Voces

Wednesday 17 Apr 2024 | Actualizado a 22:04 PM

Retos a debatir

La deliberación pública es una de las condiciones primordiales para la convivencia en democracia.

/ 9 de julio de 2019 / 23:39

A poco más de una semana del plazo para la inscripción de candidaturas, las fuerzas políticas en competencia afinan sus estrategias de campaña. Como parte de ello, algunos candidatos están agitando la bandera del debate. Y lanzan interesantes y paradójicos retos, en especial a nivel del binomio presidencial. Hay factores para que se produzcan, o no, tales debates.

Diferentes análisis y estudios señalan que la deliberación pública es una de las condiciones primordiales para la convivencia en democracia. No por casualidad hay quienes sostienen la idea de una democracia deliberativa. El supuesto es que el intercambio plural y fundamentado de ideas y argumentos contribuye a la conversación pública y alienta la participación informada de la ciudadanía. Sin deliberación, no hay democracia, se llega a decir. O al menos estaríamos ante una democracia incompleta.

En relación a los procesos electorales, hay varias experiencias sobre debates entre los principales contendientes. En algunos casos, los debates, en especial entre candidatos presidenciales, constituyen afinados y bien cuidados eventos de campaña. Si bien, en general, tales encuentros no suelen modificar las preferencias electorales, pueden incidir en votantes indecisos. Claro que estos debates, en formato de espectáculo, no son la única, ni acaso la más importante, fuente de exposición de propuestas.

¿De qué depende que hayan o no debates presidenciales en el ámbito de una elección? Hay al menos tres factores: la tradición, la normativa y las estrategias de los actores. En Bolivia, si bien hubo algunos debates en el proceso de democratización, no tenemos una fuerte tradición deliberativa a nivel de candidaturas. A diferencia de otros países, nuestra legislación no establece la obligatoriedad del debate. Y suele decirse que, por estrategia, los candidatos ganadores optan por no debatir.

En ese marco, el candidato Carlos Diego Mesa convocó a debatir al candidato Evo Morales sobre sus respectivas “propuestas de futuro”; un debate presidencial uno a uno. La propuesta fue rápidamente desahuciada por el oficialismo, que mandó a Comunidad Ciudadana primero a “ordenarse”. Por tanto, no habrá debate. Igual resulta paradójico que hace unos meses Mesa haya anunciado con solemnidad que “no debatirá con candidatos inconstitucionales, porque sería reconocerlos”. Hoy pide debatir con ellos.

Más allá de estos fallidos intentos de confrontación deliberativa en el actual proceso electoral que se expresan en diferentes niveles/desafíos a debatir entre candidatos vicepresidenciales, por ejemplo (e incluso con no candidatos), es fundamental reafirmar el principio de que una condición para la participación ciudadana en democracia es que sea informada. Ello implica tener acceso plural y comparado, mejor si es con debate, a las propuestas programáticas de las fuerzas políticas en competencia. (09/07/19)

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Conan ha muerto

Lo peor de todo no es esta fotografía fija; lo peor es el aire de resignación que se respira en las calles de Buenos Aires

Ricardo Bajo

/ 17 de abril de 2024 / 11:08

“Conan, basta de ajustarnos”. Así reza una pancarta de protesta en la avenida 9 de Julio, cerca del famoso Obelisco de Buenos Aires. “Conan, tengo hambre”, dice otra. Sobre el paso de cebra alguien ha pintado “Milei te quiere pobre”. Todos sabemos quién es Milei, pero ¿quién es Conan? Conan es un perro, un mastín inglés para más señas. O era, porque el famoso Conan murió hace siete años. Entonces, el ahora presidente de la Argentina se gastó $us 50.000 en clonar a su mascota. Lo hizo a través de una compañía estadounidense de Texas llamada Perpetuate.

