La deficiente política exterior de Trump
Trump toma decisiones apresuradas, sin pensar si cuenta con un plan bien reflexionado y metas claras
Trump estaba seguro de que la política exterior iba a ser algo fácil y obvio. En su opinión, era evidente que Barack Obama carecía de las cualidades necesarias para ponerles un alto a Irán y a Corea del Norte. Pero no había nada que temer: Trump le demostraría a todo el mundo cómo hacerlo.
A los norcoreanos les dijo que si EEUU se veía obligado a defenderse y a defender a sus aliados de un ataque con misiles, no le quedaría “más remedio que destruir por completo a Corea del Norte”. En cuanto a Irán, tuiteó: “Si Irán quiere pelear, será el fin oficial de Irán”. ¡Qué susto, el fin oficial de Irán! ¿Y eso qué significa? ¿Lanzaremos un arma nuclear en Irán, un país con 80 millones de habitantes? ¿Dejaremos a Corea del Norte con tanta radiación que brille en la oscuridad, pero sin ocasionarles ningún daño a Corea del Sur, Japón y China? En realidad, son expresiones que solo utilizaría alguien que desconoce por completo el poder militar y se ha fabricado una idea exagerada de lo que este puede lograr. Esas frases solo podrían salir de la boca de alguien que actúa como comandante en jefe… en un programa de televisión.
Los casos de Irán y Corea del Norte han hecho patente la debilidad de tener un Presidente que cuenta con los instintos correctos en algunos temas de política exterior (como la necesidad de confrontar a China en lo referente a los intercambios comerciales o el deseo de mejorar el convenio con Irán); pero que toma decisiones apresuradas, sin detenerse a pensar si cuenta con un plan bien reflexionado y metas claras, un equipo sólido de seguridad nacional para poner en marcha lo que quiere, o una coalición amplia de aliados que puedan ayudarle a mantener una confrontación prolongada, y sin la menor consideración por la regla cardinal que aplicaba el exsecretario de Defensa Jim Mattis en todo conflicto armado: “El enemigo tiene voto”.
Desglosemos estas ideas. ¿Alguien sabe si la meta de Trump en el caso de Irán o Corea del Norte es, como preguntó Robert Litwak (experto del Centro Wilson en países rebeldes), un “cambio transformativo del régimen” o un “acuerdo para transigir”, en cuyo caso tendríamos que renunciar a algo para obtener una concesión a cambio?
En el caso de Irán, Trump y su equipo han dado tumbos a diestra y siniestra. Después de que Trump retiró a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán (con todo y que ese país se había sujetado a sus términos), su ambicioso y psicopático secretario de Estado, Mike Pompeo, dio un discurso en el que identificó 12 elementos que Irán debía cambiar tanto al interior como hacia el exterior, una serie de exigencias equiparables a un cambio de régimen.
Obama, en contraste, no ocultó la naturaleza de su acuerdo con Irán en 2015. Era solo de transigencia; prácticamente, su único objetivo era garantizar que durante 15 años Irán tuviera prohibido construir un arma nuclear. Obama esperaba (aunque no lo predijo) que, gracias al acuerdo de eliminar las sanciones económicas a cambio de que Irán abandonara durante 15 años su programa de armas nucleares, la nación persa se abriera más al mundo y así se fortalecieran sus fuerzas más moderadas. Esto último no ocurrió. Irán se convirtió en un actor regional más agresivo hacia las naciones árabes sunitas vecinas. Sin embargo, tampoco hizo nada que representara una amenaza para EEUU y en realidad fue un aliado tácito para derrotar al Estado Islámico en Siria e Irak.
Trump, a su vez, intentó opacar a Obama con el programa de 12 pasos de Pompeo. Por desgracia, no le funcionó. Ahora se dice que el contrataque de Irán (en respuesta a la salida de EEUU del acuerdo nuclear y la imposición de sanciones diseñadas para reducir a cero las ventas petroleras de Irán) ha consistido en desplegar elementos y agentes encubiertos para atacar a los buques tanque que atraviesan el golfo Pérsico, con lo que obliga a Estados Unidos a proteger esos corredores marítimos.
Se trata de una acción muy costosa para EEUU, e implica un desgaste excesivo para la Fuerza Naval. Necesitamos aliados para confrontar esta estrategia iraní de manera exitosa. Pero Trump ha ido alejando a nuestros aliados con sus mentiras incesantes, por la decisión de imponer aranceles a sus productos y por no darle importancia a su interés en renegociar el acuerdo nuclear con Irán con ciertas limitaciones.
