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Drogas en colegios

Un reciente reporte de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) en Cochabamba reveló que en esa capital cada mes son aprehendidos en promedio seis menores de edad por poseer, consumir y hasta vender droga en los colegios. La situación, de suyo preocupante, permite inferir que ocurre lo mismo en escuelas y colegios de las demás ciudades del país.El director de la FELCN cochabambina informó que en los primeros cinco meses del año el personal a su cargo decomisó 1,77 kilos de cocaína y 23,5 kilos de marihuana; asimismo, se “interceptó” a 67 menores de edad infractores y 89 fueron arrestados. De estos, 33 fueron solo aprehendidos. Según explicó la autoridad, la mayoría de estos últimos tiene entre 15 y 18 años. El jefe policial reconoció que no es posible establecer si la cantidad de estudiantes aprehendidos por su vinculación con el microtráfico de drogas aumentó o no en comparación con años anteriores, porque no existe un registro. Sin embargo, aseguró que el número de arrestos aumentó “porque los controles se incrementaron”. Dichas tareas de control no solo se realizan en los alrededores de los colegios y unidades educativas, sino también en su interior, gracias al Programa Mochila Segura, impulsado por los gobiernos municipales de las ciudades capitales del eje troncal del país, y que con todo y sus errores y tropiezos ha llevado algo de seguridad ciudadana a los centros de estudio.Según el director de la FELCN de Cochabamba, no es posible señalar una zona roja de tráfico y consumo de drogas ilegales entre adolescentes, pues los arrestados y aprehendidos “venden en todas las zonas de la ciudad”. No comparte esa opinión la jefa de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia del Gobierno Municipal del Cercado, pues los trabajos del Programa Mochila Segura permitieron identificar que hay mayor microtráfico en las zonas sur y central de la ciudad.La autoridad municipal informó además que en los operativos “se encontró sobre todo marihuana, luego pasta base de cocaína y pastillas”; sustancias que los estudiantes manejan “cotidianamente”. Doble razón para preocuparse, pues significa que no solo hay drogas al alcance de las y los adolescentes, sino también que su tenencia y consumo se está naturalizando entre la población más joven y, por tanto, vulnerable.Como se dijo al principio, es posible inferir que esta situación no ocurre únicamente en la capital valluna, y que lo mismo debe estar sucediendo, en mayor o menor medida, en otras ciudades capitales del país. De ahí que iniciativas como el ya nombrado Plan Mochila Segura o aquellas que hacen énfasis en la prevención sean cada día más importantes y necesarias. Salvar a los más jóvenes de las garras de la droga debe ser, pues, una política nacional que merezca los mejores recursos disponibles.