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Friday 29 Sep 2023 | Actualizado a 19:32 PM

Delon: un ídolo políticamente incorrecto

Alain Delon recibió la Palma de Oro de Honor en reconocimiento a las 89 películas en las que fue la ‘estrella’.

/ 15 de junio de 2019 / 00:10

Desde tempranas horas comenzó a formarse la cola para ingresar al elegante Teatro Debussy, donde galancetes enfundados en sus esmóquines y féminas en traje de coctel y tacones altos, tal como exige el código vestimentario del Festival de Cannes, alternaban extasiados la posibilidad de participar en el homenaje a Alain Delon, quien recibiría la Palma de Oro de Honor en reconocimiento a sus 62 años como actor y a las 89 películas en las que fue la principal “estrella”.

Cuando empezamos a montar la escalinata de alfombra roja, los murmullos cesaron y de pronto nos encontramos ocupando las 1.200 plazas reservadas para el evento. Al anuncio de la entrada triunfal de Delon, todos de pie aplaudieron al ídolo irremplazable de su generación, particularmente aquellas damas de hermosura marchita que musitaban “comment il était beau” (cual bello era). Seguramente fue para Alain su día más glorioso, ante las estruendosas ovaciones que duraron 15 minutos.

Una vez en escena, el director del Festival de Cannes, Thierry Frémaux, rememoró los logros del homenajeado, para enseguida convocar a Anouchka, la hija predilecta del comediante, una beldad toda bronceada que fue la encargada de entregar el galardón a su padre con emotivas palabras que arrancaron lagrimas del aludido.

En breve discurso, Delon dijo que el premio lo recibía no como fin a su carrera, sino como despedida a su vida, “porque sé que pronto partiré”. Ante el exabrupto, el público exclamó al unísono “No, no, no”. Con llantos a granel, se apagaron las luces y se inició la proyección de Mr. Klein, la cinta de Joseph Losey, que en 1976 recordaba los años aciagos de la ocupación nazi. A sus 83 años, Delon no sólo cuenta con una multitudinaria admiración, también tiene sus detractores, quienes incluso intentaron revertir el trofeo acusándolo de homofóbico, de manos violentas con sus cónyuges y apegado a posiciones de extrema derecha.

Ese mismo día observé la cinta Libertad, de Albert Serra, cuyos osados episodios parecían salidos de los mórbidos sueños del Marqués de Sade. Tantos traseros desnudos y colgandijos masculinos daban la impresión de un enorme mingitorio unisex, en vez de los jardines versallescos donde se sitúa la fábula, con ancianos de cabellera empolvada y damiselas en flor.

Que contraste, con Retrato de la chica en fuego (Portrait de la jeune fille en feu), dirigida por Celine Sciamma, cinta que desarrolla un amor lésbico dulce y enternecedor entre una pintora y su modelo, prisioneras de irrefrenable deseo en un castillo campestre. Fotografía maravillosa y fondos musicales de celestial mesura.

Cannes es el camino a la fama tanto para noveles productores como para actores y actrices debutantes pero plenos de ambición; aunque a veces ser tolerante con la mediocridad es tarea difícil, como ocurre con la película Frankie, de Ira Sachs, cuyos diálogos triviales en Sintra (Portugal), cuentan los días terminales de aquella artista que reúne a sus familiares y amistadas más cercanas para despedirse de este mundo. El tedio venció a mi compasión y salí de la sala, a media película, vociferando mi descontento.

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Chávez, de cerca

/ 16 de septiembre de 2023 / 07:15

La primera vez que vi a Chávez en imagen de cuerpo entero fue durante el Festival de Cine que se celebra anualmente en Biarrritz (1996), cuando mi amigo el cineasta Carlos Aspurea presentó Amaneció de golpe, un recuento acerca del épico alzamiento del 14 de febrero de 1992 del entonces teniente coronel Hugo Chávez Frías contra el presidente en funciones Carlos Andrés Pérez. A sus 33 años, Chávez quizá deseaba emular el bautizo de fuego de Fidel Castro, ocurrido en el cuartel Moncada cuatro años antes.

