Icono del sitio La Razón

Intolerancia ante el rechazo

El sábado 27 de abril, Celinda se encontraba más feliz que de costumbre. Pocos días antes se enteró de que había ganado una beca para estudiar en Estados Unidos, y sin duda deseaba aprovechar el tiempo que le quedaba en La Paz antes de emprender el viaje para compartir con sus seres queridos. Aquel día, con una gran sonrisa en el rostro, salió a festejar la buena noticia con sus amigos, sin sospechar lo que pasaría horas después… De esta manera, con mayor o menor precisión, podríamos imaginarnos los últimos momentos de aquella joven profesional que murió apuñalada cuando regresaba a su hogar, tras la culminación de su festejo.  

Al igual que muchas otras mujeres en nuestro país, Celinda luchaba por alejarse de su expareja; un hombre que la hostigaba de manera frecuente desde que ella, una semana antes, le había manifestado su intención de terminar la relación. Incapaz de aceptar que su otrora enamorada ya no quería seguir con él, no aceptaba el rechazo, y hoy es el principal sospechoso de la muerte de Celinda. Se podría especular sobre los motivos que provocaron este crimen, pero es a las autoridades competentes a quienes les toca investigar y determinar lo sucedido.

Quiénes, con mucho pesar, nos enteramos sobre este tipo de hechos a través de los medios de comunicación no podemos evitar preguntarnos cómo evitar que se continúe arrebatando la vida de más mujeres en Bolivia.

La muerte de esta joven no es un hecho aislado, lo que evidencia que la normativa existente para evitar la violencia contra las mujeres (como la Ley 348 de 2013) no es suficiente. Y es que mientras no se enseñe en cada hogar del país a lidiar sanamente con el rechazo, mientras se continúe satanizando la palabra “no” en algunas familias, seguirán existiendo hombres y mujeres en cuyo imaginario nadie puede rechazarlos ni transgredir sus deseos.

Mientras evitemos educar sobre la posibilidad de ser rechazados en cualquier tipo de relación, sentimental, laboral, académica, etc., continuaremos fomentando el desarrollo de relaciones tóxicas, en las que el rechazo es considerado una ofensa al honor, un agravio.

En tanto no exista un cambio de perspectiva sobre la naturalidad de rechazar y de ser rechazados en cualquier ámbito, continuaremos viviendo en una época en la que involucrarse en una relación amorosa puede convertirse en una amenaza, tipo ruleta rusa, en la que no podemos tener certeza de salir con vida si decidimos retirarnos del “juego”.

* Abogada.