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El CRC y el arte contemporáneo

Una visita al Centro de la Revolución Cultural (CRC), recientemente inaugurado en la antigua Estación Central, me permite reflexionar sobre el arte contemporáneo y su aceptación ciudadana. En las primeras décadas del siglo XX, Europa vivió una transformación del arte con movimientos como el dadaísmo y personalidades como el francés Duchamp. Los contextos sociales, políticos y bélicos se interpretaron con expresiones artísticas contestatarias que rechazaban el oficio riguroso y excelso. Se gestó así el arte contemporáneo, que fue desarrollándose en múltiples tendencias y/o medios expresivos.

En la otra orilla, el arte latinoamericano siguió una ruta con medios más o menos convencionales. Poco a poco llegaron las influencias artísticas eurocéntricas, dependiendo del grado de intercambio planetario. Nuestro medio, por razones obvias, retrasó el arribo del nuevo arte, y por ello, su aceptación colectiva se hace extremadamente difícil; y más aún conociendo nuestra vida cotidiana y sus pervivencias culturales, que superan a las llamadas prácticas artísticas contemporáneas.

Hace pocos días el Gobierno central inauguró el CRC para promocionar nuestro arte contemporáneo. Pero el esfuerzo de un reconocido grupo de artistas que desarrolló el primer montaje debe estar acompañado de un mínimo de estructura institucional. Concuerdo con las opiniones de Mariano Baptista al terminar su visita al CRC. Por un lado, la preocupación por la poca concurrencia de público (casi nula) es evidente en una estación del teleférico con enorme flujo peatonal. Las salas no se visitan ni generan curiosidad colectiva. Por otro lado, no existe información ni contextualización de las obras expuestas. Como es un arte con urgencias aclaratorias, nadie entiende nada y nadie te explica nada.

Un repositorio de arte es, ante todo, una institución con personal capacitado y suficiente que trabaje día a día en investigación, exhibición y promoción de sus colecciones. Es una tarea educativa de extrema importancia para formar la contemporaneidad artística boliviana. El edificio viene después. Y si se empezó al revés, se debe subsanar esa falencia, porque se han anunciado otras inversiones en infraestructuras artísticas y culturales para esta ciudad.

Para ello, se debe formar un equipo multidisciplinario en arte y cultura contemporáneos que interprete las necesidades de nuestra pluriculturalidad y brinde a los artistas los medios suficientes para su libre creatividad. De no mediar esa institucionalidad, los edificios serán simples espacios inertes sin sustancia artística ni práctica social.

* Arquitecto.