Entonces, tenía marcada curiosidad por conocer a Chávez, quien además prestaba religioso culto al libertador Bolívar, fundador de Bolivia (1825), mi país de origen. Por esa razón al rendirle la mano en el Hotel Monasterio de Cusco, donde se celebraba la XVII Cumbre del Grupo de Rio (23 de mayo de 2003), me sorprendió que replicara con un apretado abrazo. Pleno de fraternidad bolivariana, como manifestara con sincera espontaneidad. Era la personalidad de Chávez, caluroso en el contacto humano con los de arriba y, mayormente con los de abajo. Mediana estatura, abultado en carnes, mulato en sus facciones faciales, mirada escurridiza, labios carnosos y ademanes ligeramente simiescos. Podía mantener sin apuro una charla insustancial, condimentada de adjetivos superlativos que dejaban seducido al interlocutor, comprometiendo su simpatía o cuando menos dejando un buen recuerdo. Atendiendo el interés del presidente boliviano, traté de organizar una reunión bilateral con Chávez pero, ante el fastidio de Sánchez de Lozada, Chávez solo apareció dos horas más tarde de lo concertado y, en breve diálogo, el único punto de la agenda fue Evo Morales, mostrando un apoyo encubierto para su aliado del Sur. El 26 de junio de 2003, en otra cumbre saludé y conversamos nuevamente en Río Negro (Colombia) y finalmente en la Cumbre Iberoamerica realizada en Santa Cruz (noviembre de 2003), donde Chávez reclamó por la salida al mar para Bolivia, con tanto fervor como cuando otro venezolano Carlos Andrés Pérez, regaló un barco a la Armada boliviana. Todo ello para registrar que desde Rómulo Betancourt, conocí, frecuenté y traté a todos los presidentes venezolanos, hasta hoy. Confío que esa aproximación me dotará de cierta objetividad para revisar y comparar los juicios emitidos por Virginia Contreras, en su libro Chávez de frente y de perfil, que en cientos de páginas nos regala docenas de episodios secretos y otros discretos que solo una personalidad como ella posee y ahora los pone a disposición del público desde el pináculo de excepción: testigo y actriz de la vida, pasión y muerte de Chávez. Privilegiado sitial como jurista notable, primero jueza en lo penal y luego abogada de Chávez. Sus escritos me admiran por su memoria privilegiada, diestra en rememorar a los dramatis personae implicados en los cuarteles y a los impasibles burócratas típicos en los regímenes penitenciarios latinoamericanos. Su visión y revisión de Chávez nos acercan como nunca al hombre providencial, con sus luces y sombras, por eso vale. No se asemeja a otras hagiografías o libros por encargo. Es el Chávez de carne y hueso a quien Virginia Contreras retrata como abogada, jueza, amiga y también como su representante diplomática ante la OEA. En todos aquellos ángulos muestra y demuestra su vasta preparación académica y el talento para desempeñar con idoneidad las tareas que se le han encomendado y, cuando llega el momento de criticar y autocriticar, toma la tinta y ésta fluye con la fácil pluma de la verdad.

Seguramente los venezolanos hallaran en esas hojas muchos detalles hasta hoy ignorados, son los que hacen la “pequeña historia” y no cometeremos la imprudencia de revelarlos.

Éxito editorial para Virginia y curiosidad satisfecha para los bolivarianos.

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Motín contra Putin y una muerte anunciada

/ 2 de septiembre de 2023 / 00:00

Transcribo verbatim mi columna de hace dos meses. Mi prognosis termina: Prigozhin “es un muerto que aun camina…”

