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Un juez poco probo

Posicionado como un paladín de la lucha contra la corrupción cundo era juez en Curitiba y se hizo cargo de la operación “Lava Jato”, el ahora Ministro de Justicia de Brasil está en el ojo de la tormenta, pues se ha revelado que en al menos dos ocasiones ejerció presión indebida sobre el Ministerio Público, a fin de producir evidencia que sirvió para impedir la candidatura del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Todo comenzó a inicios de junio, cuando el portal The Intercept, en su edición brasileña, publicó evidencia que mostraba que, en su papel de juez, Moro se había colisionado con el procurador encargado de investigar la trama de corrupción montada desde la constructora Odebrecht no tanto para sancionar a los culpables, sino sobre todo para destruir al Partido de los Trabajadores (PT), que había gobernado Brasil primero bajo el mando de Lula y luego de Dilma Rousseff. Su propósito se vio cumplido cuando dictó sentencia de casi nueve años de prisión para el expresidente, incluso sin que la evidencia en su contra fuese concluyente.

Casi un mes después, la revista Veja, conocida por su posición editorial conservadora y enemiga del gobierno del PT, publicó una edición trabajada en conjunto con The Intercept en la que se muestra, con más evidencias, que el Ministro de Justicia del ultraderechista Jair Bolsonaro hizo todo lo que estuvo a su alcance para dañar al expresidente Lula y a su partido, mientras se mostraba como un personaje imparcial.

En junio, The Intercept señalaba que el reportaje (elaborado gracias a la entrega anónima de documentos secretos, mensajes de texto y audios del entonces juez federal) mostraba cómo los procuradores del caso Lava Jato “hablaban abiertamente de su deseo de impedir la victoria electoral del PT”, así como el hecho de que “el juez Sergio Moro había colaborado de forma secreta y antiética con los investigadores de la operación para ayudar a montar la acusación contra Lula”.

Huelga recordar que las primeras sospechas en contra de Moro surgieron luego de que Bolsonaro lo nombrase ministro de Justicia de su gobierno. Cargo desde el cual, dicen sus críticos, se muestra inflexible con las fuerzas de oposición y los periodistas críticos como el equipo de la citada publicación digital, pero muy complaciente con los allegados al Gobierno y sus negocios sospechosos. Previsiblemente, Moro ha negado de manera vehemente la autenticidad del material publicado, tanto en portugués como en inglés.

Es difícil creer que estas revelaciones cambiarán en algo el rumbo que ha tomado el Gobierno brasileño, incluso si sirviesen para obligar a revisar el caso contra Lula da Silva. No obstante, lo que sí ha quedado claro es la falta de probidad del exjuez y ahora ministro, quien en su afán de destruir al PT y a sus líderes ha terminado poniendo en cuestión todas sus acciones en el marco de la operación Lava Jato.