Otra ‘pichiruchada’ de la selección
Pareciera que algunos de esos ídolos se asustaron al entrar en un estadio internacional.
El fútbol profesional se ha convertido en uno de los deportes más populares y masificados en el mundo. A pesar de que está regentado por una empresa privada, la Federación Internacional de Futbol Asociados (FIFA) y sus entes regionales, se ha transformado en uno de los referentes de la cultura física de los países asociados. Hoy mueve grandes cifras económicas. A pesar de los grandes escándalos de corrupción de dirigentes, jugadores y allegados, su popularidad no ha sufrido grandes embates. En la sociedad contemporánea del espectáculo, ocupa más espacio en los medios que la política, y es capaz de hacer aflorar sentimientos de amor y odio, fácilmente conectados a formas de nacionalismo e identidad nacional.
En la Copa América 2019, la selección concluyó su participación en la última posición, luego de tres derrotas en los tres partidos que disputó. ¿Quiénes son los responsables de este nuevo fracaso del combinado nacional? Resulta paradójico que el accionar privado de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), afiliada a la FIFA, se convierta en la representación nacional. Sabemos que la FIFA no permite que el Estado u otras organizaciones intervengan en la ejecución y representación de la práctica del fútbol profesional. En esta especie de exclusividad federativa, los dirigentes, los jugadores y el cuerpo técnico son sin duda los grandes culpables de los fracasos de la representación nacional.
Innegablemente los protagonistas son los jugadores. ¿No sé si ellos entienden su oficio de ser atletas del fútbol? Por lo tanto, hay requisitos que deben cumplir. Desde llevar una dieta de deportista, hasta formas de comportamiento en el día a día. ¿En qué consiste la dieta de los deportistas? Y lo más importante, ¿qué valores reproducen? Se ha denunciado que antes de participar en la Copa América los jugadores preguntaron cuánto iba a ganar y exigieron que se les pague cuantos antes. Tal parece que algunos jugadores se creyeron estrellas, y les interesó ganar mucho dinero antes que hacer una buena representación. ¿Después del fracaso, habrán tenido vergüenza al cobrar los $us 20.000 que acordaron por su participación? Estoy casi seguro que no tuvieron ningún escrúpulo para cobrar esa suma, porque en la vida de la mayoría de los futbolistas lo que prima es el dinero.
No sabemos si la selección boliviana cuenta con algún psicólogo en deporte. Oímos declaraciones de algunos jugadores señalando que el nivel del fútbol boliviano “es bajo”. Si entran con esa mentalidad, siempre saldrán perdedores. Pareciera que algunos de esos ídolos se asustaron al entrar en un estadio internacional y perdieron su ajayu o el aliento para jugar dignamente. ¿Nervios? Creo que es algo más que eso, es la mentalidad perdedora con la que entran a disputar los partidos, la mentalidad del futbolista colonizado que cree que todo lo de afuera es superior. Esta baja autoestima no se supera solamente practicando, hay que encararla con educación. Y ahí la labor de un psicólogo que enseñe, incluso al director técnico, cómo tener una identidad plena de jugador, frente a quien sea, es fundamental. Podrían enseñar al menos el pasaje bíblico que relata cómo David derrotó a Goliat.
Escuché a varios aficionados decir que no queremos más “chuxu jugadores en la selección, quienes al ver al rival extranjero se orinan en la cancha”. Mejor dicho, no queremos jugadores timoratos e incapaces de enfrentar al rival sin dignidad. Pues en la realidad aquellos jugadores que pensábamos que eran ídolos no son más que idolillos de papel. Uka chuxu, llaytha anatirinakaxa ma p’inqa anatapxi anqa markana. Ma pitaya jiwas anatirinaka jawsapxam, ¿wali kusaspawa janicha?