Trump podría haber dialogado con Alemania, Francia, el Reino Unido, Rusia y China para intentar mejorar el acuerdo con Irán. Podría haber propuesto que se exigiera a los iraníes mantener congeladas sus armas nucleares 10 años más (una ampliación de 15 a 25 años) y que sus pruebas de misiles quedaran restringidas al área del Medio Oriente. Con tales propuestas es muy probable que Trump hubiera logrado mejoras aceptables al acuerdo. En vez de eso, pretendió demostrar que podía transformar a Irán y ser mejor que Obama.
Ahora que esa ambición ha producido una crisis, Pompeo y Trump han comenzado a desdecirse; y así le dan al mundo el mensaje de que no les interesa un cambio de régimen, sino recurrir a la diplomacia e incluso sostener conversaciones con el Presidente de Irán. No obstante, al menos por el momento, los iraníes, que sufren consecuencias económicas dolorosas, han decidido forzar la mano de Trump. No solo se supone que han atacado los corredores marítimos, sino que anunciaron planes de aumentar el nivel de enriquecimiento de uranio con el objetivo de llegar al nivel apto para armas nucleares. El conflicto puede escalar a niveles peligrosos.
Entre tanto, en Corea del Norte, según señala Litwak, la Administración Trump ha adoptado su propia versión de la misma postura que le criticaba al gobierno de Obama: la “paciencia estratégica”. Trump ha decidido ignorar crecientes pruebas de que el régimen de Kim sigue desarrollando misiles capaces de alcanzar a EEUU. Como en el caso de Irán, afirma Litwak, para resolver el estancamiento con Corea del Norte es necesario olvidar la meta transformadora (la desnuclearización total e inmediata) y optar por transigir (un congelamiento verificado del arsenal nuclear y el programa de misiles de Corea del Norte para evitar que una situación negativa se agrave).
Reducir las armas nucleares a cero sencillamente no es una opción que Corea del Norte quiera poner sobre la mesa de negociación, pues la familia Kim siempre las ha considerado esenciales para la supervivencia del régimen. Además, en vista de que a Trump le bastó un tuit para desbaratar el acuerdo nuclear con Irán, no es probable que Kim Jong-un quiera colocarse en la misma posición de vulnerabilidad. Cuando el periodista George Stephanopoulos, de ABC News, preguntó sobre los informes de violaciones recientes de Corea del Norte a sus acuerdos con Trump, Trump respondió: “No sé. Espero que no. Me prometió que no lo haría”.
Esto es lo que conseguimos por tener un Presidente que actúa por instinto en vez de elaborar planes a conciencia, que está encantado con los dictadores y hace a un lado a nuestros aliados democráticos, que cuenta con el respaldo de un partido y una red televisora que se conforman con repetir como merolicos todo lo que dice y nunca lo cuestionan, que piensa que el enemigo no puede opinar y que no comprende la regla básica de la política para Medio Oriente. En aquella región lo opuesto de “malo” no es “bueno”. Allí, lo contrario de malo es, por lo regular, desorden y algo “peor”. Hay que tener cuidado con lo que uno pide.
Si Trump se hubiera conformado con hacerle pequeños ajustes al acuerdo con Irán para mantener su programa nuclear suspendido 25 años, y si no se hubiera propuesto transformar a la nación persa para demostrar que puede superar radicalmente a Obama, estaríamos en una situación mucho mejor que la actual. En fin, estamos como estamos. “Irán y Corea del Norte no responden a las presiones, pero si no hay presiones tampoco responden”, concluye Litwak.
Así que vayamos aceptando la realidad. Ninguno de estos regímenes se verá forzado a cometer un suicidio, y tampoco vamos a sumirnos en una guerra para “ponerle fin oficial” a ninguno de ellos, si es posible evitarlo. Así que este es el mensaje para Trump: si lo que quieres es superar a Obama, la única forma de hacerlo es en la mesa de negociaciones. En ese caso, si pretendes tener éxito, tendrás que aceptar el mismo tipo de acuerdo que concretó Obama y transigir. Si logras mejores términos, que Dios te bendiga. Pero tampoco creas que te vas a salir con la tuya sin darles algo a cambio. Ah, y más te vale estar preparado para que los gruñones de Fox. (22/06/2019)