Desde que Vladimir Putin asumió el 31 de diciembre de 1999 el mando supremo de la Federación Rusa, jamás tuvo que enfrentar semejante desafío como aquel de la noche del 23 de junio pasado, cuando una columna de blindados sostenida por 25.000 combatientes se dirigía hacia Moscú, luego de haber tomado control total de Rostov sobre el Don, en medio del conflicto bélico con Ucrania. Era la milicia Wagner que encabezada por Eugeny V. Prigozhin reclamaba justicia, protestando contra el ministro de Defensa, Serguei Shoigú, a quien junto a la jerarquía militar culpaba de la mala conducción de la guerra y por el sabotaje que sufría su legión ante la falta de aprovisionamiento de pertrechos y municiones en el frente de batalla, que culminó con la cesación de sus servicios el 31 de julio de 2023, privándole de un ingreso de $us 1.000 millones anuales. Es más, el iracundo jefe mercenario acusaba a Shoigú por el reciente bombardeo de sus bases que dejó muertos y heridos entre sus filas. Desde meses atrás, Prigozhin atacaba abiertamente a éste y al jefe de Estado Mayor, Valeri Guerassimov, ante la tolerancia del presidente Putin, actitud que se asumía como tácito apoyo. Pero pasar de sus invectivas verbales a la conquista militar de territorios y a la amenaza de capturar la capital del país, se asemejaba más a un golpe de Estado (que él negaba enfáticamente) que a una querella interna. Obligado por las circunstancias, en el primer mensaje a la nación pronunciado por Putin, se tildaba la acción como traición a la patria, la cual sería severamente castigada. Sin embargo, horas más tarde, ocurrió cual milagro un arreglo in extremis cocinado por el dictador de Bielorrusia, Alexandre Lukashenko, oficiando de mediador: Prigozhin daría marcha atrás y se exiliaría en Minsk junto a su tropa y Putin dejaría sin efecto los cargos en su contra, permitiendo además que sus hombres se integren a las fuerzas regulares rusas. En su segunda intervención, Putin se felicita de haber evitado una guerra civil y hace alusión a la revolución bolchevique de 1917 que no solamente derrocó al imperio zarista, pero que también obligó a Rusia a firmar esa paz humillante con Alemania, implicando curiosa analogía del pleito con Ucrania. Final feliz que deja algunas interrogantes. ¿Toda esa rebelión para no obtener resultado alguno? Mi análisis personal y datos esporádicos captados, me hacen pensar que Prigozhin contaba con la complicidad de altos oficiales rusos que debían plegarse al motín pero que a último momento desistieron. Apoya mi hipótesis la peculiar circunstancia que una fuerza notoria como Wagner hubiese podido llegar tan cerca a Moscú sin obstáculo alguno. Por añadidura, las primeras reacciones en Occidente fueron de sorpresa, salvo en Washington donde —según despachos de prensa— ya se tenía noticia del alzamiento desde el miércoles 21. En el contorno externo, las consultas telefónicas de emergencia se multiplicaron entre París, Berlín, Londres y Bruselas y el presidente Biden se precipitó, sin que nadie lo hubiese aludido, a declarar que Estados Unidos era totalmente ajeno al problema. No obstante, el jolgorio fue global, particularmente en Kiev, donde se presumía el quiebre total del adversario. Ahora falta por conjeturar las medidas por venir. ¿El poder de Putin estará seriamente averiado o quizá más bien será esta la oportunidad para desatar una feroz purga, habitual en la historia política de Rusia? En el frente exterior, Putin deberá demostrar mayor empuje hacia negociaciones de paz, para mitigar su deteriorada imagen.

En cuanto a Wagner, privado de las millonarias dotaciones que recolectaba del tesoro moscovita, se supone que continuará sus aventuras africanas en Mali, República Centroafricana y Sudán, donde su control en la explotación de oro y otros recursos le ofrecen alto rendimiento.

En tanto que se especula que Eugeny Prigozhin en Bielorrusia, es un muerto que aún camina.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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Oppenheimer: Visión y revisión

/ 19 de agosto de 2023 / 03:06

Es admirable la habilidad de los estadounidenses de crear héroes y villanos, las más de las veces en narrativas fictas que facilitan el tránsito de un estatus al otro. Es el caso del científico Robert Oppenheimer (1904-1967), al que se le atribuye la paternidad de la bomba atómica y sobre quien el conocido cineasta Christopher Nolan concibe y dirige la película del mismo nombre que en sus tres horas de duración pretende resumir el poder y la gloria en la biografía de su héroe. Para quienes hemos vivido intensamente el periodo de la Guerra Fría, la exaltación de Oppenheimer como la “persona más importante que ha existido… por ser el hombre que podría destrozar el mundo”, es cuando menos una exageración muy controvertida. Fueron justamente los bombardeos atómicos a Hiroshima (06/08/1945) y Nagasaki (09/08/1945) los hechos que despertaron en la opinión pública mundial el repudio a la guerra y el apoyo a la causa de la paz. Personalmente, cuando en 1966 visité Hiroshima, aún recorrían sus calles ostentando sus horribles cicatrices los sobrevivientes al holocausto que en unos minutos causó 214.000 víctimas letales e incontables heridos y tullidos irreparables, fruto de la ebullición de la tierra a 3.900 grados Celsius. Suficiente motivación para que la juventud de todos los confines planetarios militemos ardientemente por la paz, formando comités, participando en marchas, en foros, etc. Por todo ello, la película de Nolan despierta reacciones dispares. En el fondo Nolan, en su filme, sublima la alta calidad del físico norteamericano, alegando (cuándo no) su origen judío, como condimento en su azaroso tránsito de la fama hacia la infamia de ser sospechable de haber facilitado material sensitivo a los servicios soviéticos, recelo por el cual es investigado por el panel de seguridad de la Comisión de Energía Atómica que apoya su suspicacia en la curiosa circunstancia que tanto su esposa como su amante eran miembros del Partido Comunista, en típica incriminación del terror macartista imperante en esa época. Años después Oppenheimer fue reivindicado y condecorado por la Casa Blanca.

