En defensa del TSE
Según los marchistas, los vocales de la TSE no garantizan la transparencia de las elecciones nacionales.
El lunes, las plataformas ciudadanas, colectivos, comités cívicos, el Conade y partidos políticos opositores organizaron una marcha de protesta que llegó hasta las puertas del Tribunal Supremo Electoral (TSE) para exigir la renuncia de los actuales vocales de este órgano del Estado, al considerar que no van a garantizar la transparencia de las elecciones nacionales del 20 de octubre, ya que supuestamente estarían alienados al partido de gobierno. A pesar de ello, los candidatos opositores se inscribieron para lidiar en los comicios electorales.
Por diferentes medios de comunicación, oímos a algunos autonombrados representantes del malestar conservador en medio de muchas paradojas, como defender la democracia buscando la desinstitucionalización del TSE. Pues, en los hechos, la renuncia de los vocales supondría paralizar el calendario electoral en curso. En caso de que su demanda se materialice, mientras se elijan a los nuevos magistrados del TSE, ¿quién asumiría el rol de tan delicadas funciones?
Otro aspecto que llama la atención son los adjetivos denigrantes y hasta racistas que utilizan. Dicen que su protesta no es contra las personas, sino contra la institución, el TSE. Las instituciones no existen por sí solas, sino mediante personas específicas. La cabeza de esa institución es María Eugenia Choque Quispe, una mujer aymara de gran trayectoria intelectual, y precisamente todo el fardo de insultos apunta hacia ella.
Sueñan con reemplazar a los actuales vocales del TSE por ciudadanos notables, ¿quiénes serían esos notables? Se hace alusión a gente que hace muchos años fue parte de la desaparecida Corte Nacional Electoral. ¿Quiénes fueron esos notables? Según recuerdo, fueron unos q’aras, karayanas y mistis, en el sentido sociológico y cultural. Es decir, gente mestiza que se hacía pasar como “notables” y representaba al pueblo sin haber pasado por ninguna elección. Supongo que la derecha quiere imponer nuevamente a otros q’aras, karayanas y mistis retrógrados que, a nombre del pueblo, pretenderían encaramarse en el poder.
Otro adjetivo peyorativo que utilizan contra los actuales vocales del TSE es que “son sucios”. ¡Qué metáfora más racista!, ¿Quién es el sucio o quién es la sucia? Con este adjetivo implícitamente dicen que hay que limpiar a los sucios indios. En términos sociopolíticos, hay que barrer lo sucio e imponer lo limpio. ¿Pero quién o quiénes son los limpios? En nuestra práctica societal se quiere empoderar nuevamente al q’ara, al karayana y al misti “blanco” porque supuestamente son los limpios, “mejor preparados”, frente a los indios sucios “que no saben nada”.
Aquí radica la mentalidad de la sociedad racista perversa, representada hoy por la derecha colonialista, al pedir que renuncien los vocales. Para colmo, se habla también de saneamiento al sucio; es decir, de una “desinfección” social y cultural porque ya no pueden soportar más que la presidenta del TSE sea una aymara; que el presidente Evo sea otro aymara; que el canciller, Diego Pary, sea un quechua. En fin, esa es la bronca de fondo y la camuflan bajo nombres de dictadura, desconfianza, credibilidad, democracia, gente idónea, castigo social, etc., etc.
En su desesperación política, el sector de las élites más desubicadas hablan de que el TSE sea (re)asumido por “patricios” (notables), como si estuviésemos en la Roma imperial. El re-sueño de esta derecha es volver al pasado, a la república racista, para seguir reproduciendo los moldes de una sociedad de castas donde lo indio no cabía en la estratificación social del país. Es importante estudiar este comportamiento obsesivo de los mestizos retrogradas. Aunque sabemos que hay otro sector de mestizos muy valioso, orgulloso de sus raíces, dispuesto a compartir o que ya ha generado líneas de interculturalidad anticolonial. Jichhurunakanxa kullaka María Eugenia Choque juparuwa wali uñkatapxi. Sarxpan sasaw sapxi uka q’ara ñanqha jaqinakaxa. Ukaru ch’amachapxakirachixaya llunk’u, chuxña jiwas jaqinakaxa.