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Milei vive ahora con cinco perros idénticos (“son mis hijitos”) en la Quinta de Olivos, la residencia presidencial. Se llaman Conan, Milton (por el economista Milton Friedman), Murray (por el economista Murray Rothbard), Robert y Lucas (por el también economista Robert Lucas). Hasta aquí, todo “normal”. Por cierto, el estadounidense Murray Rothbard, de la Escuela Austriaca de Economía, sostiene que “el padre debería tener el derecho legal a no alimentar al niño, es decir, dejarlo morir”. Un (ex)amigo del presidente contó que “los perros le bajan a Milei un mensaje de Dios”.

Dice el escritor argentino Martín Caparrós en su nuevo libro (El mundo entonces: una historia del presente) que Milei está claramente incapacitado para gobernar, que es un personaje siniestro, que está notoriamente desquiciado. Y se pregunta: “¿por qué votaron quince millones de argentinos a un tipo que asegura recibir instrucciones de un perro muerto?” El psicoanalista Hernán Scorofitz —en una columna de la revista Noticias— cree que Milei no ha aceptado la muerte del animal; “parece imposibilitado de tramitar simbólicamente su falta y por eso necesitar inmortalizarlo a través de acciones que parecen bizarras y hasta delirantes”.

El delirio pasó por la clonación del perro muerto y de sus cuatro “hijos”. Y por abrirle una cuenta de Twitter al susodicho (e interactuar con ella). Scorofitz va más allá: “Conan ocupa un lugar de padre, un padre muerto pero del cual se reniega su muerte”. Hay que recordar que la infancia y la adolescencia de Milei fueron marcadas por maltratos físicos y psicológicos por parte de su padre y de sus compañeros de escuela. Por eso los argentinos y argentinas que marchan estos días en las calles (un día sí y otro también) contra las políticas de ajuste y hambre, contra los recortes y despidos, le hablan al perro y no al presidente. Argentina es un manicomio a cielo abierto.

“¿Cómo podemos confiar en una persona que no tiene familia y habla con Dios al que llama “El Uno” a través de un “canal de luz” que le abrió su perro muerto?, me dice un hincha de Defensa y Justicia en el barrio de Florencio Varela mientras mata mosquitos a cada rato por la epidemia de dengue.

El segundo cuatrimestre en las universidades nacionales está en riesgo porque no alcanza para pagar la factura de luz y gas. El presidente dice que podría mandar tropas a Ucrania. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich (a la que Milei llamó en campaña “terrorista tirabombas”), se reúne con la CIA y el FBI en Washington. El presidente y su hermana reciben en Miami la distinción de “embajadores de la luz” por parte de una secta judía ortodoxa. Uno de los diputados de su partido (La Libertad Avanza) no cree en la obligatoriedad de la enseñanza pública y le dice a una periodista: “La libertad es también si no querés mandar a tu hijo a la escuela para que ayude en el taller.” Libertad rima con esclavitud. Argentina es una pesadilla “orweliana”.

Las librerías de avenida Corrientes están vacías. Ha caído la venta de libros. La nueva obra de Leila Guerriero (La llamada, sobre la exmontonera Silvia Labayru) cuesta 32.500 pesos ($us 33 si cambias en negro y $us 38 al cambio oficial). En el aeropuerto, todavía es peor, sale a 37.000 pesos, $us 43. La cultura ha vuelto a ser un lujo, un privilegio para unos pocos. Milei ha iniciado una guerra contra la clase media. Y a futuro, todo esto solo cierra con represión y muerte.

La paralización de la obra pública ha puesto a miles de bolivianos en la calle, sin trabajo. El plan de Milei es desmontar Argentina, borrarla del mapa. La eliminación de ayudas al cine, a la literatura, al teatro y a la música —verdaderas banderas argentinas reconocidas en todo el mundo— arruinan a todo un país, irritado hasta el extremo.