En la forma, la profusión de flashbacks en blanco y negro induce a la confusión para el espectador poco avisado en la historia de la Guerra Fría, amén de otras inexactitudes tales como la contextura robusta de un presidente Truman falsificado o el eterno abrigo que Albert Einstein luce en Princeton, en tiempos distintos. Las escenas eróticas en calistenia poco edificante para el excelso profesor de física cuántica resultan, ciertamente, superfluas. Tampoco pasa desapercibida la fiebre complotista de Nolan que achaca a Lewis Strauss (presidente de la Comisión de Energía Atómica) el haber remarcado durante las audiencias contra Oppenheimer la extraña simpatía del joven senador John F. Kennedy hacia el indiciado, detalle que fuera de pantalla Nolan habría asociado al asesinato de JFK siete años después. Finalmente, sorprende que el resultado logrado por sus esfuerzos, o sea la explotación exitosa de la bomba atómica (apodada Little Boy), no aparezca en el filme, proyectando el famoso hongo causante de tanta desgracia humana.

Sin embargo, si algún beneficio deja la película, es llamarnos a la reflexión en momentos en que la absurda guerra ruso-ucraniana podría llevar al planeta a una hecatombe tal, que ese conflicto fronterizo se convierta en la guerra final.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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La guerra sin fin

/ 5 de agosto de 2023 / 07:36

ara que el legendario Henri Kissinger (HK), cargado de sus 100 años de edad, olvide sus explicables achaques y se decida a volar el 20 de julio pasado, durante 17 horas de Nueva York a Pekín, la situación internacional está llegando al punto mas dramático de los tiempos modernos. No llevaba representación oficial alguna, sino su portentosa capacidad de análisis político y su visión de ofrecer soluciones basadas en su conocida concepción de la real politik que otrora abrió avenidas de buen entendimiento entre las grandes potencias. Por ello, el arrogante presidente Xi Jinping que se abstuvo de recibir a delegados de la Casa Blanca, acogió en la exclusiva Diaoyutal, casa de huéspedes, a quien calificó como amigo de la China en medio de superlativos ditirambos a su histórica figura. Aunque no trascendió los puntos tratados en el diálogo, se supone que HK evocó los peligros que acarrea para el planeta todo, la escalada fatal de la guerra ruso-ucraniana que, entre otros entuertos, provocó el enfriamiento de las relaciones sino-americanas. HK acude a Xi como último medio para construir un puente hacia la paz que impida el uso del recurso nuclear. Tarea difícil en ese panorama copado por la desinformación distorsionada por ambas partes en conflicto, donde los únicos ganadores son los fabricantes de armamento para esta guerra que no comenzó el 24 de febrero de 2022, sino en los alzamientos de 2014. Hubo pues amplio término para evitar las hostilidades frontales, empleando la mediación diplomática que nadie ofreció, mostrando la inoperancia de las Naciones Unidas y más bien posibilitando el resurgimiento de la OTAN, colectividad que el presidente Emmanuel Macron diagnosticó en 2021 como víctima de “muerte cerebral”, implicando su inutilidad. En verdad, el asedio de la OTAN que Putin trató de evitar en sus fronteras fue contraproducente y resultó —ahora— en un cerco peligroso y aunque la protección de las minorías rusófonas en el Donbás todavía persiste, su garantía tendrá que ser parte de las bases del acuerdo de paz.

