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Solidaridad hacia los más vulnerables

Solo si nos mantenemos unidos podremos ayudar a las familias más vulnerables a salir de la pobreza.

/ 27 de junio de 2019 / 00:16

A veces es fácil olvidar cuánto han progresado algunos países y sus habitantes en apenas dos generaciones. Cientos de millones de personas salieron de la pobreza en América Latina y el Caribe desde mediados del siglo pasado. Esto es, sin duda, motivo de celebración, pero casi un cuarto de la población sigue inmersa en la pobreza. Si bien buena parte de la región prosperó, varios países todavía figuran entre los más pobres del mundo o enfrentan desafíos particulares. Estos países necesitan nuestra solidaridad, y una de las formas más efectivas con las cuales la comunidad internacional puede mostrar dicha solidaridad es a través de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Grupo Banco Mundial.

La AIF ayuda a los países más pobres del mundo o a aquellos que enfrentan retos únicos a través de donaciones y préstamos concesionales a tasas de interés cero o muy bajas para apoyar el desarrollo sostenible. Este año, los socios de la AIF se reúnen, como lo hacen cada tres años, para decidir el monto de reposición de las donaciones realizadas por cerca de 55 países. Los resultados de este encuentro tendrán un gran impacto en los esfuerzos de la comunidad internacional por ayudar a aquellos que viven en los países más pobres de nuestra región a tener una vida mejor.

Estas donaciones y préstamos ayudan a países como Honduras, Nicaragua, Guyana y Haití, así como a varios pequeños estados caribeños. Anteriormente, la AIF ha apoyado también a Bolivia, Ecuador, El Salvador y Paraguay. Durante los años sesenta, la primera década de funcionamiento de la AIF, ésta ayudó a Chile, Colombia y Costa Rica en su camino hacia el estatus de ingreso medio.

Muchas veces esta contribución ha significado un punto de inflexión para la región. En 2018 se triplicó el volumen de recursos destinados a los pequeños países caribeños, Guyana y Centroamérica; mientras que se duplicaron los fondos para Haití. El apoyo a la AIF es hoy más importante que nunca, teniendo en cuenta que los países luchan por impulsar un desarrollo inclusivo frente a aspectos como el cambio climático, entre otros. Los huracanes en el Caribe crecen en número e intensidad año tras año, y los países necesitan ayuda para construir infraestructura resistente a estas tormentas. En el Corredor Seco de Centroamérica cada vez es más difícil para los agricultores poder mantenerse a sí mismos y a sus familias. Haití está clasificado como un Estado frágil o afectado por conflictos, lo cual socava su desarrollo económico.

Para lograr el máximo impacto de la AIF, es importante potenciar las contribuciones con recursos domésticos y fondos recabados en los mercados de deuda. Por cada dólar de los donantes, podemos comprometer tres dólares para nuestros países beneficiarios.

La AIF ha destinado aproximadamente $us 600.000 millones (en precios constantes) en inversiones en 113 países en las últimas seis décadas, en un esfuerzo gigantesco por apoyar a las personas más vulnerables que viven en los países más pobres del mundo. Para el período 2017-2020 hemos incrementado nuestra ambición y estaremos proporcionando $us 75.000 millones en apoyo financiero. En el Banco Mundial queremos mantener este nivel de ambición en un momento en el que estamos negociando el próximo paquete de tres años con los 55 socios donantes, para así poder contribuir al logro de los objetivos de desarrollo sostenible 2030.

Como resultado de nuestros esfuerzos constantes, la mortalidad infantil en la región disminuyó y los niveles educativos son mucho más altos. También hemos apoyado el desarrollo de infraestructura, así como el acceso a electricidad y agua potable. Todo ello se ha traducido en una mejor vida para muchos de los ciudadanos de estos países.

Por ejemplo, con el apoyo de la AIF las infecciones de cólera disminuyeron abruptamente en Haití, al punto que este año no se han reportado casos nuevos. Luego del huracán María, Dominica recibió ayuda para construir viviendas resilientes que beneficiaron a 32.000 personas. En Honduras, 12.600 agricultores lograron una mayor inclusión financiera.

La solidaridad es la base de estos esfuerzos. Solo si nos mantenemos unidos podremos enfrentar los enormes desafíos a futuro y ayudar a los más vulnerables a salir de la pobreza. No podemos dejar atrás a nadie ni a ningún país. Por más de 70 años, el Grupo Banco Mundial se ha esforzado por apoyar un desarrollo duradero y sostenible. Es por ello que siempre estamos buscando nuevos socios en la comunidad internacional para profundizar este trabajo. Esperamos que más países y socios se unan a este esfuerzo y que podamos contar con un mayor respaldo de los países de América Latina y el Caribe para apoyar a sus vecinos. Esta solidaridad se traduce en empoderar a los pobres para que logren sus sueños, cambien sus vidas y construyan una mejor vida para sus hijos. No se merecen menos.