Lo peor de todo no es esta fotografía fija; lo peor es el aire de resignación que se respira en las calles de Buenos Aires. ¿Por qué no se vislumbra una resistencia? ¿Por qué no aparecen en el horizonte líderes que puedan capitalizar este descontento/decepción? Lo único que queda —por ahora— es joder a Milei donde más le duele: Conan ha muerto.

(*) Ricardo Bajo vende escobas

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China: ¿En la trampa de ingresos medios o de EEUU?

Según las estadísticas de la OMC (2024), China ocupa en 2023 el primer lugar como exportador en el mundo

Gabriel Loza

/ 17 de abril de 2024 / 11:05

La semana pasada, dos tópicos llamaron la atención sobre China: el primero, el riesgo que corre China de caer en la “trampa de los ingresos medios”, nada menos de Nouriel Roubini, y el segundo, la declaración a Bloomberg de la Secretaria del Tesoro de EEUU, relativa a que “la aceleración de la industria china está distorsionando la economía mundial: Yellen”.

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Roubini (2024, abril), uno de los pocos que anticipó la crisis financiera de 2008, aunque hasta el presente todavía no registró otro éxito similar, advierte la trampa de ingresos medios para China: “¿Será China la excepción? Después de más de 30 años de tasas de crecimiento cercanas al 10%, su economía se desaceleró bruscamente en esta década; incluso el año pasado —cuando experimentó un fuerte rebote después de la era de la ‘política de cero COVID-19’— su crecimiento según los indicadores oficiales solo fue del 5,2%. Aún peor es que según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional su crecimiento caerá al 3,4% anual para 2028, y teniendo en cuenta sus políticas actuales muchos analistas prevén que la tasa de crecimiento potencial solo será del 3% para fines de esta década. Si eso ocurre, China habrá efectivamente caído en la trampa del ingreso medio”.

En 2007, el Banco Mundial sugería que Asia Oriental pronto se convertiría en una región de ingresos medios y planteaba la idea de la «trampa de los ingresos medios», concepto que no definió. En 2011, Homi Kharas y Harinder Kohli (2011) profundizaron en el concepto, especificando que cuando un país escapa de la trampa de la pobreza en la etapa de desarrollo de bajos ingresos y entra en la fase de desarrollo de ingresos medios, puede enfrentar un estancamiento del crecimiento y la incapacidad de seguir ascendiendo en la escala hacia el rango de ingresos altos.

Shaojie Zhou y Angang Hu precisan que: “…cuando un país entra en la categoría de país de ingresos medios desde la etapa de desarrollo de ingresos bajos, pierde las ventajas comparativas de un costo de mano de obra más barato y se vuelve menos competitivo en las exportaciones de manufacturas frente a los países de ingresos bajos y bajos salarios debido al aumento de los costos laborales (What Is the “Middle Income Trap”).

De esta manera, para salir de la supuesta trampa de ingresos medios había que ser más competitivos en las exportaciones totales, en las de manufacturas y en productos de alta tecnología.

Según las estadísticas de la OMC (2024), China ocupa en 2023 el primer lugar como exportador en el mundo con una participación del 14,4% del total y en el segundo lugar EEUU, con un 8,3% del total mundial. En las exportaciones de manufacturas, China tiene el primer puesto, así como, por ejemplo, en las exportaciones de equipo de oficina y telecomunicaciones, en cambio EEUU está en tercer lugar como exportador de manufacturas y en el sexto puesto en exportaciones de equipo de oficinas y telecomunicaciones. Es en las exportaciones de automóviles que EEUU está en segundo lugar, mientras que China en el quinto lugar, según la OMC (2024).

Lo cierto es el meteórico ascenso de China en el sector manufacturero, de un 5% de la cuota de la producción bruta mundial en 1995 subió a un 35% en 2020, mientras que EEUU, que en 1995 participaba con el 22% de la producción mundial manufacturera, cayó de importancia en 2020 a un 12%.

