Icono del sitio La Razón

Los metemanos ‘mil disculpas’

Tenemos las mujeres derecho a asistir a una fiesta y que no nos metan mano? Hace poco fue la fiesta de exalumnos de mi colegio. Nunca he sido adepta partícipe porque cuando era colegiala escuchaba de refilón charlas de los compañeros de curso sobre pastillas que se ponían en el trago de las mujeres ¿Con qué fin? Ellos se decían, entre susurros excitados, que se trataba de yumbina, un estimulador sexual y que sabían dónde la vendían. Yo no lo sabía entonces, pero estaban hablando sobre la droga de la violación.    

¿Tenemos las mujeres derecho a asistir a una celebración y que no nos droguen? No sé si alguna vez aquellos adolescentes de colegio católico “bien” de la zona sur la compraron y drogaron a alguien. Lo que sí sé es que una vez mi compañera de curso me contó desgarrada que la habían violado en el viaje de promoción, tras perder el conocimiento después de un trago.

Lo que sí sé es que poco después una compañera de trabajo —teníamos 19 años—  me contó llorando y furiosa que había perdido el conocimiento y que se encontró en la cama de un motel junto a nuestro entonces jefe, un reconocido radialista y showman paceño.   

¿Tenemos las mujeres derecho a tomarnos un trago y que no nos violen? No pensaba asistir a la fiesta de exalumnos sola, ni por si acaso. Hasta que se dio que otro excompañero se ofreció a oficiar de mi “guardaespaldas”, tras haberle contado mis temores y “traumas”.

Siglo XXI y aún una mujer de 42 años decide no asistir sola a un festejo nocturno porque tiene miedo, miedo a que la droguen, miedo a que la acosen… Con guardaespaldas y todo, pasó que un conocido, so pretexto de hablar, posa su mano en mi cintura, en mi cadera.

Cuando le reclamé respondió con un “mil disculpas”. El mismo “mil disculpas” que escuché del gobernador de Chuquisaca por la misma acción de meter mano a una compañera que él pone en duda: “será cierto, no será cierto”. El mismo “mil disculpas” más falso que billete de tres dólares que escuchamos a diario.

El jueves salió una nota en la revista Mía sobre el cáncer de ovario. No existen métodos de detección temprana de este tipo de cáncer, lo cual es increíble, pues solo la detección temprana permite salvar a tiempo la vida de una mujer.

El machismo es un cáncer social. Por eso es tan importante detectarlo a tiempo y combatirlo de inmediato. Cuando autoridades de mi país dicen que la metida de mano de un gobernador “no es para tanto”, asoma un destino de desahucio. Las metidas de mano son “acoso sexual”, un delito tipificado en la ley 348. El cáncer social de la violencia  machista destruye vidas.

* Periodista de La Razón.