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Urge garantizar la igualdad de género

Mientras no se eliminen las brechas de género, ninguna sociedad, país o empresa logrará su máximo potencial.

/ 16 de marzo de 2019 / 04:06

Nacer mujer en América Latina y el Caribe significa nacer con restricciones sociales y económicas. Pues, a pesar de haber logrado avances muy importantes en el acceso de las niñas a la educación en todos los niveles, una vez graduadas, solo un 57% de las mujeres entre 15 y 64 años en la región participa en el mercado laboral, en comparación con el 82% de los hombres, según datos de 2018 del Banco Mundial. Y cuando lo hacen, ganan en promedio un 21% menos que los varones, de acuerdo con cifras del mismo año de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Esto no solo supone una gran injusticia para ellas, sino que además tiene enormes consecuencias para toda América Latina y el Caribe. A nivel social, la desigualdad de género puede desencadenar aspectos tan negativos como embarazos juveniles, matrimonios infantiles y violencia contra la mujer. A nivel económico, las pérdidas debidas a la brecha de género en la participación laboral suponen el 15,8% del ingreso per cápita de nuestra región, según información de 2016 de nuestra institución.

Como sociedad, ésta es una realidad que no podemos permitirnos. Ni esta semana, en la cual celebramos el Día Internacional de la Mujer, ni ninguno de los otros 364 días durante los cuales, en diferentes países y de formas diversas, se perpetúan las desigualdades contra ellas. Para avanzar en este camino será crucial superar estereotipos sobre su capacidad y rol en distintas esferas. No se lograrán avances mientras esperemos que las mujeres dejen el trabajo si se casan o tienen niños, o si aceptamos que opten por un empleo peor pagado para compaginar su vida profesional con el cuidado de sus hijos o padres.

También será importante eliminar o modificar las leyes y regulaciones que limitan su acceso al trabajo. La razón es sencilla. Si una mujer no puede abandonar su hogar sin permiso para buscar empleo o ir a una entrevista de trabajo, será imposible que logre desarrollarse profesionalmente. Asimismo, si no se le permite poseer tierras, acceder a financiamiento o disponer de bienes, nunca tendrá la posibilidad de abrir su propio negocio. Mientras esto suceda, mientras no se eliminen las brechas de género, ninguna sociedad, país o empresa logrará su máximo potencial.

Hacer frente a esta realidad supone un desafío de enormes dimensiones, que solo puede superarse con un fuerte compromiso por parte de los diferentes actores. Del sector público, garantizando leyes y un entorno institucional que contribuya a eliminar las brechas. Del sector privado, facilitando un ambiente de negocios que apoye a las mujeres en sus distintos roles. Y de la comunidad internacional, la sociedad civil y la academia, a través de iniciativas destinadas a visibilizar las barreras que impiden la igualdad de género y a financiar esfuerzos para eliminarlas.

A pesar de los desafíos, América Latina ha logrado avances en los últimos años, como se puede ver en un índice del Banco Mundial presentado recientemente como parte del informe “Mujeres, Empresa y el Derecho 2019”. Este índice analiza los diversos hitos en la vida laboral de una mujer, desde su primer empleo hasta su jubilación, así como las protecciones legales asociadas con cada una de estas etapas, en los últimos 10 años.

Para América Latina, el índice aumentó de 75,4 a 79,09 (en una escala en la que 100 es la máxima puntuación), el segundo mayor crecimiento entre las economías emergentes y en desarrollo. El reporte destaca que los países de la región implementaron 39 reformas, y en varios casos extendieron la licencia por maternidad. Bolivia registró el segundo mayor incremento en puntuación a escala global por reformas normativas que permiten que las mujeres consigan empleos de la misma manera que los hombres y prohíben el acoso sexual en el trabajo. Otro avance importante es el de México, donde se prohibió el despido de trabajadoras embarazadas.

Nuestra contribución, sin embargo, va más allá del análisis, un aspecto sin duda crucial para identificar las brechas. Cada vez más nuestros proyectos sistemáticamente incluyen componentes para contribuir a mejorar las oportunidades de las mujeres. En Ecuador, trabajamos junto con la municipalidad de Quito para reducir los embarazos adolescentes en escuelas municipales. En Brasil, apoyamos acciones para implementar la Ley Maria da Penha, que busca combatir la violencia contra las mujeres. En Argentina, llevamos a cabo capacitaciones para aumentar sus aspiraciones educativas y laborales. En el Caribe, apoyamos a mujeres emprendedoras innovadoras, entre otras iniciativas.

A pesar de estos esfuerzos, es necesario seguir avanzando. ¿La razón? América Latina no podrá progresar en su sueño de eliminar la pobreza sin las mujeres. Las cifras hablan por sí solas. Sus ingresos entre 2006 y 2015 contribuyeron al 29% de la reducción de la pobreza en la región. Por ello y por justicia social, el momento de garantizar la igualdad de género es ahora.

* Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.

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