Edificios
Una nota de este matutino informa que se están construyendo 13 edificios en altura que superan las 30 plantas. Tanto en La Paz como en Santa Cruz, estos emprendimientos forman parte de una lógica del capital que se reproduce vorazmente en sistemas políticamente benignos. De vivir en otro sistema político, socialista o anarquista, no existirían estas presiones por construir en altura (la plusvalía urbana) y, por ende, no se generarían ganancias con el suelo urbano.
Simbólicamente hablando, los edificios en altura son la representación del triunfo del capitalismo y, de su versión artística, la modernidad. No por nada estas edificaciones empezaron en el siglo XIX en Estados Unidos en las ciudades de Nueva York y Chicago, donde las nuevas tecnologías y la invención del ascensor permitieron a audaces promotores y arquitectos implantar tales creaciones. Desde entonces a la fecha hay una fijación en todo el planeta por rascar los cielos creando en el vulgo el imaginario de “edificios igual a desarrollo y modernidad”.
Apenas una sociedad tiene un boom económico, se comienza una carrera fálica de quién la tiene más alta. Ciudades como Shangái, Dubai o Azerbayán han comenzado a levantar las torres más altas para dejar constancia de su reciente poderío económico y simbólico. Como el péndulo que define los imperios se acerca al Oriente, en la China posmoderna hay más de un millar y medio de rascacielos, mientras que en EEUU apenas llegan a 800.
En La Paz también existe ese imaginario popular de progreso. Comenzó en las dictaduras militares que, desde los pasados años 60, impulsaron la razón del progreso material sobre el desarrollo humano. Y esa ideología tan del siglo XX sigue, paradójicamente, en este momento histórico. Se levantan edificios con más ahínco que nunca sin considerar que este milenio demanda otras maneras de desarrollo urbano, más sustentables y amigables con el medio ambiente.
Además de esa razón de fondo para construir otro paradigma urbano, existe un motivo por demás suficiente para no fomentar la construcción en altura en La Paz. Nuestra infraestructura es limitada y estrecha por su topografía. De ahí que esta ciudad tiene calles y avenidas de pueblo sumamente angostas para recibir construcciones en altura. Un estudio académico reveló que la altura máxima que debió promoverse en esta ciudad era de seis a ocho pisos. Pero pudo más la mezcla perniciosa de la angurria y la necesidad extrema, y el panorama a futuro no es nada alentador: una sombría mancha de construcciones de muchos metros de altura con espacios de seis metritos entre ellas.
* Arquitecto.