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Mirando el futuro del espacio público

El nuevo aniversario que acaba de cumplir la ciudad de La Paz es propicio para mirar el futuro y reflexionar sobre el sentido y valor de sus espacios públicos. En la actualidad, aquellos son lugares con identidad relacional e histórica, como ya se comentó en otro artículo. De hecho, fueron creados para el encuentro y disfrute de la población, por lo que forman parte de sus memorias urbanas.

Nos referimos a aquellas plazas cuyos bellos entornos naturales se hallan remarcados por monumentos que recuerdan la historia de la ciudad o del país. Por todo ello, forman parte, junto con su estética y significado, del relato de los anales de este territorio. En cambio, los lugares públicos del futuro existirán, a nuestro entender, como sitios de formas puras que dejarán al pasado toda centralidad. Su valor se verá como una expresión nueva y distinta, pues seguramente primará la inexpresividad y la simplicidad en su creación.

Esto debido a que la posmodernidad es productora de lugares cuyo sentido es de uso provisional o efímero. Sin embargo, no se librarán de la expresividad de la ciudadanía, reflejada en el arte y en otras expresiones culturales que van a permanecer, pues su presencia, como la historia lo relata, rompe barreras a través de nuevas ideas, como aquellos diseños inspirados en lo móvil, que recuperan con ese concepto su sentido de vanguardia. Así, serán lugares descentralizados, proponentes de lo nuevo, libres y abiertos a las diversas ideas de uso temporal.

En cuanto a las intervenciones urbanas, éstas responderán a la creación de espacios del recorrido, cuyo antecedente lo encontramos en una iniciativa del gran escultor Fernando Botero, quien hace algunos años exhibió monumentales obras (Las gordas) en algunas avenidas de Madrid, adelantándose al hecho de que en el futuro cercano el arte podría ser expuesto en lugares de tránsito vehicular y peatonal. Una idea que significaría el disfrute del arte al caminar por las calles o al mirar por la ventana de un vehículo detenido por un semáforo. Estas escenas se encuentran en total contraposición a lo que hoy sucede con las personas que asisten a una muestra cerrada, la cual goza de mucha afluencia únicamente el día de su inauguración. Mientras que en los “espacios del recorrido”, el arte se incorpora de lleno a la vorágine de la vida citadina.

Bajo esta idea, los espacios públicos se ubican en sitios abiertos, libres y con importantes dimensiones, los cuales están a la espera de un uso diverso de actividades. De allí parte el hecho de que el lugar público logrará liberarse de toda centralidad, y que el abanico de nuevas prácticas lo enriquecerá con expresiones y acciones que ofrecerán una mejor calidad de vida al ciudadano. Una iniciativa que sin duda debe ser apoyada con una transformación permanente.

Hoy vemos que esta idea está alimentada por los jóvenes, quienes buscan espacios libres y abiertos, por ejemplo, para rapear: una actividad de la que salen conceptos, historias, reflexiones y vivencias por de más interesantes y que no dejan de emocionar. Por el momento, ubicamos estos rincones o sitios libres en parques como los de Achumani o la plaza Eliodoro Camacho.

Baudelaire (1863) afirmaba que “el levantar el corazón de la multitud en medio del flujo y reflujo del movimiento es el camino de lo fugitivo y lo infinito”. Una frase que nos inspira a pensar sobre los nuevos lugares públicos en urbes como La Paz, los cuales serán definidos en grandes explanadas, invitando a actividades móviles y efímeras.

* Arquitecta.