Los que se bajan
A escasos días de la convocatoria para las elecciones generales de octubre, una de las últimas fichas por moverse en el tablero es si algunos binomios habilitados en las primarias finalmente “se bajarán” de los comicios. Hay señales de que, por razones pragmáticas —no desaparecer—, al menos tres partidos políticos están en camino de declinar su participación. La fecha límite para formalizar esta decisión es el 19 de julio, plazo previsto en el calendario electoral para la inscripción de candidaturas.
Como fue dicho sobradamente, el efecto tsunami provocado por las primarias en el escenario y la temporalidad político-electoral derivó en la habilitación de ocho binomios de la oposición; nada menos. La pauta es de fragmentación y desencuentro. Así quedó enterrada la reciclada demanda de una candidatura única y, al menos, de un frente amplio. Hoy, la unidad interruptus en el campo opositor trata de ser atenuada por dos vías: lograr que algunos partidos desistan y/o alentar la idea del voto útil.
¿Es posible “bajarse” de las elecciones? Si bien la Ley de Organizaciones Políticas no prevé nada al respecto, es evidente que la habilitación de binomios en las primarias constituye un derecho, no una obligación. En otras palabras: ningún binomio presidencial puede participar en los comicios sin su legitimación previa en primarias, pero cualquier binomio ya habilitado puede abandonar la carrera. Tres partidos políticos menores, muy escasos en intención de voto, están indagando esa posibilidad.
Según las encuestas preelectorales, esas fotografías útiles aunque a veces mutiladas y borrosas, solo tres de las nueve fuerzas políticas obtendrán una votación relevante en octubre. Las otras seis, más que ganar elecciones, en realidad afrontan el reto de no perder su personalidad jurídica, lo que implica superar la barrera de exclusión (3% de votos válidos). Como no van en alianza, el riesgo de desaparecer es bastante probable (como ocurrió con el MSM en 2014). Fuerte incentivo para desistir.
Hay señales en sentido de que el MNR, UCS y Frente para la Victoria podrían resignar su participación en las elecciones de octubre. Quieren conservar sus siglas para las elecciones subnacionales de febrero de 2020. Es probable también que, por su bloqueo interno, PAN-BOL no pueda postular candidaturas. Quedarían entonces cinco binomios presidenciales en la papeleta electoral. Lo sabremos de cierto la noche del 19 de julio. O quizás antes, en cuarteto con UN, izando alegóricas banderas de unidad.
FadoCracia retroactiva El flamante Presidente de los empresarios privados de Bolivia, hombre de mucha candidez y sinceras palabras, planteó la necesidad de anular el pago retroactivo del incremento salarial, ese “invento”. Su lógica es simple e inequívoca: si el aumento salarial se decide en mayo, que se pague desde mayo. ¿Por qué carajo lo hacen retroactivo a enero?
Claro que para evitar esta inútil discusión sobre retroactividad, lo más sensato sería directamente anular tal incremento. Así, con salarios congelados —winter is coming—, se evitaría el penoso rito anual de negociación. Y si nos les gusta, asalariados, vendan su fuerza de trabajo en otra parte. Capital y nobleza obligan.
Si bien el jefazo de la CeEPeBe no lo dijo (todavía), el siguiente paso lógico debiera ser la eliminación del salario mínimo, ese otro invento. Ya está de buen tamaño fijar pisos que debieran ser resueltos por el mercado benefactor. ¿Qué dirá la gloriosa Central Obrera Boliviana? Ah, sí: lo primero es lo primero; lo segundo, compañeros, es lo segundo.
“Eso sería discriminatorio”, sentenció el adelantado Almagro. Y el 21F, ya encogido, se consagró como 20-O.
* Politólogo.