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Cavilaciones en movimiento

Hace días tomé un minibús carry para un tramo largo. Ya ubicado, en posición chullpa, advertí que la conductora era una mujer de pollera. Al cabo de unas cuadras confirmé que la conductora tenía una velocidad mental y una inteligencia espacial muy superior al 95% de los machos del transporte público que tuve el disgusto de conocer. Le pregunté cuánto tiempo estaba en el rubro y si le fue fácil entrar en el sindicato. Me dijo que ocho años, y que le hicieron la guerra para evitar su ingreso. Entonces comencé a cavilar sobre la mujer y la ciudad, su inconmensurable rol en cada hogar, su presencia trabajadora en cada cuadra, su labor en todas las esferas de las faenas citadinas. Y también sobre su papel histórico en las transformaciones fundamentales de esta sociedad.

Recordé a múltiples figuras femeninas de la vida ciudadana; todas destacadas. Por ejemplo, a María, líder en el activismo político; Elvira, en la gestión cultural; Andrea en la gestión municipal; Teresa, en la historia del arte; Silvia, en el ensayo político; Norah en el mundo de los negocios; Marina, en el arte escultórico; Amalia en la esfera de la comunicación; Yolanda en la poesía; Vilma en la lucha política; Mariana en la gestión estatal; Remedios pionera de la reivindicación; y otras miles de mujeres que, como la conductora que me llevaba, están transformando esta ciudad con perspectiva de género. Están realizando esa transformación radical por encima de la brutalidad machista, del ensañamiento criminal que se refleja en el crecimiento exponencial de los feminicidios y la violencia intrafamiliar. En el vaivén del motorizado no me cabían dudas: son actos criminales milenaristas que vaticinan el fin de un patriarcado que se resiste con saña y animalidad a abandonar sus privilegios.

Divagaba también sobre la inexplicable falta de una cronista urbana. ¿Por qué no tenemos a una Beatriz Sarlo en esta ciudad pletórica de grandes valores femeninos? ¿Por qué ninguna mujer paceña escribió algo como Ciudad vista, Escenas de la vida posmoderna o Una modernidad periférica? ¿Cómo es posible que todavía ninguna autora, como la argentina, sea capaz de desentrañar las pulsiones citadinas, de escudriñar conceptos en los pliegues urbanos paceños?

Un bocinazo detuvo bruscamente mis cavilaciones. Era, quizás, el único defecto de la veloz conductora. Pero me equivocaba. Ella se inquietaba porque las calles paceñas están llenas de levudos que conducen pésimo. Y vamos a ser sinceros: también por esas calles van otros que, sin llegar a la sabiduría de Beatriz Sarlo, a duras penas farfullamos conceptos sobre la ciudad.

* Arquitecto.