mujer no son hechos aislados, son la consecuencia más visible del machismo y las desigualdades entre hombres y mujeres todavía vigentes (Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano). “Difunde las sentencias condenatorias y la respuesta social”,  recomienda el Consejo Audiovisual de Andalucía.

Tampoco es aconsejable apoyarse en rumores u opiniones de vecinos. Las fuentes deben ser la Policía o Fiscalía, personas expertas en la materia y testigos directos. Se debe evitar la reconstrucción de los hechos que abunde en detalles escabrosos del crimen. La utilización de un lenguaje violento desvirtúa las razones de la agresión. Expresiones como “certera puñalada” y “había una gran mancha de sangre”, entre otras, dirigen la atención a aspectos colaterales en desmedro de “los motivos reales de la agresión”, se lee en el manual de estilo de la Corporación de Radio y Televisión Española (RTvE).

Los periodistas deben tener presente que la violencia de género no es un asunto privado, sino un problema social y político que viola los derechos fundamentales. Por eso, se debe “evitar reproducir mitos sobre agresiones”. Por ejemplo, dejar las premisas: “las mujeres más pobres son las que más sufren violencia”; “si una mujer es maltratada, es porque es sumisa o le gusta recibir golpes”, o si “un hombre golpea a una mujer es porque es violento por naturaleza”.

A la hora de dar cuenta de estos crímenes es aconsejable preguntarse: ¿hombres y mujeres son igualmente dignos y libres? ¿Me alejo de los “es que” o estereotipos… “es que era mujer”, “es que es homosexual”; “es que es hombre? ¿Me refiero a mujeres como sujetos de derechos y no en cuanto a sus atributos físicos? ¿Si yo fuera una mujer (o si lo soy) me sentiría bien representada, valorada y reflejada en mi noticia? Las respuestas las tenemos todos nosotros.

* Periodista de La Razón.