En este contexto hay que situar las declaraciones de la Secretaria del Tesoro de EEUU, que en nombre de todos los países y las instituciones encargadas de velar las reglas multilaterales acusa que “el exceso de capacidad de China distorsiona los precios y los patrones de producción mundiales y perjudica a las empresas y los trabajadores estadounidenses, así como a empresas y trabajadores de todo el mundo”. Es la primera vez que se acusa a un país por tener exceso de capacidad industrial y se cuestiona su política industrial.

¿Qué tienen entonces que hacer los países con sus políticas industriales y tecnológicas? Esperar el visto bueno de EEUU, una especie de “certificación mundial”. Me imagino a la India, dentro de unos pocos años, puesto que es el séptimo exportador mundial de productos y el tercer exportador mundial de servicios digitales. En conclusión: ¿No seria mejor denominarla la trampa de EEUU? 

(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista

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México, Ecuador y la CIJ

Mas allá de lo que parezca, este tema no es estrictamente bilateral entre Ecuador y México

Héctor Arce Zaconeta

/ 17 de abril de 2024 / 11:00

En un acto sin precedentes en nuestra historia reciente, fuerzas policiales de la República del Ecuador allanaron violentamente la residencia de la Embajada de los Estados Unidos Mexicanos en la ciudad de Quito, policías fuertemente armados y encapuchados sin ninguna orden, ni facultad legal, ni aviso previo, actuando mediante la fuerza, traspasaron bardas, ingresaron al interior de la residencia mexicana y extrajeron por la fuerza y con gran brutalidad al exvicepresidente del Ecuador Jorge Glass Espinel, reduciendo y lastimando violentamente a funcionarios diplomáticos mexicanos.

Consulte: Bolivia y el lado correcto de la historia

Dicho acto no tiene precedentes en el derecho internacional de los Derechos Humanos. Nunca en la historia del derecho internacional se había cometido un atropello de esta magnitud por parte de fuerzas regulares de un gobierno constitucional que reivindicó y justificó públicamente este atropello, reconociendo que la determinación fue una decisión del presidente Daniel Noboa.

Ni bajo los gobiernos dictatoriales muy comunes en América Latina en la década de los años 70 y 80, ni en conflagraciones bélicas internacionales e incluso mundiales se había cometido jamás un atropello de esta magnitud, violentando el derecho de asilo, que es quizá una de las expresiones más importantes del avance que ha tenido el derecho internacional de los Derechos Humanos en el último siglo.

Mas allá de lo que parezca, este tema no estrictamente bilateral entre Ecuador y México, sino un tema de interés de todo el hemisferio, y lo demuestra el simple hecho de que la totalidad de los países del continente se hayan pronunciado a las horas de haber ocurrido los acontecimientos; Lo demuestra el hecho que incluso una institución fuertemente conservadora como la OEA haya aprobado por aplastante mayoría una histórica resolución de condena propuesta por Bolivia y Colombia. Y es que de normalizarse este tipo de hechos, una de las bases inamovibles y sagradas del derecho internacional, cual era la absoluta inviolabilidad de las sedes diplomáticas, simplemente desaparecería generando grave daño a lo avanzado hasta ahora por el derecho internacional. 

Empero, la gravedad del hecho no termina ahí, el atropello se habría cometido como punto final de una larga cadena de acontecimientos dentro de los cuales Ecuador habría actuado en represalia contra México, después de que, molesto por la declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, el presidente Noboa declaró persona non grata a la Embajadora de México en Ecuador, y ante la concesión de asilo diplomático por parte de México, finalmente el presidente Noboa tomó la determinación de intervenir por la fuerza una embajada. Esta situación amerita una profunda investigación, ya que de ser evidente es aún más grave porque estaríamos ante una situación de revancha anómala que no ocurrió ni en las más grandes tensiones internacionales, incluida la Guerra Fría. 

