Desbalance
Con más del 50% de bosques en su territorio, Bolivia es sin duda uno de los países más ricos en naturaleza y recursos; pero a la vez es también el que menor desarrollo y avance ha logrado en términos de salud, educación y medio ambiente de la región. Al parecer, no podremos alcanzar un mayor desarrollo mientras no seamos capaces de reconocer que debemos avanzar de la mano del medio ambiente. Incorporar la conservación de ecosistemas en los desafíos del desarrollo es fundamental para ser sustentables. Aunque paradójicamente suele malinterpretarse a la conservación como freno al desarrollo.
Hoy más que nunca urge hablar de conservación, porque de ella ya depende producir más y mejor. Además, la salud de los ecosistemas se acerca a puntos críticos de inflexión; su retorno será difícil y complejo. Los controladores biológicos naturales están disminuyendo y desapareciendo de los ecosistemas. Esto nos conlleva a una producción agropecuaria altamente dependiente de agroquímicos, los cuales si bien son una medida inmediata para mejorar las cosechas, en el mediano y largo plazo, desencadenan muchos impactos en ambiente y en la salud de las personas. Las bacterias, virus, pestes y plagas son parte de la naturaleza; éstas recobran su fuerza o control cuando los ecosistemas van perdiendo su balance.
El cambio de uso de suelos junto a la caza indiscriminada de predadores claves están provocando la sobrepoblación de especies que pueden causar muchos daños. La filosofía que adoptamos para producir no está contribuyendo en nuestra resiliencia y capacidad de adaptación a riesgos y fenómenos climáticos. Los que producen y trabajan la tierra están cada vez más expuestos a los impactos. Probablemente esto esté relacionado con la reducción de nuestros bosques.
Desde 2005, la deforestación y el cambio de uso de suelos han avanzado más que nuestro conocimiento e investigación sobre el potencial de los ecosistemas y sus especies. Bolivia es el segundo país con más pérdida de bosque amazónico (6 millones de hectáreas), solamente después de Brasil. La Amazonía es el bioma terrestre que más beneficios brinda al planeta, pero es el más frágil. Sus suelos no son capaces de soportar la producción agropecuaria intensiva, porque su balance depende de los bosques. Asimismo, no soporta el efecto invernadero que sufre la tierra.
La evolución ha demostrado que la naturaleza se adapta y se modifica. Sin embargo, nuestra especie es vulnerable. Cualquier desbalance expone nuestra baja resiliencia y capacidad de adaptarnos. La naturaleza no necesita del hombre, pero nosotros sí necesitamos de ella para coexistir.
* Directora de investigación y gestión del conocimiento de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN). (08/07/19)