Feminicidios
‘No hagas a los otros lo que no quieres que te hagan a ti’.

El principio de la conducta de toda persona tiene como base el respeto por los valores propios reflejados hacia los demás. Esta conducta se halla expresada en una célebre máxima cuyo contenido está presente en libros sagrados de todas las religiones, entre ellos, la Biblia: “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti”. Se trata de una regla de oro que ha dado origen a leyes, códigos de ética e incluso instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos.
Al presente, surge la pregunta si nuestra sociedad cumple con esta regla. Y la respuesta se torna preocupante cuando nos enteramos de la penosa y ascendente cifra de feminicidios cometidos en el país en el primer semestre del año. Y más aún si la comparamos con datos de las últimas seis gestiones, pues se trata de un índice alarmante: en 2013 se registraron 26 feminicidios; en 2014, 71; en 2015 subió a 110; en 2016, a 111; en 2017, a 119; en 2018 llegó a 130. Y hasta el 30 de junio de 2019 ya son 65 casos, haciendo un total de 632 víctimas asesinadas por la sola condición de ser mujeres.
La violencia de género ocupa diariamente el reporte de las noticias. Estos hechos ameritan un análisis de la conducta de los agresores y de las medidas que se están adoptando para evitar nuevas víctimas. Pero lo que más preocupa es la cifra creciente de feminicidios cometidos hasta la fecha, un hecho punible fruto de una conducta machista violenta, alimentada por el odio y la intolerancia hacia las mujeres. Además, estos datos evidencian la vulnerabilidad de las mujeres en una sociedad en la que la violencia es la norma y no la excepción, al contrario de lo que se esperaría de una cultura de paz.
Todas las formas de violencia son inaceptables, porque representan el desconocimiento del derecho ajeno. No deberíamos consentir o pasar por alto conductas machistas de intolerancia, aduciendo que éstas no ponen en riesgo la vida de las víctimas. Pero precisamente esta permisibilidad es la que da lugar al círculo de la violencia y llega a su cúspide con el feminicidio.
Debemos preguntarnos ¿qué clase de sociedad estamos construyendo si ya no es importante respetar los derechos del otro? ¿Cómo podemos vivir en armonía si no aplicamos reglas básicas de convivencia? ¿Cómo podemos contribuir a enfrentar la falta de respeto y el abuso para lograr el reconocimiento de la dignidad de las personas? Si bien las violaciones de los derechos humanos afectan tanto a hombres como a mujeres, su impacto varía de acuerdo con el sexo de la víctima. Los estudios sobre la materia afirman que toda agresión contra una mujer es violencia de género.
Por ello, considerar al otro excede nuestro propio respeto; es el reflejo de quiénes somos y cuán meritorios son nuestros valores éticos. Cabe recordar que la familia es la célula fundamental para transmitir e inculcar principios positivos y una ética ciudadana; valores que a su vez son imprescindibles para el futuro del país. Por lo que es obligación de todos cimentar una sociedad altruista, equitativa, noble y fuerte; sin la cual no es posible sentar las bases de un desarrollo con justicia y equidad. Solo así lograremos humanizar nuestra propia conducta, contribuyendo a eliminar toda forma de violencia, evitando que los casos de feminicidio sigan en aumento.