Lo que asombra y alarma en este conflicto es cómo las potencias occidentales, invocando la defensa del país agredido, están prestas a poner armas y dinero a raudales, pero ni un solo soldado en el terreno, pues los muertos y heridos corren a cargo de la juventud de Rusia y de Ucrania. En el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la votación sobre la resolución de condena a Rusia fue altamente elocuente por el elevado número de países que votaron en contra o se abstuvieron, exponiendo el grado de confusión al respecto. Inclusive el emergente “sud-global” representado por el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudafrica) hasta hoy exhibe una actitud neutral.

También cabe anotar que el pleito ruso-ucraniano está sirviendo de motivo y pretexto para alimentar apetitos insanos de política interna en el Occidente, fatigada por el costo de la guerra y también en Rusia, donde los mercenarios de Wagner ensayaron un golpe de Estado, abortado ad portas de Moscú.

Todos estos elementos nos llevan a pensar que, si no se activan los mecanismos de paz, la solución por el desastre podría ser la tenebrosa medida que precipitaría la Tercera Guerra Mundial que el experimentado HK trata de advertir.

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El asedio de París

La dinámica política exterior desplegada por Macron no llega a mitigar la opinión negativa

/ 21 de julio de 2023 / 23:15

Este año el presidente Emmanuel Macron no pronunció el tradicional discurso del 14 de julio, sacrosanto aniversario patrio, por la sencilla razón de que sus palabras, cualquiera que hubiesen sido, no habrían convencido como estímulo de aliento u optimismo frente a las convulsiones sociales recurrentes que su gobierno tiene que afrontar. Primero fueron las manifestaciones callejeras reclamando la reforma de pensiones que establecía una prolongación en la edad de jubilación de 62 a 64 años, cuya vocinglería fue vencida solo al cabo de la fatiga de sus gargueros y, últimamente, la deplorable muerte de un joven de 17 años, abatido por aquel desgraciado disparo del policía que intentaba detenerlo la noche del 27 de junio. Ese accidente fue la chispa que desató la ira contenida de la juventud de los barrios populares que contornan París que en hordas amorfas se autoconvocaron en diversos puntos de la capital protestando contra la violencia policial que la tildan de desproporcionada y racista. En tres noches sucesivas los vándalos, en su mayoría menores de edad, destruyeron a su raudo paso vitrinas comerciales, incendiaron indiscriminadamente automóviles y prendieron fuego a las sedes de las alcaldías locales, escuelas y cuanto lugar se imaginaban como emblema del orden establecido. Las fuerzas policiales se mostraron insuficientes para contener la salvaje avalancha que saciaba su furia solo con el saqueo de centros comerciales, de donde salían munidos de los artículos de su preferencia. Con la luz del día, sociólogos y analistas se frotaron las manos por tener material tangible en que apoyar sus trasnochadas teorías acerca de las motivaciones que impulsaron esos excesos. Ciertamente esas mareas humanas emergieron de los ghettos de la periferia parisina donde residen —mayormente— familias de migrantes maghrebinos y africanos, cuyos hijos y nietos son franceses de pleno derecho, por el jus solis vigente en la Constitución. Sin embargo, pese a gozar de todos los derechos y prerrogativas del generoso Estado-providencia, esos jóvenes se sienten discriminados en la ardua navegación hacia estamentos más elevados del ascenso social, tanto en las oportunidades laborales como en la ubicación habitacional en áreas más apetecibles de la ciudad. Lo grave fue que esa protesta se propagó a otras ciudades del hexágono galo como Marsella, Lyon, etc., con iguales características de violencia. En verdad, lo sucedido es la culminación de reclamaciones insatisfechas, no obstante que el gobierno central invirtió miles de euros en el mejoramiento de aquellos barrios. Inútil añadir que el rédito político de los disturbios fue aprovechado por igual por derechas e izquierdas, llegando unos a postular la anulación del jus solis (o sea el derecho de nacimiento) para poner más barreras en la obtención de la ciudadanía. Evidentemente, esas barriadas desfavorecidas ofrecen escenarios propicios a la criminalidad, sea la prostitución, el tráfico de drogas y otros, aumentando el sentimiento de frustración en la muchachada.

La dinámica política exterior desplegada por Macron no llega a mitigar la opinión negativa de su ejecutoria nacional que requerirá de mayores esfuerzos para culminar exitosamente su mandato.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia

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