Icono del sitio La Razón

Paro movilizado

Coincidiendo con la víspera del aniversario cívico de La Paz, pero sobre todo con la presentación de los ChikiTiti (los buses nuevos de la empresa de transporte municipal La Paz Bus), los choferes han programado para hoy un paro y movilización hacia el Palacio Consistorial. Como siempre, su medida de presión tiene que ver con la incapacidad del gremio para cumplir normas y acuerdos.

El gremio de los choferes lo quiere todo, de ser posible sin dar nada a cambio. Lo demostró en 2016, cuando luego de mucha presión obtuvo un reajuste tarifario para minibuses y trufis. El polémico acuerdo incluía la mejora paulatina de los coches empleados para brindar el servicio de transporte de pasajeros, lo cual a su vez implicó la renovación del parque automotor, especialmente en el servicio de trufis, que pasaron a tener siete pasajeros, incluyendo uno extra en el asiento delantero; así, del “quinto pasajero” se pasó al séptimo.

También incluía el compromiso de mejorar la calidad de la prestación del servicio, tanto en lo referido a los horarios de trabajo como en la eliminación del “trameaje” y otras previsiones, que fueron codificadas en un reglamento de sanciones que demoró más de un año en ser aprobado, y que fue desconocido por el díscolo gremio choferil. Una de las demandas del paro de hoy es, precisamente, la condonación de cientos de multas aplicadas en los últimos meses debido a la sistemática transgresión de las prohibiciones del reglamento mencionado.

Quieren, también, evitar que el Estado, a través del Gobierno Municipal, brinde un servicio de transporte de pasajeros de calidad. Se oponen a la introducción de los citados buses ChikiTiti, porque sobreentienden que afectará de manera directa su negocio. Y es evidente, pues entre sufrir las incomodidades y abusos que se producen en minibuses, trufis y micros, y viajar en un bus donde el respeto a la dignidad de las personas es primordial, no es difícil elegir.

Aun así, el servicio de transporte sindicalizado está lejos de ser reemplazado, hay demasiadas rutas que todavía no serán cubiertas por el servicio de transporte municipal, y es allí donde el gremio debiera prestar más atención, ya que las y los vecinos demandan el servicio y no lo obtienen del modo debido. El esfuerzo necesario para conquistar a esos usuarios debería ser mínimo, mas es evidente que la mayor parte de los conductores prefiere no hacerlo, tal vez porque considera que no hace falta.

Tendremos, pues, una ciudad parcialmente bloqueada, pero sobre todo sin servicio de transporte de pasajeros. El trabajo de los buses municipales y del teleférico ayudará a sobrellevar la ausencia de los sindicalizados; y éstos, lejos de demostrar cuan imprescindibles realmente son, volverán a inspirar el anhelo de que sean completamente reemplazados por servicios públicos que lleguen a cada rincón de la mancha urbana.