El caso ha sido presentado con gran solvencia por parte de México ante la Corte Internacional de Justicia, el más grande tribunal que ha creado la humanidad para la solución de controversias por la vía pacífica, que ahora tiene la inmensa responsabilidad de defender nada más y nada menos que el derecho internacional, lo que el autor español Antonio Truyol y Serra describió como: ”Un inmenso edificio construido sobre el respeto mutuo entre naciones soberanas y acuerdos internacionales establecidos a lo largo del tiempo”.

(*) Héctor Arce Zaconeta es embajador de Bolivia ante la OEA

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Lo que los padres pueden controlar

Esau McCaulley

/ 17 de abril de 2024 / 10:56

Mi padre era camionero de larga distancia. Piloteaba uno de esos vehículos de 18 ruedas que tenían una bocina que podía resucitar a los muertos. Cuando era niño, deseaba acompañarlo en sus viajes y descubrir algo del mundo más allá de Huntsville, Alabama, donde vivíamos. A pesar de sus numerosas promesas, nunca me llevó consigo. Ese fracaso y sus adicciones que definieron gran parte de mi infancia me dieron una educación de un tipo diferente. Aprendí que el mundo puede ser cruel y decepcionante.

Ahora que soy padre, me cuesta decidir qué parte de ese mundo difícil revelar a mis hijos e hijas. Reconozco el privilegio de siquiera considerar esto. Los padres de niños en Gaza y Ucrania no pueden darse el lujo de decidir si les cuentan a sus hijos los males cometidos y todo el bien que queda por hacer. Las bombas que caen desde arriba, indiferentes a la inocencia de la juventud, se han convertido en sus instructores.

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Creo que todos tenemos el deber moral de no dar la espalda a ese sufrimiento. Durante la cena, mi familia y yo hemos hablado y orado sobre la guerra, la pobreza, el racismo y la injusticia. Mi esperanza es que si inculcamos un sentido de empatía en nuestros hijos, puedan crear un mundo mejor que el que hemos creado.

No es solo la agitación global lo que me hace reflexionar. Son mis propios errores. Ninguno de nosotros escapa ileso de esos primeros años de alta presión de la paternidad. Siempre hay palabras que desearíamos poder deshacer, decisiones tomadas que reconsideraríamos si el tiempo retrocediera. ¿Qué promesa incumplida perseguirá a mis hijos? ¿Qué tendrán que perdonar?

Los padres no pueden proteger a sus hijos de la crueldad del mundo o de nuestros fracasos, pero podemos intentar contrarrestar esas cosas. Podemos brindar momentos que pueden convertirse en recuerdos positivos para acompañar otros más duros.

Es difícil predecir el impacto de las experiencias. Los padres solo pueden hacer depósitos de alegría. No podemos controlar cuándo nuestros hijos harán los retiros. ¿Sabía mi madre que siempre recordaría aquella vez que nos llevó a todos al (ahora desaparecido) parque temático Opryland USA en Nashville? No estoy seguro de lo que significará el partido del Hotspur para mi hijo menor dentro de dos décadas. Pero ese día estaba feliz, y saberlo tendrá que ser suficiente.

La crianza de los hijos es siempre un ejercicio de esperanza, un regalo dado a un futuro que no podemos ver hasta el final. En algún momento, si Dios es misericordioso, nuestros hijos seguirán adelante sin nosotros, quedando con el recuerdo del amor compartido y recibido.

Se nos ha confiado la tremenda responsabilidad de presentar a nuestros hijos el mundo y el mundo a nuestros hijos. No podemos ni debemos protegerlos de todas las dificultades. Pero también es necesario, periódicamente, ser un poco irresponsables, gastar demasiado en un partido de fútbol para que recuerden que junto a la oscuridad, a veces hay luz.

