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La hora de Oruro

Los desequilibrios políticos y económicos están dando paso a tensiones en diferentes zonas del planeta, porque no resulta simpático que unos países prosperen a costa del resto, o que algunos se amarren bien al carro de la bonanza, mientras los otros se quedan como furgón de cola. Algo parecido está sucediendo en el plano nacional. Santa Cruz, La Paz, Tarija y Cochabamba han registrado índices positivos de crecimiento en los últimos ocho años, marcando una diferencia notable respecto a Oruro, Potosí, Chuquisaca, Pando y Beni. Innegables factores de geopolítica nacional, pero también decisiones políticas con fuerte cariz regionalista (septenio banzerista) tomadas en los últimos 40 años determinaron el mayor dinamismo de unas economías y el rezago de las otras.

Los desequilibrios entre las regiones están acentuando diferencias que en el futuro podrían derivar en mayores fricciones interregionales, dibujando un nuevo mapa de departamentos de primera y de segunda. Las definiciones tomadas en el marco de la implementación de las autonomías definen las potencialidades de cada región; sin embargo, si las potencialidades no son apreciadas y aprovechadas en su cabal dimensión, podría surgir desmesurada migración intrarregional.

Los casos de Oruro y Potosí son preocupantes. Si bien el primero ha impulsado proyectos como la fábrica de cemento, la carretera a Chile por Curahuara, la planta industrializadora de litio de Coipasa o una planta de energía solar de $us 110 millones, sus habitantes no parecen convencidos de que Oruro podría consolidar el control y dominio del altiplano central, gracias a su estratégica ubicación, que le da una relevancia geopolítica internacional. Con esta ventaja geográfica se podría desarrollar un nuevo paradigma económico desde el occidente de Bolivia, con base en las proyecciones que están surgiendo con el corredor bioceánico.

Por otra parte, no se puede descuidar el desarrollo agropecuario de Oruro, el cual podría potenciarse con la reciente construcción de seis represas, susceptibles de abastecer de agua a importantes zonas del departamento. San Miguel, la sexta presa recién inaugurada, puede asegurar el riego de 530 hectáreas en el municipio de Huayllamarka, en la región norte-central. Estos proyectos, junto con las potencialidades mineras de la región, podrían catapultar el desarrollo de Oruro. Por lo pronto, urge abrir el debate sobre tales perspectivas con base en la información que dispone la Universidad Técnica de Oruro (UTO), la Gobernación y el Ministerio de Planificación del Desarrollo.

* Comunicador social y abogado, director de la consultora Luces de América.