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Conmigo o ‘sin migo’

El 9 de junio, los expresidentes agrupados en la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA) emitieron una declaración en la que califican como una “grave violación” de la Constitución de Bolivia el intento del presidente Morales de reelegirse, quien argumenta que su postulación es un “derecho humano tutelable”. Además, instaron al Consejo Permanente de la OEA (presidido por el Embajador de EEUU) que condene esta determinación como “una grave violación” de la Convención Interamericana de Derechos Humanos. Convención que, al igual que la Carta Democrática Interamericana y la Declaración de Santiago de Chile de 1959 (que creó la Comisión Interamericana de DDHH), reconoce el derecho de todo ciudadano a elegir y ser elegido, pero limitado en “las justas exigencias del bien común, en una sociedad democrática”. Además, establecen como principio esencial de la democracia la “proscripción de la perpetuación en el poder o de su ejercicio sin plazo” y “el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al Estado de derecho”.

Al día siguiente, el presidente Morales replicó, señalando que “esos 21 presidentes deberían preguntarse primero de dónde vienen. La mayoría viene de los golpes de Estado, de las dictaduras militares, la mayoría vienen (sic) del Plan Cóndor, y ellos deben preguntarse si están al lado del imperio o con pueblo”. No voy a entrar en la discusión sobre la pertinencia de la reelección de Evo Morales ni acerca de la declaración de IDEA. Me abocaré a contextualizar los pronunciamientos en el contexto de Bolivia en la región y los mantras del socialismo del siglo 21 (S21).

Lo primero, ¿qué es IDEA? Esta iniciativa se identifica como “un foro internacional no gubernamental”, integrado por “37 ex jefes de Estado y de Gobierno (de 17 naciones iberoamericanas, cuatro ya fallecidos), demócratas respetuosos del principio de la alternabilidad durante sus desempeños, (y que) observa y analiza las experiencias y procesos democráticos iberoamericanos”.

Lo segundo es la maniquea dicotomía del S21 de etiquetar como “amigo” y de “izquierda” a todo aquel que le apoya, y de “enemigo” y de “derecha” a quien ose criticarle. Ese mismo simplismo, pero más agresivo, explica el hecho de catalogar a los firmantes como provenientes “de golpes de Estado, de las dictaduras militares, (…) del Plan Cóndor”; cuando en stricto sensu ninguno de los suscriptores participó de regímenes de este tipo. Al contrario, fueron elegidos y ejercieron el poder democráticamente y provienen de países que se liberaron de dictaduras mucho antes de sus gobiernos. ¿Cuál la consecuencia de esta afirmación presidencial? Además de falsa, ora por desconocimiento, ora deliberada, refuerza el aislamiento de Bolivia, al insultar a exmandatarios democráticos y tergiversar la historia de sus países.

En 2006, Bolivia se alineó con el ALBA y el Foro de São Paulo. La extraordinaria bonanza económica registrada entre 2008-2014 (maná imprevisto y foráneo), le hizo creer que su éxito era incontenible, y le nutrió de indulgencias ajenas, “bloqueándole” frente a todo lo que no le fuera afín. Una actitud, más psicológica que sociológica, de mesianismo ideológico, un hubris manifiesto. Las consecuencias del férreo alineamiento con Venezuela y Nicaragua se han sentido en el Mercosur y en la OEA (más allá de Almagro), y más palpable aún, en la práctica desaparición de Unasur, tras la asunción de la presidencia pro tempore de parte de Bolivia.

Como Calabazas señala en la obra Casa con dos puertas, mala es de guardar, de Pedro Calderón de la Barca, debemos decir: “Tú te andas solo contigo/Contigo solo te estás/ Contigo vienes y vas/ Y en fin contigo y sin migo/ En cualquier parte te ven/Que parecemos, señor/El dinero y el amor: /Mirad con quien y sin quien”. (P.D.: a Nicolás Maduro se le olvidó culpar al John Bolton del apagón en el Cono Sur…)