(*) Esau McCaulley es columnista de The New York Times

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‘Manosfera’ tóxica

Sin embargo, la ética del éxito es, en última instancia, vacía y nuestros hijos sienten ese vacío

David French

/ 16 de abril de 2024 / 07:02

Para comprender la situación de los hombres en EEUU es necesario saber tres cosas. En primer lugar, millones de hombres se están quedando atrás académicamente y sufren de una falta de significado y propósito. En segundo lugar, no hay consenso alguno sobre si existe un problema, y mucho menos sobre cómo responder y sacar a millones de hombres del abismo. En tercer lugar, muchos hombres están llenando ellos mismos el vacío recurriendo a gurús para que guíen sus vidas. No están esperando que la cultura de élite, el sistema educativo o la iglesia definan la masculinidad. Están recurriendo a Andrew Tate, Joe Rogan, Jordan Peterson y muchos otros, incluidos Elon Musk y Tucker Carlson, para que les muestren el camino. No todos estos influencers son igualmente tóxicos.

Sí, los hombres se sienten absolutamente desmoralizados, como lo expresó Richard Reeves en su brillante libro De niños y hombres: por qué el hombre moderno está luchando, por qué importa y qué hacer al respecto. Pero, ¿cuál es el consejo del influencer en respuesta? Arremeter. Luchar. Desafía a la élite cultural que supuestamente destruyó tu vida. La mayoría de los influencers de la “manosfera” observan la desesperación existencial de los hombres y responden con una cura principalmente material. El éxito (con dinero, con mujeres) se convierte en tu mejor venganza.

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El libro La búsqueda de la felicidad, de Jeffrey Rosen, presidente del Centro Nacional de la Constitución, no es un libro de autoayuda ni una guía para hombres jóvenes. El argumento central es que la frase “búsqueda de la felicidad” se malinterpreta fundamentalmente. Pensamos en la felicidad como la búsqueda del placer, escribe Rosen, «pero los pensadores clásicos y de la Ilustración definieron la felicidad como la búsqueda de la virtud: ser bueno, en lugar de sentirse bien».

¿Y cuáles son las virtudes clásicas? La lista de Benjamín Franklin incluía templanza, silencio, orden, resolución, frugalidad, laboriosidad, sinceridad, justicia, moderación, limpieza, tranquilidad, castidad y humildad. Prefiero la formulación más breve y sencilla de las cuatro virtudes cardinales de Aristóteles: prudencia, justicia, templanza y coraje.

En el libro de Rosen encontrará tanto las personas como la filosofía que pueden reemplazar a los influyentes de la manosfera moderna. Franklin, John Adams y otros fundadores no fueron perfectos, pero sus ideas y ejemplos son mucho más positivos que las ideas y ejemplos que dominan el discurso masculino actual.

Gran parte de nuestro sistema educativo y muchos de los padres de nuestra nación se centran en la ética del éxito, no en la ética de la virtud. Nuestras escuelas capacitan a los estudiantes para carreras, y los padres empujan a sus hijos hacia el éxito. En la ética del éxito, las virtudes son a menudo un medio para alcanzar un fin. La prudencia, la templanza y la laboriosidad pueden contribuir a su éxito, pero ese no es su objetivo final.

Sin embargo, la ética del éxito es, en última instancia, vacía y nuestros hijos sienten ese vacío. Si se quedan atrás, sienten pánico y temor. Pero incluso cuando lo logran, su éxito no llena ese vacío en sus corazones, al menos no por mucho tiempo. La virtud, sin embargo, es diferente. La perfección es imposible, pero la virtud es un propósito en sí misma. Y es esa búsqueda de la virtud, no el mero logro, lo que en última instancia define quiénes somos.

Vuelvo a estos valores universales no porque rechace la idea de que los hombres jóvenes tengan una experiencia masculina distinta, sino más bien porque el argumento sobre la masculinidad ideal está desviando nuestra atención de la búsqueda más urgente: llenar el vacío en los corazones de nuestros hijos para proporcionarles un propósito que sea infinitamente más satisfactorio que la ambición y la rebelión que definen el espíritu de los gurús que están desviando a tantos jóvenes.

(*) David French es columnista de The New York Times

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