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Fútbol femenino

Hoy se inicia en Francia el Campeonato Mundial de Fútbol femenino. Si bien es la octava versión, jugadoras y analistas coinciden en que se trata de una suerte de inflexión respecto a los torneos anteriores en ciertos asuntos relacionados con la extrema inequidad que persiste en comparación con las competiciones masculinas. Por caso, por primera vez las jugadoras vestirán uniformes diseñados para mujeres, pues en el pasado utilizaban los mismos que los de los varones, pero en tallas más pequeñas. Un sinsentido que recién se ha decidido solucionar por insistencia de las futbolistas, quienes no se sentían cómodas vistiendo uniformes que por lo general les quedaban grandes.

De igual manera, en gran medida gracias a la presión ejercida por la selección de EEUU (campeona en tres ocasiones), la FIFA aceptó duplicar el premio para el equipo ganador respecto al torneo anterior (de $us 2 a 4 millones) y el monto a repartir entre los 24 participantes (de $us 15 a 30 millones). A pesar de este incremento, las cifras siguen muy lejos respecto al mundial de varones, que en 2018 entregó $us 38 millones al campeón (Francia) y fueron repartidos $us 400 millones entre los 32 participantes.

En cualquier caso, el hecho de que las brechas entre el fútbol femenino y el masculino comiencen a cerrarse, aunque muy lentamente, constituye una muy buena noticia, más aún considerando que los deportes como el fútbol, además de incentivar una vida saludable, son una de las mejores opciones que se tiene para promover valores de respeto e igualdad, siendo asimismo un puente para otros ámbitos académicos y laborales.