¿Por qué Palestina no acudió a Bahréin?
Ante estas evidencias, Palestina no puede confiar que un foro organizado por EEUU solucione sus problemas.
Los palestinos saben que Israel y su aliado Estados Unidos están preparando una trampa para liquidar definitivamente los derechos nacionales del pueblo palestino, en contraposición a lo que dicta el derecho internacional y las resoluciones de las Naciones Unidas en esta materia. Los hechos en el terreno son evidentes.
El 25 de junio, con la asistencia de delegaciones de 39 países y unos 300 empresarios, se inauguró en Bahréin el foro económico internacional para Oriente Medio, organizado por Estados Unidos. En el discurso de apertura, el representante de EEUU, Jared Kushner (yerno y consejero de Donald Trump), calificó a este foro como la oportunidad del siglo para los países de Oriente Medio, y en especial para Palestina. Sin embargo, en su discurso no mencionó una sola palabra sobre los derechos nacionales del pueblo palestino, o acerca de la creación de un Estado independiente a su favor, o sobre cómo solucionar el conflicto israelí-palestino según el derecho internacional, ni tampoco acerca de las iniciativas de paz. Solamente manifestó su preocupación sobre la mala situación económica que vive el pueblo palestino y de la ayuda económica envenenada que prepara dicho foro. Y agregó la intención de unir Gaza con el Sinaí egipcio. Con lo cual Estados Unidos pretendería trasladar a Egipto el conflicto entre Israel y la franja de Gaza.
Meses antes del comienzo de este foro se habló de una inversión de $us 500.000 millones, para impulsar la participación de todos los países de la región. Pero luego de confirmar la lista de participantes, la inversión comprometida se redujo al 10% del monto inicial, $us 50.000 millones a ser invertidos durante 10 años. Es decir, $us 5.000 millones al año. De este monto, un 50% correspondería a donaciones y el otro 50% provendría de préstamos con intereses de los países que comparten fronteras con Israel: Egipto, $us 9.000 millones; Jordania, $us 7.500 millones; Líbano, $us 6.000 millones; y Palestina, $us 2.500 millones. Y el premio gordo para Israel sería el control político.
Para mayor detalle, el 80% de los $us 50.000 millones ofrecidos serían pagados por los países del Golfo Arábico y por Arabia Saudita, ya que éstos serían los beneficiarios directos de la paz. Y el restante 20%, por los países de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón. De esta cantidad, $us 11.000 millones correspondería a inversiones de empresas privadas para ganar dinero, no para ayudar. El 44% de la inversión total iría a los países árabes, con el compromiso de que a los refugiados palestinos que residen en su territorio les otorguen la nacionalidad, eliminando de esta manera su derecho a retornar a sus hogares, tal como dicta la Resolución 194 de la ONU.
El restante 56% de la inversión ($us 27.500 millones) se destinaría a los territorios palestinos ocupados. La mitad de ese monto correspondería a préstamos con intereses. Quedarían entonces $us 13.750 millones. De esta cantidad, $us 5.000 millones se destinarían a la construcción de un corredor para unir Gaza y Cisjordania; los cuales terminarían en manos de empresas israelís. Al final, restarían $us 8.000 millones a ser repartidos en 10 años. Es decir, la misma cantidad que los países donantes entregan a Palestina para infraestructura desde la firma de los acuerdos de Oslo ($us 800 millones al año). Pero esta vez la donación vendría condicionada a la rendición y legalización de la ocupación israelí.
Las determinaciones impulsadas por la Casa Blanca antes de la organización de este foro fueron las siguientes. El cierre de la delegación palestina en Washington; reconocer a Jerusalén como capital de Israel, y el posterior traslado de la Embajada estadounidense de Tel Aviv a aquella ciudad; la suspensión de la ayuda humanitaria y sanitaria a Palestina; el dejar de pagar la cota estadounidense a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), que proporciona servicios a los refugiados palestinos; y finalmente reconocer el derecho de Israel de anexionarse los asentamientos en Cisjordania y las alturas del Golán sirio.
Ante estas evidencias, Palestina no puede confiar en que un foro económico organizado por EEUU apunte a solucionar sus problemas. ¿A qué se debe la urgencia y la premura estadounidense en dicho foro? Después del fracaso de sus políticas en América Latina (Venezuela, Cuba y Nicaragua), Asia (China y Corea del Norte) y Oriente Medio (Siria, Iraq y Irán), tal parece que el señor Trump necesita una victoria rápida y contundente para su campaña electoral que está por comenzar.
Sin embargo, todo el mundo sabe que para tener un desarrollo económico se necesita antes que nada estabilidad política. Por esta razón, para garantizar el éxito de cualquier foro económico, la Autoridad Palestina exige primero una solución política al conflicto con Israel, con base en el derecho internacional y las resoluciones de la ONU. Pero como el plan para solucionar el conflicto fue dictado por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en concomitancia con los representantes estadounidenses proisraelitas (Kushner, Jason Greenblatt y David Friedman), se sabía de antemano que el foro de Bahréin no apuntaba a mejorar la situación económica y humanitaria del pueblo palestino, sino, a destruir nuestro futuro político como nación y convertirnos en mano de obra barata para las empresas israelís, a tiempo de forzarnos a vivir en nuevo régimen de apartheid. Por todo esto, Palestina, que no está a la venta por limosnas económicas, no acude a foros de esta naturaleza. Además, reivindicamos nuestro derecho a vivir en paz y libres, como todos los pueblos del mundo.
Mahmoud Elalwani
es embajador del Estado de Palestina en Bolivia.