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Jaime, PDC y otras consecuencias

En medio del reciclado clamor de unidad y murmullos sobre binomios que “se bajan” de la competencia electoral, el expresidente Jaime Paz Zamora anunció la declinación de su candidatura presidencial. Allende sus razones, el hecho ha generado solidaridad-sonrisa en la oposición, e indiferencia en el oficialismo. La decisión del octogenario líder político devino en remezón en el PDC. O lo que queda de éste. El portazo de Jaime puede derivar en la pérdida de su personalidad jurídica.

El repliegue de Paz Zamora deja en carrera ocho binomios presidenciales habilitados en las primarias de enero, siete de ellos del arco opositor. Y ha sido leído por algunos voceros como un acto de madurez y “renunciamiento” (sic). Tanto que hasta se lo iza/usa como bandera: otros también, como él, debieran desistir… ¡por el bien de la unidad! Claro que las razones de Jaime fueron más pedestres: disputa con la dirigencia y estatutos del PDC (ese “muro de hierro”) por la lista de candidaturas. No hay esplendor.

El hecho, por supuesto, tiene consecuencias. Y está provocando confusión. Lo primero que debe aclararse es que, por supuesto, un candidato o un binomio “electo” en primarias pueden abandonar las elecciones, aunque tal caso no esté contemplado en la Ley de Organizaciones Políticas (LOP). Lo que no existe es la figura de sustitución del binomio por renuncia. En los hechos, pues, el PDC ha quedado fuera de los comicios de octubre: sin candidato presidencial no hay binom­­io; ni lista de candidaturas.

La otra consecuencia de la retirada de Jaime Paz es terrible para el PDC, que por préstamo de sigla puede quedar sin personalidad jurídica luego de 32 años de vigencia. Si ya había el riesgo cierto (encuestas dixit) de pérdida por no superación del umbral del 3% de votos válidos, ahora podría suceder por otra causal: no concurrir de manera consecutiva a dos elecciones. El PDC no participó en las subnacionales de 2015, y en 2019 tampoco podrá hacerlo. Queda sujeto a interpretación.

¿El abandono de Jaime producirá un “efecto dominó” en la oposición? Por ahora no hay señales en ese sentido. El otro llamado, Virginio Lema del MNR, lo dijo fuerte y claro: “no voy a renunciar”. La dirigencia de UCS, en tanto, sigue viendo números. Y todos alistan candidaturas antes del 19 de julio. ¿Dónde irán a parar los “dos puntitos” del hoy excandidato? No lo sabemos de cierto. Lo más probable es que, como en viejos cruces de río, se dispersen cual cenizas: un poco por aquí, otro poco por allá. Seguimos.

FadoCracia incivil

Cansados de acciones tibias (bajo pena de ser vomitados en apocalípticos días), los miembros del grupo Generación 21 (G-21) se pusieron calientes, y en solemne conferencia de prensa, convocaron a la “resistencia civil”. ¿Qué significa? Conminar a las fuerzas de oposición que desconozcan el resultado de las elecciones de octubre. Inmensa vocación democrática.

Su modelo no puede ser más encomiable: la oposición venezolana. Esa, esa, esa. Y el mecanismo es simple e inequívoco. Si Evo y Álvaro ganan los comicios, no se los reconoce. Faltaría más. Resistencia civil. ¿Y si hubiese victoria de un candidato de oposición? Ah, eso es diferente. Todo bien: Bolsonaro presidente, G-21 diputado uninominal.

Como el camino al cielo/infierno está empedrado de buenas intenciones, los febriles exigen un compromiso escrito de los partidos opositores. Seamos serios. Hay que “eliminar el chip azul”. ¿Está claro? Si ganan, los desconocemos. Si pierden, “solo los esposaremos”. Tampoco se trata de cortarles la cabeza. Hay democracia y (de) Generación 21 para rato.